¿Está ganando Estados Unidos la guerra
contra el terror? No, según la opinión de más de un
centenar de los principales especialistas estadounidenses en política
exterior, que ven un aparato de seguridad nacional en mal estado y
un Gobierno que no está siendo capaz de proteger a sus ciudadanos
del próximo ataque.
Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de
2001, era lógico que los estadounidenses se reagruparan en torno
a su bandera. Acababan de sufrir el ataque más mortífero
jamás vivido en su territorio y muchos de ellos creían
que era inminente otro atentado. Pero, al mismo tiempo, tenían
una gran fe en que la guerra global contra el terror les iba
a mantener a salvo. Por ejemplo, sólo un mes después del
11-S, en una encuesta de ABC News/TheWashington Post, el
94% respondió que aprobaba cómo se estaba manejando la
lucha contra el terrorismo. Después, Estados Unidos emprendió rápidamente
la guerra en Afganistán, acabó con un santuario de terroristas
y, en el proceso, capturó o mató a varios miembros importantes
de Al Qaeda.
Desde 2001, los terroristas han encontrado sus blancos casi en cada
continente, con atentados en Bali, Londres y Madrid, entre otros lugares.
Han pasado cinco años y Estados Unidos no ha sufrido todavía
otro ataque, pero los estadounidenses parecen menos convencidos de que
su país está ganando la guerra contra el terror.
Persisten las amenazas, con un número cada vez mayor de atentados
terroristas en todo el mundo, y por eso numerosos informes muestran que
los estadounidenses están perdiendo la confianza en la capacidad
de su Gobierno de ganar la guerra y protegerles de la próxima
agresión terrorista. Ahora, apenas la mitad de ellos aprueba cómo
se está llevando a cabo la guerra contra el terror, y
más de un tercio cree que EE UU está hoy menos seguro que
antes del 11-S.
Sería fácil atribuir estas percepciones tan pesimistas
por parte del público al elevado coste, tanto económico
como en vidas, de la labor antiterrorista. Al fin y al cabo, los líderes
elegidos por los estadounidenses les aseguran constantemente que se equivocan
con su pesimismo, que se está ganando la guerra. Pero también
les dicen que es inevitable que haya otro atentado. ¿Cuál
de las dos cosas es verdad? Para averiguarlo, FP y el Centro
para el Progreso Americano han unido sus fuerzas con el fin de entrevistar
a más de cien de los principales expertos estadounidenses en política
exterior, tanto republicanos como demócratas. El Índice
de Terrorismo de Foreign Policy y el Centro para el Progreso Americano
es el primer intento exhaustivo de aprovechar la experiencia de las más
altas jerarquías de la política exterior estadounidense
y pedirles que valoren la actuación de Estados Unidos en la guerra
global contra el terror. El propósito era llegar a varias
conclusiones definitivas sobre las prioridades, las estrategias y los
avances de la guerra a partir de las respuestas de quienes han dirigido
el aparato de seguridad nacional durante el último medio siglo.
Entre los participantes se encuentran personas que fueron (o han sido)
secretarios de Estado, consejeros de seguridad nacional, altos mandos
del Ejército estadounidense, veteranos de los servicios de inteligencia
y destacados intelectuales y periodistas. Casi el 80% ha trabajado en
el Gobierno, y, de ellos, más de la mitad en el Ejecutivo, un
tercio en el Ejército y el 17% en los servicios de inteligencia.
Pese a la politización actual de los aspectos de seguridad nacional,
el Índice muestra un consenso extraordinario entre personas de
uno y otro partido. La mayoría de los expertos consultados (84%)
dice que Estados Unidos no está ganando la guerra contra el
terrorismo. El 86% cree que el mundo, hoy, es cada vez más
peligroso para los estadounidenses. En conjunto, están de acuerdo
en que el Gobierno no está cumpliendo sus objetivos de seguridad
interior. Más de ocho de cada diez creen que, antes de 10 años,
habrá otro atentado de dimensión parecida a los del 11-S.
