¿Quién saldría beneficiado o perjudicado si India y
Pakistán alcanzaran la paz?

 

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La dinámica de la seguridad en el sur de Asia vuelve a bullir con la reanudación de las negociaciones de paz y seguridad entre India y Pakistán, que prosiguen a la sombra de las recientes explosiones en Bombay. El triple atentado, el cuarto de importancia cometido en la capital financiera de India en una década, tenía el claro objetivo de desbaratar las conversaciones. Hasta ahora, Nueva Delhi ha resistido la tentación de señalar con el dedo a su vecino y las dos partes han insistido en negociar unas medidas para construir la confianza (Confidence Building Measures, CBM). Los cinco años de diálogo entre India y Pakistán, que pretenden poner fin a una disputa que se prolonga desde hace 70 años y resolver el problema, muy relacionado, de Cachemira, se estancó tras los atentados de 2008 en Bombay. Aunque las poblaciones de ambas partes desean la paz, existe todavía una profunda desconfianza en el plano político y militar.

Los ministros de Exteriores de estos dos países vecinos y dotados de armas nucleares se entrevistaron en Islamabad a principios de este año, y la diplomacia del críquet, que reunió a los dos primeros ministros en marzo, dio luz verde a las conversaciones al más alto nivel político. En la actualidad, funcionarios de los dos ministerios de Exteriores están preparando el terreno para una reunión de los dos ministros de Exteriores el 27 de julio.

¿Quién saldrá ganando en las negociaciones? Si las conversaciones entre India y Pakistán tuvieran éxito, habría enormes posibilidades de llevar la paz y la estabilidad a la región más volátil del mundo. Abrir las puertas a los intercambios, el comercio y las inversiones podría ser la panacea para los problemas económicos de Pakistán. El mayor socio comercial de este país es la UE, con 7.136 millones de euros en comercio bilateral, mientras que sus intercambios con India sólo representan aproximadamente 1.192 millones, sobre todo debido a las numerosas restricciones al comercio y los viajes. Esa cifra podría crecer con gran rapidez. Más integración, más competencia y más crecimiento aumentarían la prosperidad y el dinamismo de ambos países, y reforzarían la capacidad de la sociedad civil para luchar contra el radicalismo. Los intercambios educativos crearían más sinergias entre los jóvenes, que darían un perfil más moderno a las relaciones indo-paquistaníes en el siglo XXI. En este sentido, las plataformas de redes sociales han creado conexiones entre los dos lados de la frontera. Otra preocupación común que tienen India y Pakistán es la talibanización, que es más fácil de contener si se hace de manera conjunta. La cooperación en el marco de una segunda Revolución Verde, que en 1978 permitió un deshielo de las relaciones de posguerra, podría volver a resolver la crisis alimentaria del sur de Asia. Y el desarrollo de un asociación para la utilización común de la energía y los recursos abriría las puertas a consecuencias políticas más amplias.

Los mayores y más inmediatos vencedores del proceso de paz serían los cachemiros. Las CBM que están discutiéndose tienen como objetivo facilitar los viajes y el comercio en toda la región. Desde luego, las conversaciones producirán una desmilitarización modesta, en el mejor de los casos, en el glaciar de Siachen, el campo de batalla más elevado del planeta, en el Himalaya. Un incremento de la confianza y la seguridad por ambas partes disminuiría el terrorismo y desaceleraría la carrera armamentística: en la actualidad, India es el mayor importador de armas del mundo. Los dos Gobiernos poseen presupuestos de defensa de miles de millones de dólares. Las consecuencias para la desnuclearización regional serían también fundamentales para la seguridad global. Además, estas conversaciones contribuirán enormemente a estabilizar la democracia en Pakistán: en la actualidad, después del régimen de Musharraf, el interlocutor clave es el Gobierno democrático y no el Ejército paquistaní. Asimismo, el diálogo, que recibirá amplia cobertura informativa en los dos países, llamará la atención sobre la ministra de Exteriores de Pakistán, Hina Rabbani Khar, que es además, a sus 34 años, la jefa de la diplomacia más joven del país.

No hay duda de que a China le beneficia la existencia de relaciones conflictivas entre India y Pakistán

No obstante, sigue habiendo obstáculos importantes en el camino hacia la prosperidad, y la paz no va a conseguirse de la noche a la mañana. Será difícil no situar la construcción de la paz en el contexto de los atentados terroristas: las explosiones de Bombay en 2008 y 2011, el terrorismo patrocinado por Pakistán en la Cachemira administrada por India, la exigencia de Nueva Delhi de que se haga rápidamente justicia con los autores de los atentados de 2008, que todavía están en pleno juicio en Pakistán y aún no han sido condenados. La cuestión cachemira es difícil de resolver porque ambos países tienen divisiones internas: el Ejército paquistaní continúa desempeñando un papel fundamental en política exterior, sobre todo en las relaciones con India, y el partido de oposición indio, el Partido Bharatiya Janata (BJP) no va a permitir al Gobierno que llegue a ningún compromiso sobre Cachemira y ya ha amenazado con lanzar protestas masivas. Otros actores nacionales y regionales también crearán problemas porque la paz les quitaría relevancia, en especial los grupos terroristas como los separatistas cachemiros de LeT, que se han negado hasta ahora a entrevistarse con los interlocutores designados por el Estado indio. Y entre los claros derrotados en caso de paz entre los dos países estarían los talibanes y los radicales, que perderían importancia en un Pakistán modernizado y en paz con su vecino.

Aunque Estados Unidos confía en que estas conversaciones bilaterales faciliten su propia retirada de Afganistán, lo realista es pensar que un acuerdo entre Nueva Delhi e Islamabad no tendría muchas repercusiones en el territorio afgano. Los dos Estados tienen prioridades e intereses muy distintos y se disputan la capacidad de influencia en dicho país. Aun así, sería posible discutir un mínimo denominador común para la cooperación en Afganistán.China, un claro beneficiario de los problemas en las relaciones entre India y Pakistán se arriesga a perder influencia por un acercamiento entre ellos. China ha intensificado meticulosamente sus lazos con Pakistán mediante la cooperación económica, militar, nuclear, naval y en materia de construcción. Hace poco, Pekín rechazó que entrase sólo India en el Grupo de Proveedores Nucleares y presionó para que se incorporase también Pakistán.

Por el momento, se prevén avances indiscutibles con el acuerdo de las CBM relativas a Cachemira (viajes, comercio, relaciones personales), el aumento de los contactos entre las Universidades Nacionales de la Defensa de India y Pakistán, varias CBM sobre armas convencionales y nucleares, otras CBM sobre seguridad militar y marítima y el estímulo de las relaciones entre think tanks de defensa y seguridad en ambos países.

Es verdaderamente necesario superar el nacionalismo para cambiar el modelo de relaciones entre dos Estados que en otro tiempo estuvieron unidos. El silencio no ha servido de nada y un proceso de diálogo paso a paso es la opción más viable para la paz y la estabilidad en la región y el mundo.

 

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