El milenario sistema de estratificación social por castas indio pervive hoy en día. ¿Cómo afecta a la “mayor democracia del mundo"?

En los últimos dos años hemos asistido a noticias sobre disturbios en India, motivados por la sorprendente demanda de algunas castas de ser reconocidas como “atrasadas”. Se trata de la expresión más reciente de la disfuncionalidad de un sistema social arcaico que es conveniente poner en contexto.

El sistema de castas indio es a la vez muy sencillo y muy complicado de explicar. De forma simple, podemos decir que se trata de un sistema de organización social apoyado en conceptos religiosos que asigna a cada individuo una función en el entramado social de por vida. Así, en este sistema cerrado de estratificación, el estatus de una persona viene definido por la casta en la que ha nacido.

Pero como todo en India, hacer generalizaciones es inútil. Por una parte, el sistema de castas fue oficialmente abolido en la Constitución del nuevo Estado indio en 1947. Por otra, en una población de más de 1.200 millones de personas, la aplicación del sistema de castas varía enormemente de una región a otra en función del desarrollo económico, la educación, la adhesión a principios religiosos o, sobre todo, la condición rural o urbana.

Para entender la situación en India con respecto a las castas a día de hoy es necesario abordar el tema desde dos ángulos. Por un lado, debemos comprender de dónde surgen las castas, cuál es su origen y justificación histórica. Por otro, hay que complementar esa visión con la de India desde su independencia donde, si bien se ha mantenido el concepto tradicional de las castas, este convive con los efectos de una sociedad y un Estado en fases muy dispares de evolución que combinan una innegable modernidad con enormes focos de atraso y subdesarrollo.

 

Qué son y cuándo surgen las castas

Un indio perteneciente a las casta de los Brahmins durante un ritual religioso. Sam Panthaky/AFP/GettyImages
Un indio perteneciente a las casta de los Brahmins durante un ritual religioso. Sam Panthaky/AFP/GettyImages

El sistema de castas indio se dividía originalmente en cuatro castas o varnas jerarquizadas: los Brahmins o Brahmans que constituirían la clase sacerdotal superior; los Kshatriyas o guerreros, es decir, la clase gobernante; los Vaishyas o mercaderes, todo aquel dedicado a actividades económicas; y los Shudras, trabajadores, campesinos, sirvientes, etcétera.

Por debajo de estas cuatro castas se encuentran los “intocables” o “sin casta”. Individuos que realizan labores particularmente indeseables, así como tribus y grupos indígenas ajenos en buena medida a la cultura india.

Con el tiempo se desarrollaron subcastas, o jatis, de las que existen millones y que se definen por el trabajo desempeñado por sus integrantes.

El sistema es endogámico, al no poder existir matrimonios entre distintas castas, ni jatis, y además restringe la ocupación a la que un individuo dedique su vida. Existen normas estrictas que definen las interacciones entre las castas constituyendo un complejo sistema jerarquizado de relaciones sociales.

El sistema cuenta con una racionalización en términos religiosos. Por una parte en relación con los conceptos de pureza e impureza, claves en el hinduismo. Obviamente, las castas altas serían más puras que las bajas y de ahí deriva toda una serie de normas que, por ejemplo, impiden a los intocables o a algunas castas bajas entrar en los templos o fuerzan a otras a apartar la mirada cuando aparece un miembro de una casta superior.

Por otra parte, la creencia en la reencarnación ha evitado la revuelta de las castas bajas. El hinduismo, a grandes rasgos, considera que la vida en la que se nace depende del karma acumulado en las anteriores, es decir, las buenas o malas acciones. De manera que lo que tienes en esta vida es consecuencia de las anteriores. La forma de mejorar en la siguiente, reencarnándose en una posición superior, es seguir el dharma en la presente, lo que supone aceptar lo que te ha tocado y vivir de manera virtuosa de acuerdo con tu posición, ya seas un intocable, un brahmin o un shudra.

