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AFP/Getty Images
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Después de nueve años y dos presidentes en Estados Unidos, la guerra de Afganistán parece más difícil que nunca. Y, por si la lucha contra una insurgencia en plena metástasis y la tarea de mantener controlado al Gobierno de Kabul no fueran suficientes, el mero hecho de conseguir que lleguen suministros al país está empezando a ser un enorme problema.
La principal ruta de abastecimiento de la OTAN hasta Afganistán está cada vez más amenazada por los cierres de la frontera en el lado paquistaní y los ataques mortales de los talibanes, lo cual hace que las fuerzas internacionales tengan que depender más aún de la que Estados Unidos llama "Red de Distribución Norte" para reforzar a los 150.000 soldados que combaten. Pero esta vía, una serie de largas líneas de suministro que serpentean entre las montañas y los desiertos de Asia Central, plantea también sus problemas, poco tenidos en cuenta: disputas políticas, corrupción, malas infraestructuras y preocupaciones de seguridad, que siguen poniendo el abastecimiento en peligro, como ha demostrado 2010.
En abril, los suministros de la OTAN que se encontraban en el Centro de Tránsito de Manas, en Kirguizistán, se vieron detenidos por unos disturbios políticos...
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