En el artículo ‘¿Qué ha hecho Fidel
por Cuba?’ (febrero/marzo, 2007),
Ignacio Ramonet dice alegremente
que los cubanos no quieren cambios
y que la estructura comunista, de 50
años ya, goza de buena salud. Estoy
de acuerdo en lo perjudiciales que
han resultado las políticas de Estados
Unidos para la democratización
de la isla, y también en algunos
de los logros del régimen en materia
de sanidad y educación, o al
conseguir dotar a la isla de una
fuerte identidad nacional.

Sin embargo, parece ignorar lo
fundamental: la libertad. En Cuba,
Ramonet no podría mantener este
debate con Carlos Alberto Montaner
porque éste estaría en una
prisión cubana donde van a parar
todos aquellos que abogan por el
cambio. Además, Ramonet centra
su poderosa batería argumentativa
en Estados Unidos, tomando
como blanco la discutidísima política
exterior estadounidense. Siempre
que critiquemos a Washington
en ese aspecto, por lo menos
en Europa, contaremos de entrada
con un gran respaldo, pero eludiendo
la verdadera causa de este
debate: la libertad en Cuba.

Es curioso cómo algunos intelectuales caen subyugados ante el carisma del comandante,
ignorando la condena que el dictador ha impuesto a la isla. Si alguna vez Fidel
hizo algo por Cuba, fue hace mucho tiempo. El cambio vendrá aunque algunos no
quieran verlo ni justificarlo. La libertad no se puede medir y la ideología
no debería cegarnos. Cuba necesita democracia, y será lo que los cubanos quieran
que sea.

  • Diego Contreras
    Sevilla, España

Es cierto, como afirma Ignacio
Ramonet, que no se han desatado
protestas en la isla desde que
Castro cediera el poder a su hermano
el año pasado. La razón no
es que los ciudadanos no quieran
cambios, sino que el sistema de
represión permanece totalmente
intacto. Saben lo que les espera si
los piden: vigilancia, acoso, agresiones,
pérdida de empleo, la
prohibición de visitar a sus familias
en el extranjero y la prisión.

Ramonet está en lo cierto cuando
dice que el régimen castrista ha
hecho importantes progresos en
educación y sanidad. Pero se equivoca
al sugerir que éstos excusan
la sistemática negación de las libertades.
Una alta tasa de alfabetización
no da derecho a castigar a la
gente por lo que escribe. Una baja
mortalidad infantil no justifica
mantener a los médicos como rehenes,
negándoles el permiso para
visitar a sus familias en el extranjero
alegando que sus cerebros son
“propiedad del Estado”.

El embargo estadounidense a Cuba ha sido un fracaso, ya que ha dado al régimen
castrista una excusa para sus problemas y un pretexto para sus abusos. La política
de mano dura de Washington ha permitido a Castro jugar el papel de David
latinoamericano frente al Goliat estadounidense, un rol que explota
para ganar apoyos en el extranjero. Un ejemplo es Ramonet. En EE UU es el periodista
europeo que defiende a un Gobierno que durante décadas ha negado a sus ciudadanos
el derecho de ejercer su propia profesión: el periodismo independiente.

Carlos Alberto Montaner es
demasiado optimista en sus predicciones.
Se necesitará más que la
muerte de Castro para traer cambios
a la isla. El fin del embargo no
será suficiente. Lo que se precisa
ahora es un esfuerzo moderado y
multinacional de la comunidad
internacional dirigida a presionar a
Cuba para que respete las libertades.

  • José Manuel Vivanco
    Director ejecutivo del área
    de las Américas en Human Rights Watch
    Washington, EE UU
  • Daniel Wilkinson
    Subdirector del área de las Américas
    en Human Rights Watch
    Washington, EE UU

Es difícil creer que exista todavía un
abierto defensor de la dictadura de
Castro como Ramonet. La defensa
del totalitarismo que hace es extrema
y caricaturesca. Que justifique la subyugación
de la gente con el argumento
de que los cubanos no se han
“rebelado” contra su opresor es
inconcebible. Estos razonamientos,
cuando las prisiones están llenas de
hombres y mujeres por su oposición
al régimen, son vergonzosos.

Castro ha establecido un sistema
totalitario sin precedentes por
su ferocidad en el hemisferio occidental.
Un régimen racista donde
los hombres jóvenes y negros son
sistemáticamente detenidos y enviados
a prisión sin cargos bajo la política
de “detención preventiva”.
Cientos de presos políticos se
pudren en los calabozos, mientras
Ramonet justifica a sus carceleros.

La familia Castro ha empezado
a comprar significativas participaciones
de tierras en España y a
transferir cientos de millones de
dólares a cuentas de bancos
extranjeros. Más que nadie, saben
que su era se termina.

