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Con los medios internacionales y los círculos de comentaristas centrados en Kabul, casi cualquier noticia procedente de Bagdad pasó inadvertida este año. Es una lástima, porque, aunque la violencia en general descendió en Irak, el conflicto no se ha terminado, ni mucho menos. Desde una insurgencia persistente que lleva a cabo constantes atentados en las grandes ciudades, hasta los 2,7 millones de refugiados interiores que aún existen, pasando por una preocupante falta de reconciliación política en Bagdad, Irak tiene un montón de nuevos puntos calientes que amenazan con desgarrar los incipientes avances de los últimos años. Y el más inquietante de todos quizá sea el temor creciente a que estalle un nuevo conflicto entre las poblaciones árabe y kurda del país.

La escasa atención que ha atraído este tema hasta ahora se ha centrado en las reivindicaciones kurdas sobre Kirkuk y su petróleo, pero los analistas dicen que los acontecimientos en la cercana Nínive, la provincia alrededor de la ciudad norteña de Mosul, podría ser aún más peligrosa. La zona está al sur de la frontera kurda, pero contiene una gran población de dicha etnia que está deseando incorporar el territorio al Kurdistán. Después de la invasión encabezada por Estados Unidos, los kurdos pasaron a dominar políticamente en Nínive, en gran parte por la apatía de la población suní local, y estacionaron milicias peshmerga en la zona para asegurarse su control.

La situación cambió en enero cuando los suníes se unieron en torno al partido nacionalista árabe Al Hadba -que hizo campaña con un programa que incluía expulsar a las milicias peshmerga y contrarrestar la influencia kurda- y le permitieron obtener una estrecha mayoría en las elecciones provinciales de Nínive. La Lista Fraternal Kurda, el principal partido kurdo de la región, abandonó el consejo provincial y prometió no regresar si no le ofrecían una serie de puestos importantes en la dirección.

Ahora que ambas partes amenazan con recurrir a la violencia para resolver la disputa y que continúan los atentados de los insurgentes, incluido un atentado con camión bomba que mató a 20 personas en una aldea kurda en septiembre, las autoridades iraquíes y estadounidenses están cada vez más convencidas de que el conflicto de Nínive es la mayor amenaza contra la estabilidad del país. “Sin un compromiso, [Nínive] corre el peligro de arrastrar a todo el país por la pendiente”, dijo Loulouwa al Rachid, analista principal sobre Irak del International Crisis Group en septiembre. Una señal de lo tensa que se ha vuelto la situación es que las tropas estadounidenses seguían patrullando Mosul meses después de su retirada oficial de otras ciudades iraquíes.