Las amenazas para el desarrollo pacífico de la región mediterránea podrían transformarse en oportunidades para lograr una prosperidad compartida y sostenible.

La región del Mediterráneo, con más de 450 millones de habitantes conectados por un mar común es un punto crítico para la sostenibilidad ambiental, económica y social. Representa, en pequeña escala, la mayoría de los retos y oportunidades globales del mundo moderno: la urbanización acelerada, la contaminación persistente, la extinción de especies, el aumento de estrés climático, el desempleo juvenil, la escasez de agua, la desigualdad social y,  por último, pero no menos importante, las tensiones políticas.

En ese sentido, el futuro de la región sin duda influirá en los patrones de desarrollo del resto del planeta. Un éxito para implementar un modelo de desarrollo sostenible basado en un crecimiento verde, inclusivo y justo, generará confianza a los líderes y ciudadanos para seguir este comino en otros países emergentes o industrializados. Sin embargo, un fracaso de las políticas y falta de resultados amplificaran la desconfianza y tensiones entre los países y comunidades compitiendo por recursos cada vez más escasos.

 

1. El creciente impacto ecológico puede ser mitigado por políticas públicas inteligentes













La huella ecológica de la región mediterránea



Mediterranean Ecological Footprint trends, Global Footprint Network, 2012

Las preocupaciones: Siguiendo una tendencia mundial, la huella ecológica del Mediterráneo –la cantidad de tierra necesaria para producir los recursos necesarios y reciclar los residuos generados– aumentó en un 52% desde 1961 y 2008, mientras que la biocapacidad de la región disminuyó un 16%. En 2008, sólo el 40% de la huella ecológica de la región correspondió a los recursos ecológicos locales. Este déficit medio ambiental generó un agotamiento de las reservas naturales locales y la sobrecarga de sumideros mundiales de carbono, así como la importación de recursos alimenticios y de energía de fuera de la región. Desde otra perspectiva, el coste medio anual de la degradación ambiental en los Estados árabes se estima en cerca de un 5% de su PIB combinado en 2010, alrededor de 95.000 millones de dólares (unos 73.000 millones de euros).

La buena noticia: Mirando con más atención los datos, la alimentación, el transporte y los hogares son los principales contribuidores de esta huella ecológica. Estos sectores pueden ser reorientados por los gobiernos locales y nacionales a través de políticas sostenibles e integradores basadas en buenas prácticas de la región. Una reducción del 25% en los subsidios a la energía  liberaría más de 100.000 millones de dólares durante un período de tres años y podría financiar programas sociales o educativos. Siguiendo el ejemplo de la ciudad de Barcelona, una planificación urbanística inteligente, basada en el respeto de la compacidad y complejidad de las urbes mediterráneas, puede garantizar un desarrollo económico armonioso con un uso eficiente de los recursos naturales y la integración enriquecedora de una emigración rural o regional.

 
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