El primer ministro de la India, Narendra Modi (izq.), es saludado por el presidente de la República de Indonesia, Joko Widodo, durante la ceremonia formal de bienvenida con motivo del inicio de la Cumbre del G20 el 15 de noviembre de 2022 en Nusa Dua, Indonesia. (Foto de Leon Neal/Getty Images)

Indonesia, hasta ahora con un perfil bajo en la arena internacional, está dispuesta a asumir mayor responsabilidad y exige más peso a escala global. India puede ser un socio en este empeño.

El presidente indonesio, Joko “Jokowi” Widodo, con aparente escaso interés en los asuntos externos, sacó adelante la compleja Cumbre del G20 de Bali con tacto, diplomacia y buena organización. Los anfitriones lograron que imperase cierto sentido de entendimiento y cooperación en un momento de tensión. Además de una Declaración Final Conjunta, Indonesia consiguió que se tratara lo trascendente: la seguridad alimentaria y energética y el cambio climático.

India asume la presidencia rotatoria del G20, que representa el 85% del PIB mundial, tres cuartos del comercio internacional y dos tercios de la población del planeta. La troika está formada por Indonesia y Brasil, predecesor y sucesor a presidir el grupo. Este hecho refuerza la perspectiva global del “sur” que Nueva Delhi imprimirá a este nuevo ciclo. India acogerá más de 200 reuniones oficiales y, en septiembre, la Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno. Según su representante de alto nivel, Amitabh Kant, “la mujer y el empoderamiento femenino serán la clave de nuestra presidencia” en todos los grupos de trabajo y sectores.

Hace años que empezó a tomar impulso el acercamiento de Nueva Delhi a la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), lo que llevó al primer ministro indio, Narendra Modi, a elevar esa “Mirada a Oriente" a la “Act East Policy”. Y el mes pasado a una asociación estratégica integral. Si bien la influencia china en la región en términos absolutos sigue siendo mucho mayor, el objetivo de Nueva Delhi de jugar un papel más proactivo está cumpliéndose. El impacto es especialmente positivo en las relaciones bilaterales con Indonesia, primus inter pares en la organización y segundo socio comercial de India en ASEAN tras Singapur. El comercio bilateral aumentó a 26.200 millones entre 2021 y 2022 (17.500 el año anterior). El objetivo es alcanzar los 50.000 millones en 2025. Según la presidenta del B20 Indonesia 2022 (brazo empresarial del G20), conviene la negociación de un acuerdo de libre comercio integral.

En 2018, las visitas respectivas de Jokowi y Modi impulsaron la cooperación económica y comercial con la “Visión común India-Indonesia de la cooperación marítima del Indo-Pacífico”. Un informe de Goldman Sachs prevé que en 2050 ambas democracias serán dos de las cinco grandes economías del mundo. Según el FMI, de hecho, India es desde este año la quinta y prevé que a partir de 2027 será la cuarta. Para crecer este país apuesta por la tecnología y las manufacturas subsidiadas. Por su parte, Indonesia confía en sus recursos: posee más del 20% de níquel del planeta, componente crucial de las baterías utilizadas en los vehículos eléctricos. Es también la tercera fuente de cobalto, otro insumo vital. Para 2030, puede ser el cuarto productor de productos básicos verdes del mundo.

Desde el punto de vista demográfico, India pasa en 2023 a ser el país más poblado e Indonesia es ya el cuarto. Ambos Estados son, respectivamente, el tercero y el primero en cuanto a número de musulmanes. La edad promedio en India es de 25 años y en Indonesia un cuarto de la población tiene menos de 15 años. Por todo ello, fomentar el islam moderado es un interés compartido por los dos países, víctimas del terrorismo. La conferencia sobre el papel de los ulemas subraya el esencial apoyo de estos para reducir la radicalización islámica. En una asociación estratégica se anhela hacer valer la tradición de "armonía y coexistencia multiconfesional". En este contexto se sitúa la próxima visita a India del presidente egipcio, Abdel Fattah al Sisi, que además de buscar limitar el poder chino en la región, complementa la cooperación con Indonesia para combatir la yihad global.

En el plano geoestratégico, y pese a su liderazgo en ASEAN, el número de iniciativas concretas lanzadas por Indonesia ha sido más bien parco. Se ha dado menor prioridad a la cooperación en seguridad en el Indo-Pacífico que a la de naturaleza económica. Y, en la actualidad, a la recuperación tras la Covid-19.

Al asumir el cargo en 2014, el mandatario indonesio propuso formalmente la visión de convertir el país en “un punto de apoyo marítimo mundial” (Global Maritime Fulcrum). Priorizando la cooperación y la diplomacia, esta estrategia refuerza la Armada, potencia la conectividad interna y desarrolla infraestructuras.

Indonesia, entre Índico, Pacífico y Mar de China Meridional, es el Estado que mejor encarna el concepto Indo-Pacífico. Rutas cardinales —estrechos de Malaca, de Sunda, de Lombok, de Makassar— pasan en su totalidad o en parte por sus aguas territoriales. Se trata de consolidar la identidad archipelágica —17.500 islas, 6.000 habitadas— para garantizar la sostenibilidad del desarrollo nacional y la salvaguarda de los ingentes recursos marítimos.

