
Políticos, instituciones e investigadores denuncian que Azerbaiyán está destruyendo deliberadamente los monumentos armenios en las zonas fronterizas en disputa. ¿Qué acciones se pueden llevar a cabo para evitar la destrucción del patrimonio cultural armenio?
La segunda guerra de Nagorno Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán, en otoño de 2020, se cerró en falso. En la frontera sigue habiendo tiroteos esporádicos y escaladas de tensión. El acuerdo de paz, supervisado por Rusia, dejó bajo control de Azerbaiyán, muy superior a Armenia económica y militarmente, varios de los territorios en disputa. Para comprender la ambición azerí de apoderarse de esta zona, históricamente de mayoría armenia, es crucial detenerse en su proyecto nacionalista que promueve la saga de los Aliyev: Heydar Alíyev, presidente del país entre 1993 y 2003, y su hijo Ilham, al frente desde entonces.
Los armenios son un pueblo de lengua indoeuropea, con alfabeto propio y con una antiquísima tradición cristiana, rodeado de naciones de lengua turca y religión musulmana, entre ellas la azerbaiyana. Esta circunstancia les ha procurado a los armenios numerosos conflictos y persecuciones por parte de sus vecinos, culminadas con el genocidio perpetrado por los turcos entre 1915 y 1923. Aquella pretensión otomana de homogeneizar el imperio (una sola lengua, una sola etnia, una sola religión) es antecesora de la actual visión nacionalista y expansionista del gobierno de Azerbaiyán. Solo una lengua, una etnia y una religión en los territorios históricos de la nación. La cultura armenia es una anomalía y una importación extranjera.
“Todo se remonta a 1992, durante la primera guerra de Nagorno Karabaj, en la ciudad vieja de Bakú”, explica el historiador estadounidense de origen armenio Christopher J. Khachadour, que investiga el genocidio armenio en la Universidad de California, “cuando una iglesia armenia fue derruida y construyeron un café en su lugar”. Ese fue el comienzo de una destrucción y falsificación exhaustiva, promovida desde el Estado, del patrimonio armenio en las regiones en disputa.
Programa estatal de borrado cultural sistemático
Adam Thomas Smith es profesor en el Departamento de Antropología de la Universidad de Cornell, codirige el observatorio Caucasus Heritage Watch (CHW) y lleva trabajando en la zona desde hace tres décadas: “Es evidente que existe un programa estatal de borrado cultural sistemático que se dirige contra monumentos armenios, ya sean iglesias, monasterios o cementerios”. Sus múltiples visitas a la región, además de las investigaciones basadas en imágenes por satélite, puesto que Azerbaiyán no les autoriza a acceder a la zona, le permiten dar algunos datos que ilustran la dimensión del fenómeno: entre 1997 y 2011, fueron derribadas 108 de las 110 iglesias armenias de la región de Najicheván, históricamente armenia pero hoy bajo jurisdicción azerí.
Según escribe Simon Maghakyan, exdirector de Save Armenian Monuments e investigador en la Universidad de Cranfielg, en 2006 el gobierno de Azerbaiyán había destruido “los 28.000 monumentos religiosos armenios de Najicheván”. Esa cifra incluye 22.000 tumbas y cerca de 5.900 “hatchkars” del siglo XVI, unas cruces ...
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