
He aquí tres posibles escenarios a los que se enfrenta el país tras las elecciones legislativas de mitad de mandato.
Las elecciones legislativas celebradas recientemente en Argentina asestaron un golpe histórico al presidente Alberto Fernández y su coalición, Frente de Todos (FdT), mientras que consolidaron a Juntos por el Cambio (JxC) como rival político capaz de competir. La coalición peronista Frente de Todos obtuvo el 33 % de los votos y Juntos por el Cambio, el 42%. Por primera vez desde la restauración de la democracia en 1983, los peronistas han perdido el control del Senado, aunque conservan la mayoría en la cámara baja. Además, el apoyo electoral a la coalición del Presidente bajó un 40% respecto al resultado de las elecciones de 2019. La alternancia política puede fortalecer la democracia institucional argentina a largo plazo, pero la coalición opositora también ha perdido 1.700.000 votos en los dos últimos años.
La pérdida de confianza en las dos grandes fuerzas políticas demuestra una frustración creciente con la reacción de Argentina ante la COVID-19, la inestabilidad macroeconómica, el 40% de pobreza y la repercusión de una inflación anual prevista del 50%. Además, la elevada abstención y el número cada vez mayor de partidarios de la izquierda trotskista y la extrema derecha, encabezada por Javier Milei, reflejan la idea muy extendida de que la clase política del país ha perdido el contacto con la realidad. El voto a estas dos fuerzas antisistema recuerda al famoso grito de guerra de “que se vayan todos”, la exigencia de que todos los líderes políticos dimitieran, popularizada durante las manifestaciones masivas contra la crisis financiera de 2001. La polarización y la fragmentación del electorado argentino probablemente van a complicar los intentos del Ejecutivo de Fernández de abordar los problemas socioeconómicos y políticos del país.
La primera prueba para Alberto Fernández y la oposición será la renegociación de los pagos de un préstamo de 50.000 millones de dólares concedido por el Fondo Monetario Internacional y firmado por el anterior gobierno de Mauricio Macri. El partido político del presidente también tendrá que fijar un plan económico creíble y negociar sus detalles con la nueva oposición en el Congreso. Además, las autoridades argentinas tendrán que encontrar un difícil equilibrio entre la implantación de los ajustes económicos recomendados por el FMI y la protección de las reservas del Banco Central, por un lado, y las medidas para mitigar la repercusión social de la inflación, la devaluación de la moneda y el valor del dólar, por otro. Y las dos grandes coaliciones del país deberán mantener la unidad a medida que surjan las disputas internas entre los posibles candidatos para las elecciones presidenciales de 2023. Todos estos problemas plantean distintas posibles perspectivas para el futuro de ...
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