Con los recortes presupuestarios del Gobierno español muchas ONG han desparecido y los proyectos han encallado, haciendo que la más afectada sea la población civil.

No debe ser fácil para los actores de la cooperación explicar, por ejemplo, a los desplazados somalíes del campo de refugiados de Dollo Ado que habrá días en los que comer será una tarea fragosa debido a los reajustes presupuestarios que en el caso de España ataca, directamente, a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). El recorte ha sido de 1.389 millones de euros, lo que se traduce en un tijeretazo de casi un 50%. “Es un golpe mortal y ciego el que nos han dado”, ha denunciado Mercedes Ruiz-Giménez, la presidenta de la Coordinadora de ONG de Desarrollo de España (CONGDE). Tampoco será fácil para los miles de refugiados malienses que sobreviven con diez litros de agua al día y, muchas veces, ni siquiera eso. Secos por el abrasante calor del Sahel que incluso les impide acceder a un correcto sistema de saneamiento, puede acarrearles unos riegos de transmisión de enfermedades. Los dramas de orden social y económico acumulados en los países subdesarrollados imposibles de mitigar por la falta de fondos han empezado a poner en peligro la vida de muchas familias. En el caso concreto de Malí, el tsunami en la región norte ha generado aún más desastre y la irrupción armada de los islamistas en la zona ha provocado la huida de los cooperantes extranjeros que, de la noche a la mañana, abandonaron nerviosos sus instalaciones dejando en el aire los proyectos en marcha de esta castigada región.
En el vecino Mauritania, donde reina una relativa calma política, la crisis económica hizo trizas algunas expectativas de la lucha contra la precariedad. En la capital de la República Islámica mauritana, donde se concentra la mayor parte de una población que no supera los tres millones de habitantes, no son aislados los quartieres (barrios) faltos de suministro de electricidad y agua potable. Todo el país sufre, además, una insuficiente producción agrícola local, lo que obliga al Estado a importar el 70% de lo que consume. Cierto es que en el ganado hay excedente, pero lo que se refiere al cereal, Mauritania depende del exterior. El aumento, por tanto, de los precios agrícolas y los alimentos más elementales, golpea sin piedad a la sociedad mauritana.
He aquí el problema en los tiempos que corren, en los que el Gobierno español a la hora de escatimar, ajustar y ahorrar recurre a la ayuda y a la cooperación al desarrollo. Mauritania está sintiendo, como nunca, el frío de la crisis económica y organizaciones humanitarias como Intermón Oxfam se ve en mitad de un proceso de materialización de proyectos con el agua al cuello.
El programa de Buen gobierno de Intermón Oxfam para el territorio mauritano ha demostrado su pertinencia y su potencial de multiplicación en una zona donde la inversión del Estado es escasa y mal repartida. Este proyecto se había presentado a la ...
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