En cuanto al origen de sistema, existen explicaciones tanto religiosas como históricas. Según el Rig Veda, un antiguo texto religioso hindú, Purush, el primer hombre, se sacrificó para crear a la raza humana y de las distintas partes de su cuerpo surgieron las diferentes varnas: los brahmins de su cabeza, los kshatriyas de sus manos, los vaishyas de sus muslos y los shudras de sus pies.

Históricamente, el sistema de castas se asocia a la llegada de los arios, invasores procedentes de Asia Central, al subcontinente indio hacia el 1.500 a.C. Los arios mantenían un sistema social llamado Varna Vyavashta, basado en cuatro clases sociales. Este es el sistema que impusieron sobre la población dravídica local, a la que le tocó el papel de shudras, manteniendo los roles sociales superiores en manos de la nueva clase dominante.

 

Movimientos contra el sistema de castas

El primero y más conocido fue el encabezado por Buda alrededor del siglo VI a.C. y del que surgió el budismo. Buda, un kshatriya, era un firme crítico del sistema. Muchos individuos de las castas bajas se volvieron hacia el budismo, hartos de la opresión del sistema.

Protesta contra los ataques a la casta Dalit con la fotografía de Bhimrao Ramji Ambedkar al fondo. Sam Panthaky/AFP/Getty Images
Protesta contra los ataques a la casta Dalit con la fotografía de Bhimrao Ramji Ambedkar al fondo. Sam Panthaky/AFP/Getty Images

Sin embargo, hay que esperar hasta mediados del siglo XIX para la llegada de los primeros movimientos modernos anticastas. Los primeros intentos pretendían eliminar el concepto de “intocabilidad” en el seno del hinduismo pero, a partir de comienzos del siglo XX, el movimiento de shudras e intocables comenzó a distanciarse del hinduismo.

El propio Gandhi trató de transformar las actitudes hacia las castas bajas, acuñando el término de harijans (gente de Dios) para referirse a las mismas. Gandhi pretendía la reforma del hinduismo de manera que fuera más incluyente con los harijans. El término harijan fue considerado un tanto paternalista por algunos líderes de las castas bajas y sería abandonado ya en los 70 por el de dalits, nombre que se les da hoy en día.

Quizás el mayor promotor del movimiento anticasta fue Bhimrao Ramji Ambedkar. Hacia los años treinta el pasado siglo, Ambedkar, contrariamente a Ghandi que consideraba el problema como un asunto moral, afirmó que la subordinación de los dalits era un asunto económico y político y que solo podía ser resuelto a través de la reforma de las estructuras sociales mediante cambios políticos, legislativos y educativos.

Ambedkar fue de los primeros intocables en acceder a la educación universitaria y, a pesar de ser un duro crítico del Partido del Congreso, fue presidente de la comisión que redactó la Constitución india, así como ministro de Justicia entre 1947 y 1951. Ambedkar introdujo en la Constitución la reserva de un porcentaje de escaños en las elecciones para dalits y sentó con ello las bases del sistema actual de reservas para castas desfavorecidas. Sin embargo, descontento con el escaso avance de la lucha contra las castas tras la independencia, abandonó el Gobierno y, en 1956, realizó uno de los mayores actos de protesta en India, promoviendo la conversión en masa al budismo de varios millones de personas.

 

Las castas hoy

La Constitución india de 1950 inauguró el mayor sistema del mundo de discriminación positiva. En la misma se garantiza a lo que desde entonces se viene denominando Scheduled Castes and Tribes (SC/ST), es decir, las castas y tribus desfavorecidas, no solo igualdad de oportunidades, sino toda una serie de ventajas que incluyen la reserva de plazas en instituciones educativas, de empleos públicos e incluso de escaños en el Parlamento nacional y las asambleas estatales.

