La sequía amenaza el vital servicio de suministro de agua en camiones cisterna del sediento noreste brasileño.

Una vaca muerta a causa de la sequía que afecta a Pesqueira, noreste de Brasil.
Una vaca muerta a causa de la sequía que afecta a Pesqueira, noreste de Brasil. Maria Elizabete Pires

Para la comunidad rural de Pacheco, en el noreste de Brasil, la escuela local nunca había sido tan importante. Es el único lugar en esta zona azotada por la sequía que tiene agua del grifo.

Pero para llenar el tanque de la escuela, el agua debe ser transportada en un camión cisterna desde un embalse a 40 kilómetros de distancia que está agotándose a toda velocidad.

“Este es el único modo de acceder al agua que tenemos aquí. No disponemos de ninguna fuente natural de agua, todo está seco. Nos enfrentamos a una situación muy difícil”, dice la maestra y líder de la comunidad Josilânia de Fátima dos Santos.

Los habitantes de la zona van a la escuela cada día para llenar tres o cuatro grandes cubos con agua. La distribución funciona sin incidentes, todo el mundo coopera y se lleva a casa solo lo suficiente para satisfacer las necesidades de beber, cocinar y mantener la higiene de su familia.

“Ojalá pudiéramos tener agua fresca para beber. Rezamos para que llueva, estamos desesperados”, dice Dos Santos.

“Nos hemos dado cuenta de que el clima ha cambiado, pero no sabemos qué hacer para combatir este problema”.

Al igual que los de Pacheco, casi 18.000 habitantes del extenso municipio de Pesqueira,en el estado de Pernambuco, no tienen agua corriente.

El noreste de Brasil está experimentando su peor sequía en 50 años, que los científicos relacionan tanto con el actual fenómeno meteorológico de El Niño como con un cambio climático a largo plazo.

Esta región semiárida tiene un largo historial de sequía y es vulnerable a las hambrunas y los desplazamientos de población. Cuando los cultivos se pierden, sus habitantes se ven obligados a vender sus posesiones para comprar nuevas semillas con la esperanza de que lleguen las lluvias.

Jonas Brito, secretario para el medio ambiente de Pesqueira, dice que la sequía ha forzado a las autoridades a transportar agua mediante camiones a las áreas rurales desde 2010. Pero en los últimos dos años, la situación ha empeorado y ha alcanzado un nivel de crisis.

“Estamos al borde del colapso”, dice.

 

Cultivos perdidos

Setenta camiones cisterna recorren más de 800 kilómetros de carreteras de tierra para dar abastecimiento de agua a las comunidades rurales gracias a un servicio que proporciona el gobierno local con el fin de cubrir las necesidades de la población más pobre. Los terratenientes adinerados pagan por servicios de suministro privados.

Según los datos oficiales, cada día se reparten entre 20 y 50 litros per cápita. Pero aun así no hay suficiente agua para regar los cultivos, que es la principal fuente local de ingresos.

Las plantaciones de maíz, judías y yuca se han echado a perder. La producción de leche ha caído desde 150.000 litros a 35.000 litrosal día, ya que los animales mueren de sed.

La presa de la que toman el agua los camiones está ahora funcionando a la mitad de su capacidad, dice Brito.

“Quizá el mes que viene esté vacía”, añade. Si eso sucediera, los camiones tendrán que viajar más lejos a por el agua y el coste aumentaría.

Las lluvias en el noreste de Brasil son muy irregulares, lo que conduce a catastróficas sequías, un problema que se presenta aproximadamente cada década desde el siglo XVI.

A pesar de esto, la ciudad de Pesqueira, a 215 kilómetros de la capital del estado de Pernambuco, Recife, no cuenta con un plan para abordar está pérdida de su tierra productiva.

En esta región, la disponibilidad de agua está entre las más bajas del noreste, y es de alrededor de 40 litros per cápita al día.

La sequía está afectando también a los habitantes de las ciudades, ya que el nivel de almacenaje de otro embalse que proporciona agua a las áreas urbanas ha caído un 10%.

En 2014 el gobierno federal lanzó una herramienta online para realizar un seguimiento de las sequías en el noreste. El mapa muestra una mancha de color rojo oscuro que cubre la ciudad de Pesqueira, lo que significa “sequía excepcional”.

Lo mismo sucede en algunas zonas de los estados de Piauí, Ceará, Rio Grande do Norte y Paraíba. El resto del mapa muestra “sequía grave”.

 

Un punto caliente

Un camión cisterna con agua llega a la comunidad de Pacheco en Pesqueira, noreste de Brasil.
Un camión cisterna con agua llega a la comunidad de Pacheco en Pesqueira, noreste de Brasil. Maria Elizabete Pires

Pesqueira ya había atraído la atención de los científicos en 2007, cuando José Marengo y Guillermo Obregón,del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), llevaron a cabo investigaciones sobre el clima de Brasil en el siglo XX.

Los investigadores observaron 22 localidades en cinco regiones diferentes de Brasil: norte, noreste, medio oeste, sureste y sur. Descubrieron que el mayor incremento de temperatura se producía en Pesqueira, donde había subido unos 0,6 grados Celsius por década de 1981 a 2000.

Estos aumentos locales de temperatura están vinculados al calentamiento global, según afirmaba el primer informe del Panel Brasileño sobre Cambio Climático (PBMC), publicado en enero.

“El impacto del cambio climático en Brasil es más evidente en la región noreste”, dice Marengo, autor también de informes publicados por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.

Además, las sequías que se producen en esta región también han sido relacionadas con El Niño, una interacción a gran escala entre el océano y la atmosfera vinculada a calentamientos periódicos en la temperatura de las aguas superficiales del Pacífico.

El Niño puede influir en el clima regional y global, cambiando los patrones de los vientos y afectando a las lluvias en los trópicos y latitudes medias.

Si las temperaturas medias continúan ascendiendo en todos los continentes y océanos, el fenómeno de El Niño podría ocurrir más a menudo y hacerse más intenso, señala Marengo.

Los modelos sugieren que es probable que las temperaturas en la superficie del agua en la zona oriental y central del Pacífico tropical van a sobrepasar en dos grados Celsius a la media hasta el final de este año, situando potencialmente a El Niño de 2015-2016 entre los cuatro fenómenos más fuertes desde 1950.

Ya está teniendo efectos devastadores en comunidades como Pacheco.

“Hemos observado que las lluvias han disminuido, la sequía es más intensa y hace más calor que antes", dice Brito.

Con el fin de abordar la escasez de agua en la región, el gobierno federal está poniendo en práctica un plan para desviar parte de la corriente del río São Francisco a través de un canal que llevará agua a Pesqueira.

Se espera que su construcción esté finalizada a finales de 2016, pero eso no va a suponer la solución urgente que la gente de Pacheco aguarda con desesperación.

“Necesitamos ayuda, necesitamos políticas públicas que luchen contra este problema", dice Brito. “No podemos esperar”.

Las fuentes de esta historia provienen del concurso de relatos del PNUD sobre cambio climático Voices2Paris y han sido desarrolladas gracias a Megan Rowling de la Thomson Reuters Foundation.