Este estofado de carne con bandera húngara es un plato típico de la gastronomía de todo el espacio ex austro-húngaro. Me hace pensar en una Europa que trasciende sus propias fronteras administrativas, desde los países miembros de la UE, como Hungría, Eslovenia o Croacia, a los Estados aspirantes como Serbia, Bosnia y Herzegovina o Macedonia del Norte. Un plato, además, de larga cocción, que representa tanto el calor del hogar y la reunión en familia durante los días de invierno, como también las caceroladas populares durante las ferias, en los bosques o junto a los grandes ríos del sureste europeo cuando llega la primavera. Un plato suculento para reivindicar la ampliación de la Unión hacia los Balcanes occidentales en tiempos de populismos nacionalistas, pero también un vínculo cultural y social para justificar con la tradición histórica una Europa plural donde el paladar desactiva los chovinismos y mira más allá de cada uno de sus pasaportes.