Desde la primavera de 2021, Bielorrusia se ha convertido en el nuevo foco migratorio para aquellos que buscan alcanzar la Unión Europea.

El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, ha optado por usar los flujos migratorios como herramienta en su estrategia contra la UE a causa de las sanciones impuestas tras las fraudulentas elecciones de 2020. El Gobierno polaco ha respondido incrementando la presencia policial y militar en la zona, en alarde de una clara postura en contra de la inmigración.

Las expectativas de los que se embarcan hacia Minsk se ven frustradas al llegar a la frontera, viendo que lo que se encuentran no se corresponde con las facilidades para lograr acceder a territorio europeo tal y como les fue prometido. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), se estima que ya son más de 4.000 los migrantes que se encuentran atrapados entre las fronteras de Bielorrusia, Polonia y otros Estados europeos. Una situación cada vez más desesperada ante la cual no parece convencer la llamada a la creación de un corredor humanitario para el retorno seguro de estas personas hasta sus países de origen.