Tras muchas oportunidades perdidas, ¿qué pueden hacer los líderes laboristas para volver a la palestra en el Gobierno de Israel?
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JACK GUEZ/AFP/Getty Images |
Isaac Herzog, líder del Partido Laborista de Israel, durante su discurso tras haber vencido en las primarias en noviembre 2013. |
Incapaces de regenerar el Partido Laborista e insuflarle nuevos aires de izquierda, además de perder diversas oportunidades como la que se les presentó cuando los indignados israelíes salieron a las calles del país a protestar, ni el haber sabido desangrar políticamente a personajes influyentes; así como la falta de peso político dentro de las filas del propio partido –e incluso desconfianza de la sociedad israelí- de su última figura más popular, Isaac Herzog, conocido como el Buyi, permiten que laborismo vuelva a resurgir de sus cenizas.
El comienzo del declive
Mientras que hace unos años el Partido Laborista (Avodá, según se pronuncia en hebreo) era un fuerza clave para la formación de cualquier Gobierno en Israel, hoy este grupo corre el peligro de ser relegado a la irrelevancia política. En la nostalgia quedan ya aquellas décadas iniciales de la segunda mitad del siglo XX dominadas por el Mapai y el Mapam –partidos que le precedieron como representantes mayoritarios de la izquierda israelí–, los ejecutivos de unidad nacional entre el Avodá y el Likud durante los años 80 o la gran coalición de centro-izquierda liderada por Isaac Rabin y Simon Peres en los 90, responsable de la puesta en marcha del Proceso de Oslo con los palestinos.
El estallido de la segunda Intifada en septiembre del año 2000 y, sobre todo, la desastrosa gestión de la crisis resultante, llevada a cabo por el entonces primer ministro laborista, Ehud Barak, supusieron un auténtico mazazo político contra el laborismo. Un golpe del que todavía no se ha recuperado.
Años después dos circunstancias vendrían a ahondar este declive. Por un lado, la presentación del alcalde de Haifa, Amram Mitzna, como cabeza de cartel electoral en los comicios de 2003 y su estrepitosa derrota frente al recién fallecido Ariel Sharon (los escaños conseguidos por el partido alcanzaron los 20 diputados frente a los 40 conseguidos por el Likud, -en una Knesset (Parlamento israelí) de 120 miembros-, cifra que no ha vuelto a superar en elecciones posteriores). Por otro, la nefasta gestión del Amir Peretz como ministro de Defensa, cartera que aceptó tras coaligarse con el partido Kadima -recién creado entonces por Sharon, pero entonces comandado ya por Ehud Olmert tras el derrame cerebral sufrido por el primero- junto al que formó gobierno una vez resultaron insuficientes los 20 escaños conseguidos por el Partido Laborista en las elecciones de 2006. Meses después estallaría la guerra entre Israel y la milicia chií libanesa Hezbolá, estando Peretz al mano de las Fuerzas Armadas de Israel. Su desastrosa actuación quedaría en evidencia en las conclusiones obtenidas tras el ...
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