L´affaire du voile (El caso del velo)
René Pétillon
45 páginas, Albin Michael,
París, 2006 (en francés)

Justo antes de la polémica sobre las caricaturas de Mahoma, apareció en Francia un cómic que mostraba con bastante gracia las contradicciones del islam y el foso que separa a los propios musulmanes. L’affaire du voile (El caso del velo), de René Pétillon, se encontró, casi sin pretenderlo, de candente actualidad.

El tebeo, de gran éxito, no ataca los fundamentos de la religión musulmana, sino sus derivas. Plantea, sin agresividad, la cuestión de las relaciones entre el humor y lo sagrado, entre la burla y la religión. Porque lo cierto es que el debate sobre el velo que agitó toda Francia en 2004 es tan revelador del abismo entre el islam y la modernidad occidental como las caricaturas danesas. En un país que alberga la mayor comunidad islámica de Europa (cinco millones de personas), el Gobierno conservador promulgó una ley que prohíbe llevar signos religiosos "de forma ostensible" en las escuelas públicas. Las principales afectadas fueron las jóvenes musulmanas, que ahora no pueden llevar el pañuelo en clase. Algunas protestaron, agitando pancartas con el lema "Velada porque quiero", durante manifestaciones nada espontáneas, sino organizadas por sus "hermanos mayores". Dos años más tarde, esta ley se percibe como eficaz: cumple el objetivo de poner fin a las reivindicaciones comunitarias en las aulas. Sin embargo, los fundamentalistas no se rinden: a principios de marzo, el número dos de Al Qaeda, Ayman Al Zawahiri, volvió a rechazar el texto.

L’affaire du voile es la decimotercera aventura del desastroso detective Jack Palmer, una especie de inspector Colombo, pero idiota de verdad, tocado con un sombrero ridículo y un sempiterno impermeable viejo. Su creador es uno de los dibujantes estrella del semanario satírico Le Canard Enchaîné. Bretón de 61 años, Pétillon es famoso por su humor corrosivo, pero no despiadado, y su habilidad para tratar temas delicados. Por ejemplo, en 2002 consiguió la proeza de firmar un exitoso cómic sobre Córcega sin ofender a los nacionalistas de la isla (L´enquête corse: 400.000 ejemplares vendidos en cuatro años).

El cómic, que ha vendido más de 150.000 ejemplares en Francia, plantea la cuestión de las relaciones entre el humor y lo sagrado, entre la burla y la religión

En esta ocasión, Jack Palmer, a quien le encargan que encuentre a la hija desaparecida de una acomodada pareja parisina, cree descubrir que la joven, Lucie Pélerin, ha cambiado de nombre. Ahora se llama Yasmina Fatwa y se ha convertido al islam más integrista.

De hamam en hamam y de escuela coránica en escuela coránica, el detective se sumerge en el seno de los diferentes movimientos islámicos.

  • "Buenos días, (…) busco a una joven con velo", pregunta Palmer al dueño barbudo de una tienda de ropa.
  • "Una joven sin velo no es una joven de verdad", responde el comerciante integrista.
  • "¿No la ha visto?", agrega, mostrándole una foto.
  • "Mirar la foto de una mujer es un acto impuro".

Palmer se cruza con jóvenes musulmanes que fantasean con las protagonistas de la serie estadounidense Sexo en Nueva York, pero no soportan que sus hermanas con pañuelo sean objeto de deseo. Después interroga al imam Bozo-Bozo, un manipulador y un fanático que quiere desestabilizar la sociedad que le acoge, y a Said Asal, director de una ambigua asociación que se presenta como "tolerante" porque ¡defiende la idea de una moratoria sobre la lapidación de las mujeres adúlteras! Este último personaje se parece al célebre predicador Tariq Ramadán. Es un polémico intelectual, nieto del fundador de los Hermanos Musulmanes de Egipto; tiene prohibida la entrada en Estados Unidos, pero ha sido fichado por el Gobierno británico para trabajar contra el crecimiento del extremismo.


Pero Pétillon muestra también un islam menos radical, encarnado por un comerciante turco de alfombras para el rezo que primero contrata y después despide a Yasmina por rezar demasiado, lo que, según él, es incompatible con el comercio. O por el imam de la mezquita, un padre de familia moderno y abierto que lamenta la influencia de los fundamentalistas: "Dos de los suyos han estado en Guantánamo, no puedo luchar, pierdo fieles".

"El tema del velo crispaba a todo el mundo, he intentado hablar de ello de forma relajada", asegura el dibujante. "Lo que me trastorna es la manipulación de las jóvenes. Para prevenir este tipo de presiones, habría que inventar una mayoría de edad religiosa a los 18 años, como ocurre ahora en el ámbito civil". Las reacciones de los medios árabes, como Berbère TV o el diario argelino El Watan, han sido más bien favorables. El responsable de la mezquita de París, Dalil Boubakeur, presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM), la más alta instancia del islam en el país, encuentra el álbum "divertido y sin segundas intenciones".

Felices de que una novela gráfica se atreva a tratar el islam y la condición femenina, la conocida asociación Ni Putas ni Sumisas la ha calificado como "un buen instrumento pedagógico". Este movimiento, que nació en las banlieues con fuerte presencia de población originaria del Magreb o del África negra, lucha contra todas las formas de fanatismo religioso y de violencia contra las mujeres. Algunos críticos han reprochado, sin embargo, a Pétillon no haberse decantado y de enfrentar al imam moderado y al fanático. Es falso, ya que el dibujante ridiculiza tanto el pensamiento retrógrado de los extremistas como el laberinto de la exégesis coránica. "Será necesario que moderados y fundamentalistas se entiendan, pero mi optimismo es relativo y no será fácil", asegura.

¿Han subido las ventas del cómic después del caso de las viñetas danesas? El editor, Albin Michel, no lo cree. "Salió el 24 de enero, una semana antes de que estallase la polémica en Francia. Además, el recibimiento fue excepcional y la acogida de la prensa muy favorable", aseguró en marzo un responsable de la editorial. En un mes y medio, el álbum, que se ha situado en los primeros puestos de las listas, ha vendido más de 150.000 ejemplares.

Lo que sí es cierto es que la guerra de las caricaturas –causantes de la muerte de 40 personas en Nigeria, Libia, Pakistán o Afganistán– no ha perjudicado la obra. "La respuesta a los dibujos es completamente desproporcionada", ha dicho Pétillon. "Sería muy grave no poder reírse de nada. Yo, en el Canard Enchaîné, me río de los curas, de los rabinos, de los imames y de tantos otros desde hace años y nunca tuve problemas".