
Los logros y fracasos del movimiento de protesta argelino un año después de su nacimiento. ¿Cuáles son los desafíos a medio plazo?
El éxito o el fracaso del Hirak (movimiento de protesta), un año después de su irrupción en el escenario político argelino con manifestaciones masivas contra la candidatura del presidente Abdelaziz Buteflika a una quinta reelección, es una pregunta que se repite al hacer balance de las movilizaciones en el país. Caben respuestas diferentes en función de lo que se pretenda valorar. En efecto, si se trata de medir los cambios políticos que las movilizaciones constantes, pacíficas y determinadas de la ciudadanía argelina han conseguido, el balance no es positivo en la medida en que el sistema político argelino, sus mecanismos de poder en la sombra, la preponderancia del Ejército y su control de la renta de los hidrocarburos no han cambiado un ápice.
Tras la renuncia a presentar la absurda candidatura de Buteflika (un presidente enfermo desde 2013 e incapaz de asumir esas funciones) y la activación del artículo 102 de la Constitución, el alto mando del Ejército argelino, a través de la figura de Ahmed Gaid Salah, jefe del Estado Mayor, asumió el cara a cara con el Hirak. Durante meses a través de sus discursos pronunciados en las diferentes wilayas militares desde Uargla hasta Blida, el jefe del Estado mayor se encargó semanalmente de responder a las movilizaciones del Hirak, así como de diseñar y aplicar la hoja de ruta a seguir para evitar el desmoronamiento del sistema. El objetivo del Ejército desde el inicio ha sido restablecer la preciada fachada civil del sistema y eliminar de paso a las personalidades más comprometidas con el clan Bouteflika: el hermano del presidente, los empresarios próximos al poder y otras personalidades de clanes rivales como los ex responsables de los servicios de seguridad, Toufik Mediene y Athmane Tartag, sentenciados finalmente a 15 años de cárcel por el Tribunal militar de Blida por socavar la autoridad de las Fuerzas Armadas. Las elecciones presidenciales de diciembre de 2019 con la victoria de su candidato Abdelmajid Tebboune, a pesar de una elevada abstención y, por tanto, un gran déficit de legitimidad, junto con el fallecimiento del jefe del Estado mayor y vice ministro de Defensa, han permitido restaurar esta fachada civil detrás de la cual sigue escondiéndose el verdadero poder en Argelia: el alto mando militar, los decisores.

La inercia del sistema contrasta con la transformación de la sociedad argelina y este es el mayor éxito del Hirak. Semana tras semana, los viernes y los martes, los argelinos de diferentes edades, clases sociales, afinidades ideológicas y pertenencia a comunidades étnicas diferentes se han reapropiado el espacio público para rechazar en bloque el sistema político dominado por una banda mafiosa (issaba) que se ha adueñado y malgastado los recursos del país. A través de ...
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