El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, rodeado de sus simpatizantes en Estambul. Gokhan Tan/Getty Images
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, rodeado de sus simpatizantes en Estambul. Gokhan Tan/Getty Images

¿Qué traerá la nueva victoria del partido de Recep Tayyip Erdogan? Un repaso a los escenarios que se abren en la política doméstica turca, la cuestión kurda y en el ámbito internacional tras la recuperada mayoría absoluta de la formación islamista.  

Después de las elecciones anticipadas en las que el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) recuperó la mayoría absoluta que perdió en junio, el diario opositor Cumhuriyet abrió su periódico con este titular: “La victoria del miedo”.  Si bien es cierto que este factor fue importante, existieron otros que van allá de esa palabra y que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dominó a la perfección. Ahora, los islamistas tienen que lidiar con numerosos factores para conseguir la prometida estabilidad, condicionada por el conflicto con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y el contagio de la guerra en Siria.

“Hubo una combinación de factores. El más importante fue que muchos de los votantes que abandonaron el AKP en junio volvieron. Los cinco meses de desgobierno, violencia y tensiones sociales también influyeron. Las encuestas, que predecían un resultado similar al de junio, ayudaron a que la gente que desea un gobierno fuerte votase por el AKP”, explica Gareth Jenkins, experto de Silk Road Studies de la Universidad John Hopkins.

Otra de las razones radicó en la incompetente oposición turco-nacionalista. El Partido Republicano del Pueblo (CHP) fue incapaz de robar votos en una coyuntura favorable: corrupción, polarización o el mayor atentado en la historia de la República. La falta de carisma de su líder, Kemal Kiliçdaroglu, se unió a los estigmas del kemalismo que Erdogan explota entre los piadosos. Por su parte, el Partido del Movimiento Nacionalista se hundió. Bajó del 16 al 12%, y buena parte de sus votos fueron a parar al AKP. El perfil conservador de ambos partidos y el auge nacionalista cambiaron la opinión de más de un millón de ultranacionalistas. Este resultado podría costar el puesto a su líder, Devlet Bahçeli.

En junio ambos grupos quisieron encasillar los poderes del Presidente e iniciar una investigación sobre la trama de corrupción del 17 de diciembre de 2013. Estos fueron los principales motivos por los que no se conformó una coalición. Erdogan, quien conoce a la perfección al pueblo turco, entorpeció las conversaciones y desató la guerra con el PKK para atraer a los sectores más beligerantes de la sociedad turca y a los kurdos que ansiaban la estabilidad de la paz. Al final, el AKP subió 4,5 millones de votos.

El presidente Erdogan, pese a sus defectos, habla claro. En la semana que precedió a la votación cerró los medios gülenistas Kanal Türk y Bügun. Ayer, ya con la mayoría en la mano, arrestó a dos miembros de la revista Nokta. Por lo tanto, nadie puede esperar que el viraje antidemocrático iniciado con la revueltas de Gezi se vaya a detener, menos aún tras el apoyo de un electorado que ...