Se esperaba inicialmente que este sistema fuera temporal y que con el tiempo la conciencia de casta fuera desapareciendo tras la independencia. Sin embargo, esto no ha sido así.

La casta es un poderoso reclamo para crear identidades y, como tal, se ha demostrado muy útil como herramienta de movilización política en la democracia india. Desde la independencia, han surgido numerosos partidos políticos basados en la casta, e incluso los que no se centran en una concreta emplean el discurso de las castas para obtener beneficios electorales. Por otra parte, las promesas de garantizar reservas de empleos o plazas educativas para unas u otras es siempre garantía de votos.

En algunos estados el empleo electoralista del sistema de reservas se ha ido de las manos, como en el caso de Tamil Nadu, donde el 69% de los empleos públicos y las plazas educativas están reservadas para toda una serie de castas desfavorecidas. Se ha llegado al extremo de que muchos brahmins tratan de obtener certificados falsos para hacerse pasar por dalits y acceder a los beneficios del sistema discriminatorio.

Una mujer india, perteneciente a una casta baja, trabaja limpiando. Prakash Singh/AFP/Getty Images
Una mujer india, perteneciente a una casta baja, trabaja limpiando. Prakash Singh/AFP/Getty Images

El sistema de discriminación se tornó más político en 1989, cuando el Gobierno indio decidió ampliar su cobertura a las denominadas Other Backward Classes (OBCs). Se trataba de castas bajas o intermedias consideradas desfavorecidas simplemente por no ser castas altas.

Conforme se reduce el número de plazas en las universidades y en la administración pública disponibles, se produce el curioso fenómeno de castas compitiendo entre sí por ser consideradas más desfavorecidas que el resto y acceder al estatus de OBC. Esta situación está detrás de las protestas de los patel en Gujarat o, más recientemente, los jats en Haryana.

Otro efecto del sistema discriminatorio ha afectado a la educación. Existen enormes diferencias en las cualificaciones de los alumnos que acceden por el sistema general y aquellos que lo hacen por cuota, ya que se tiende a rebajar considerablemente los criterios de acceso para estos últimos. Igualmente, en la práctica, las exigencias a unos y otros estudiantes no son las mismas durante su paso por las universidades.

Independientemente de las reservas establecidas en la Constitución, el factor que más ha influido a la hora de distorsionar el sistema de castas ha sido el acelerado crecimiento económico iniciado a comienzos de los 90. El aumento de oportunidades económicas abrió la posibilidad a desligarse de los roles impuestos por el sistema de castas.

Hoy en día, al menos en las ciudades, y hablando de una manera muy general, las castas tienen menor importancia de cara a la educación o a la búsqueda de un empleo que en términos sociales, particularmente para el acceso a la política y, algo mucho más relevante de lo que pudiera parecer, los matrimonios.

No obstante, entre la inmensa población rural india que no ha emigrado a las ciudades todavía, el sistema de castas continúa en vigor. Los abusos y la constante discriminación contra los dalits por parte de las castas altas siguen siendo algo cotidiano, a pesar de existir leyes específicas para su protección.

En amplias regiones donde el acceso a la educación es aún mediocre y el desarrollo económico limitado, el brahmin pobre sigue siendo socialmente superior al dalit emigrado que retorna tras haber hecho fortuna en la ciudad. Los abusos de las castas terratenientes sobre quienes cultivan sus tierras, incluidas violaciones y asesinatos, son frecuentes además de quedar impunes, ya que las fuerzas del orden tienden a enmarcarse igualmente en el sistema de castas, favoreciendo siempre a las superiores.

En definitiva, tras casi 70 años de independencia, India ha logrado difuminar ligeramente la estructura social de las castas, en parte por las medidas discriminatorias constitucionales y, en parte, gracias al desarrollo económico. Sin embargo, los avances en educación que son los que debieran cambiar el modelo social han quedado muy atrás, permitiendo la supervivencia de un sistema que se demuestra atroz para cientos de millones de personas.