La masacre que pasa desapercibida en esa región del país.

Indios adivasi con pancartas de protesta en Nueva Delhi, India. RAVEENDRAN/AFP/Getty Images
Indios adivasi con pancartas de protesta en Nueva Delhi, India. RAVEENDRAN/AFP/Getty Images

La noche del 23 al 24 de diciembre, varios ataques perpetrados por una facción del Frente Nacional Democrático de Bodoland (FNDB) acabaron con la vida de cerca de 80 personas, hombres, mujeres y niños en India. El acontecimiento apenas tuvo resonancia fuera del país, y dentro de él este suceso desapareció de las primeras planas tan solo una semana después. Un signo claro de lo ignorada que es esta región fuera de India y lo común de estos sucesos allí.

La matanza se produjo en el estado indio de Assam, el más extenso y poblado de los conocidos como “las siete hermanas”, los siete estados de la Unión India (Assam, Manipur, Nagaland, Mizoram, Tripura, Meghalaya y Arunachal Pradesh) situados en el noreste de este país. Todos ellos han sufrido, y continúan sufriendo, insurgencias en su territorio en un momento u otro desde los 50. Los motivos son diversos, desde aspiraciones independentistas, demandas de una mayor autonomía o de la creación de Estados con base étnica, hasta movimientos de carácter maoísta influenciados por China. Esto ha hecho que las noticias de violencia procedentes de la región ya no atraigan una gran atención.

El ataque de diciembre había sido avisado por parte de la facción del FNDB liderada por IK Songbijit, que había amenazado con responder a las últimas operaciones de la policía estatal contra sus miembros. Lo habitual de estas amenazas podría ser la causa de que no se tomaran medidas preventivas por parte de las autoridades, algo que se echa en cara estos días al primer ministro de Assam, Tarun Gogoi.

Los bodos, una etnia de Assam que supone alrededor del 35% de la población, han dado pie a la creación de numerosos grupos insurgentes desde los 80. Su demanda fundamental es la obtención de un Estado propio separado de Assam, basado en sus diferencias culturales y lingüísticas con el resto de la población. En 2003, en negociaciones con el Gobierno central, se llegó a un acuerdo para la concesión de cierta autonomía dentro de Assam para las regiones de mayoría bodo. Las facciones guerrilleras más importantes aceptaron el acuerdo, aunque se produjeron divisiones en su seno que dieron pie a la formación de la facción del FNDB liderada por Songbijit y opuesta a dicho acuerdo.

La estrategia de la insurgencia bodo a lo largo de sus más de treinta años de historia ha rozado en numeras ocasiones la limpieza étnica. Evitando enfrentarse a las fuerzas indias, han tratado de expulsar de lo que consideran su territorio a poblaciones musulmanas de habla bengalí y a adivasis, término genérico que incluye numerosas tribus y grupos étnicos que podrían denominarse como los aborígenes de India. Estas comunidades han formado sus propios grupos de autodefensa frente a los bodos. En 2012 cerca de medio millón de bengalíes se convirtieron en refugiados al verse desplazados por la violencia étnica, que se cobró más de 100 vidas. En junio de 2014, fueron 40 los bengalíes muertos en ataques de las guerrillas.

Los bodo, al igual que otros grupos insurgentes asameses como el Frente Unido de Liberación de Assam, consideran una amenaza la afluencia de población ajena a la región por haber transformado su composición étnica. Los musulmanes de habla bengalí proceden en su mayoría de Bangladesh y han supuesto un goteo constante de inmigrantes, especialmente desde los 70. Los adivasis llegaron a Assam entre mediados del siglo XIX y comienzos del XX, como mano de obra importada por los británicos para trabajar en las plantaciones de té.

El ataque contra la población adivasi, además de encajar con la estrategia de limpieza étnica de la insurgencia, podría tener el añadido de operación de castigo, al sospechar los bodos que los adivasis colaboran con las Fuerzas de Seguridad en su contra.

La respuesta del Estado indio ha sido sorprendentemente rápida. Al día siguiente de la matanza, el ministro del Interior de la Unión, Rajnath Singh, y el comandante del Ejército, general Dalbir Singh Suhag, se desplazaron a Guahati, capital de Assam, para reunirse con el Gobierno local.

Además de las habituales declaraciones de condena, los representantes del Estado central han puesto a disposición de Assam toda la ayuda que necesite para enfrentarse a la insurgencia. Han ofrecido compensaciones económicas a las familias de las víctimas, dado instrucciones al Ejército de intensificar sus operaciones contra la guerrill, y han enviado 5.000 hombres de la Fuerza de Policía de la Reserva Central, la organización paramilitar federal que suele hacer frente a las insurgencias internas en India.

Más importante, si cabe, han sido los contactos establecidos con los Gobiernos de Bután y Myanmar, en cuyos territorios se refugia un buen número de grupos insurgentes del noreste indio. La cooperación del Ejército de Bután y del Gobierno de Bangladesh en 2003 permitió asestar un duro golpe a varios de estos grupos que utilizaban sus territorios como base de operaciones, lo que redujo considerablemente la incidencia de la violencia en el Noreste.

Las áreas densamente cubiertas de bosque y extremadamente abruptas que constituyen la frontera entre India y sus vecinos Bután y Myanmar, hacen que sea enormemente difícil controlar los movimientos de los insurgentes aún contando con la colaboración de estos países.

La rápida respuesta de Nueva Delhi podría estar relacionada con las políticas del Gobierno del Bharatiya Janata Party (BJP), encabezado por Narendra Modi. El hinduista BJP tiene como eje central de su programa de Gobierno el impulso a la economía y el comercio exterior indio. Dentro de la aproximación a las relaciones exteriores establecida en los 90 en India con su política de “Look East”, mirar al Este, el área del noreste de India podría cobrar renovada importancia.

Un eje de comunicaciones que uniera India con el sureste asiático y la provincia china de Yunán a través de Myanmar, ha estado sobre la mesa desde hace tiempo. Pero, además de complicadas negociaciones internacionales a nivel regional, la consecución de este proyecto requiere de un noreste pacífico y libre de insurgencias. Una de las primeras medidas de Modi con respecto a esta zona fue anunciar un importante paquete de inversiones para el noreste y la ampliación de sus deficientes infraestructuras de transporte.

La integración regional y el desarrollo económico podrían, a medio plazo, ser una mejor solución contra la insurgencia que las numerosas operaciones militares indias en la región.