  • Lincoln Díaz-Balart
    Congresista republicano por el Estado de Florida, Washington, EE UU

Durante los años en los que Cuba
se benefició de la favorable relación
comercial con la URSS, desarrolló
la sociedad más igualitaria
en el mundo. Sus ciudadanos quizá
no podían hablar libremente, pero
tenían garantizadas comida, casa,
sanidad y educación. Hoy, la revolución
cubana es todavía fuerte y la
economía experimenta un gran crecimiento:
el 8% en 2005 y alrededor
del 12% en 2006. Cuba tiene
nuevas y cruciales relaciones económicas
con Venezuela y China. El
precio del níquel, una de las principales
exportaciones de la isla, está
en un momento álgido y un nuevo
campo petrolero en la costa norte
tiene a varios países pujando por los
derechos de perforación.

La esperanza en Miami y en
Washington ha sido siempre que si
Castro desaparecía de escena, la
estructura revolucionaria se vendría
abajo. Ocho meses después,
no ha habido un único signo de
agitación. Me gustaría ver a Cuba
transformarse en una sociedad con
más libertades, pero la política de
amenazas y presiones de la Administración
Bush es equivocada.
Reduciendo las tensiones, abriendo
los desplazamientos entre
EE UU y la isla y comenzando el
diálogo se avanzaría más.

  • Wayne Smith
    Investigador del Centro para la Política Internacional, Washington, EE UU

Carlos Alberto Montaner e Ignacio Ramonet son dos respetados autores, pero
ambos perpetúan el statu quo. Su debate no proporciona a los lectores
informados casi conocimientos sobre la Cuba moderna. ¿Por qué no reconocen que
hay violaciones de los derechos humanos, a la vez que aceptan también que se
han producido numerosos éxitos en materia de medicina y educación? Cuba no es
el infierno dictatorial que algunos creen ni el paraíso socialista que otros
quieren ver. Es un complejo, cambiante y extraordinario lugar con unos ciudadanos
creativos, inventivos y capaces. Los cubanos se merecen un discurso de mayor
nivel.

  • Catherine Moses
    Profesora adjunta de Gobierno y Sociología en la Universidad Estatal de Georgia,
    Milledgeville, Georgia, EE UU

Carlos Alberto Montaner responde:
Lincoln Díaz-Balart menciona un asunto delicado que el Gobierno cubano esconde:
la discriminación racial persiste en la isla a pesar del discurso oficial. Después
de medio siglo de revolución, negros y mulatos continúan poblando las capas
sociales más bajas de Cuba.

Por otra parte, es verdad que Castro ha usado el embargo de Estados Unidos
para justificar su dictadura. Sin embargo, en América Latina ha habido cientos
de tiranos y todos ellos han encontrado siempre una excusa. El comunismo no
está legitimado por las acciones hostiles de otros países. EE UU fue criticado
durante todo el siglo pasado por mantener buenas relaciones con los dictadores
latinoamericanos. ¿Es justo criticar también ahora las malas relaciones?

Los razonamientos hechos por Wayne Smith me recuerdan a los realizados por
los nazis: el régimen no es tan malo, después de todo, Hitler puso fin a la
inflación y construyó el mejor sistema de carreteras de Europa. Es también sorprendente
que tome en serio los datos económicos oficiales de Cuba, que son un río de
falsedades y manipulaciones.

Catherine Moses no sólo tiene dificultades para realizar juicios morales (poniendo
en la misma escala la violación de los derechos humanos y un extensivo sistema
educativo), sino que también malinterpreta mis puntos de vista. Escribí que
hay un amplio acceso a la sanidad y a la educación en Cuba, pero esto no justifica
la dictadura. Una sociedad sana y formada no se merece producir tan poco y,
en consecuencia, vivir tan miserablemente.

Ignacio Ramonet responde:

Aunque respeto generalmente el trabajo de Human Rights Watch, estoy en desacuerdo
con Vivanco y Wilkinson cuando afirman que no ha habido protestas públicas en
Cuba desde el verano a causa de “la maquinaria represiva de Castro”. Están seriamente
equivocados. Por otro lado, EE UU presiona al país no sólo a través del embargo
comercial, sino también mediante intervenciones militares y con el respaldo
a ataques que han causado la muerte a más de 3.500 cubanos. La isla existe en
una realidad anormal, y EE UU es la responsable de esa anormalidad.

Díaz-Balart, el más hostil legislador [republicano] hacia Cuba del Congreso
estadounidense, obviamente exagera. Cuando evoca “un totalitarismo (…) sin
precedentes por su ferocidad en el hemisferio occidental”, ¿de qué país habla?:
¿del Haití de Duvalier?, ¿de la Nicaragua de Somoza?, ¿del Paraguay de Stroessner?,
¿de la Argentina de Videla?, ¿del Chile de Pinochet? o ¿de la Guatemala de Ríos
Montt? Estos dictadores fueron puestos en el poder por administraciones estadounidenses,
la mayoría del mismo partido de Díaz-Balart.

En relación a la carta de Catherine Moses, yo no veo a Cuba como un “paraíso
socialista”. Los paraísos sólo existen en los anuncios turísticos. Sin embargo,
para decenas de millones de personas que viven en la jungla de hormigón del
mundo real contemporáneo –sin cobijo, trabajo, comida, cuidados médicos, educación,
electricidad o agua potable– Cuba podría ser, a pesar de todas sus imperfecciones,
un deseable paraíso en el horizonte.