Tres políticos conforman la política internacional indonesia: la ministra de Exteriores, Retno Marsudi, que en 2018 presentó el Concepto de Cooperación Indo-Pacífico de Indonesia, visión de seguridad regional que enfatiza la “cooperación”, “diálogo”, “centralidad de ASEAN” e “inclusividad”; el titular de Defensa, Prabowo Subianto, con una influencia fundamental en las posiciones del país y que tiene el cometido de renovar y modernizar las anticuadas Fuerzas Armadas y, por último, el Ministro Coordinador de Asuntos Marítimos e Inversiones, que dirige la diplomacia económica.

ASEAN —cuya presidencia rotatoria ejercerá Indonesia en 2023— es el pilar de la arquitectura de seguridad de Yakarta. Ello implica la inclusión de actores externos como muestra el que Marsudi ha instado a India a apoyar el plan de paz de esta organización para Myanmar.

Sin embargo, la incapacidad de ASEAN para desarrollar una política coherente respecto a los conflictos del Mar Meridional de China pone de manifiesto su limitado margen de maniobra. A esto se añade la frustración ante la lentitud del proceso de integración regional y la dificultad para reformarse, que ha llevado a encendidos debates sobre su eficacia. Como consecuencia, las cooperaciones minilateralesy bilaterales pasan a convertirse en parte integrante de la política de seguridad regional de Yakarta. En cualquier caso, estos formatos siempre funcionan de manera complementaria —nunca contraria— a los principios de autonomía estratégica y equidistancia.

Es en este marco de protagonismo de ASEAN en el Indo-Pacífico como espacio inclusivo que Indonesia amplía su asociación con India. La cooperación militar entre ambas se materializa en la Patrulla Coordinada India-Indonesia (IND-INDO CORPAT) desde 2002. Su objetivo es mantener la seguridad en la región del Índico para la navegación vinculada al comercio internacional y las actividades marítimas. Asimismo, en 2018 y de acuerdo con la “Act East Policy” se concibió la maniobra naval anual “Samudra Sakti”. Además, tanto Indonesia (en 2018) como India (2020) formaron asociaciones estratégicas bilaterales con Australia con la que existe, a su vez, el formato minilateral del Diálogo Estratégico Trilateral Australia-India-Indonesia.

En concreto, Yakarta siempre se ha opuesto a los intentos de las potencias de crear esferas de influencia en el sureste asiático. Un pensamiento relacionado con la doctrina constitucional para una política exterior “independiente y activa”. Con la “autonomía estratégica” hace frente a la rivalidad sino-estadounidense, evitando que el sureste asiático sea dominado por una de estas dos grandes potencias. Esto la distingue de otros miembros de ASEAN como Filipinas y Tailandia para quienes la alianza militar con EE UU es parte integral de sus respectivas políticas.

India e Indonesia son cofundadores del Movimiento de Países No Alineados. No obstante, mientras el nacionalismo hindú de Nueva Delhi opta por una neutralidad desvinculada o incluso contraria a Pekín, la de Yakarta es más inclusiva en su arquitectura de seguridad. China es el principal socio comercial y segundo inversor de Indonesia. Durante la crisis sanitaria de la Covid-19, el 80% de las vacunas utilizadas en el país vinieron del gigante asiático. Y es esencial la convergencia de intereses y un memorando de entendimiento sobre la cooperación entre la política del “Fulcro Marítimo Global” propuesta por Jokowi y la “Iniciativa de la Franja y la Ruta” china con la que India no puede competir.

Esto no oculta los problemas con China. Uno son los ocasionales choques por las islas Natuna y su Zona Económica Exclusiva circundante. Pekín no reclama la soberanía territorial de este archipiélago indonesio, aunque exige el derecho a explotar sus aguas pesqueras. Con sus operaciones navales desafía las actividades de exploración de gas y petróleo, poniendo a Yakarta en alerta. Otra problemática es el sentimiento anti-chino. Una reciente encuesta revela que el 25,4% opina que el ascenso de China afectaría negativamente a Indonesia. Solo el 30% cree en un “gran beneficio” para las relaciones. La desconfianza se extiende a los descendientes de chinos. El 41% piensa que siguen siendo leales al gigante asiático. Hay una suposición generalizada de que los indonesios chinos controlan el 70% de la economía pese a constituir únicamente el 3% de la población.

En cuanto a Rusia impera el pragmatismo para no renunciar al suministro de petróleo, armas, fertilizantes… se condena, pero no mucho la invasión de Ucrania.

Al tiempo que India aspira a convertirse en actor central en el sur de Asia y el Índico, Jokowi enfatiza que la seguridad y la estabilidad son indivisibles, y están basadas en intereses y normas comunes para afianzar la creciente interdependencia económica. La comunidad que postula su Gobierno es cooperativa, inclusiva y abierta, sin excluir a ningún actor regional. El mayor peso geopolítico de Indonesia no está dirigido a construir una coalición opositora a China a la que de manera explícita se hace referencia como “socio” y “participante”.

El ascenso de estas democracias asiáticas, potencias emergentes y medias, puede facilitar la superación de los antagonismos en el Indo-Pacífico, uno de los espacios más tensos del planeta.