El origen de estas conclusiones tan pesimistas parece ser la convicción
de los especialistas de que el aparato de seguridad nacional de EE UU
está en pésimas condiciones. “Los expertos en política
exterior no han estado nunca tan de acuerdo sobre la actuación
de su Gobierno en el extranjero”, dice Leslie Gelb, presidente
emérito del Consejo de Relaciones Exteriores y participante en
la encuesta. “El motivo es que casi todos tienen muy claro que
Bush y su equipo han tenido una idea nada realista de lo que podían
hacer recurriendo a la fuerza militar y la amenaza de utilizar la fuerza”.
Los entrevistados critican enérgicamente la labor de Estados
Unidos en una serie de aspectos fundamentales de la seguridad nacional,
como la diplomacia pública, los servicios de inteligencia y la
seguridad interior. Casi todos los departamentos y organismos encargados
de la guerra contra el terrorismo reciben malas calificaciones.
Además, los expertos afirman que las últimas reformas realizadas
en el aparato de seguridad nacional no han contribuido gran cosa a que
los ciudadanos estén más seguros. Por ejemplo, al preguntarles
sobre las últimas reformas en los servicios de inteligencia, más
de la mitad dice que la creación de la Oficina del Director de
Inteligencia Nacional no ha tenido ningún efecto positivo en la guerra
contra el terrorismo. “Hasta ahora, la reforma de los servicios
de inteligencia se ha limitado a una reorganización estructural
que, en la mayoría de los casos, ha engendrado nuevos niveles
de burocracia en un sistema ya excesivamente burocratizado”, afirma
Bill Gertz, un periodista que lleva más de veinte años
informando sobre esos asuntos.
Los expertos consultados para el Índice se muestran también
críticos respecto a la mayoría de las iniciativas estratégicas
propuestas por el Congreso y el presidente Bush desde el 11 de septiembre.
El 81% cree que la detención de sospechosos de terrorismo en la
base de Guantánamo, en Cuba, repercute de forma negativa en la guerra
contra el terror. Tampoco aprueban cómo está manejando
Estados Unidos sus relaciones con los aliados europeos, su forma de abordar
la amenaza que suponen los regímenes de Corea del Norte e Irán,
lo que está haciendo para controlar la proliferación de
armas de destrucción masiva ni su relación con los Estados
fallidos, por no mencionar más que unos cuantos aspectos. “Estamos
perdiendo la guerra contra el terrorismo porque tratamos los
síntomas, no la causa”, dice la participante Anne-Marie
Slaughter, decana de la Escuela Woodrow Wilson de Asuntos Públicos
e Internacionales en la Universidad de Princeton. “Nuestra insistencia
en que la ideología islámista radical ha sustituido a la
ideología comunista como enemigo número uno de nuestra época…
alimenta la visión del mundo que tiene Al Qaeda”.
Estas conclusiones sobre la actuación de EE UU son más
preocupantes si se tiene en cuenta que, aunque da la impresión
de que los estadounidenses se están cansando de la guerra
contra el terrorismo, los expertos consultados parecen creer que ésta
no ha hecho más que empezar. En consecuencia, una mayoría
está de acuerdo en que es necesario que se haga más hincapié en
una victoria de las ideas, y no sólo de las armas. No es extraño,
puesto que casi el 80% cree que el rechazo generalizado a las ideologías
radicales en el mundo musulmán es un elemento fundamental para
lograr la victoria. Para ganar la batalla de las ideas, dicen los expertos,
Estados Unidos tiene que poner mucho más énfasis en sus
instrumentos no militares. Más de dos tercios dicen que sus autoridades
deben reforzar Naciones Unidas y otras instituciones multilaterales.
Al mismo tiempo, los expertos indican que el Gobierno debe abordar las
amenazas con más imaginación. Al preguntar cuál
es el mayor peligro concreto para la seguridad nacional estadounidense,
casi la mitad afirma que las armas nucleares y otras armas de destrucción
masiva descontroladas, un tercio responde que Al Qaeda y el terrorismo,
y sólo un 4% cree que Irán. Cinco años después
de los atentados del 11 de septiembre, esto nos recuerda que tal vez
los mayores retos están aún por llegar.
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