• Debate, nº 64,
    4 de junio de 2004, Buenos Aires

 

Hace medio siglo, Eva Perón, Evita, la elegante y locuaz esposa del
entonces presidente de Argentina, Juan Domingo Perón, transformó el
papel simbólico de la primera dama en una fuerza política. Hoy,
el movimiento político que lleva el nombre de su marido sigue dictando
la vida pública argentina a través del Partido Justicialista,
que promueve un nacionalismo populista construido en torno a un gobierno central
fuerte. El justicialismo se ha reinventado repetidamente a sí mismo
para adaptarse a los tiempos, distanciándose primero de sus raíces
populistas de izquierdas para acercarse al neoliberalismo de los 90, y luego
regresando a ellas.

Quizás resulte lógico, pero el hecho es que la última
encarnación del partido está muy influida por la actual primera
dama argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Cristina, como la conocen
los argentinos, lleva una década moviéndose en los círculos
de poder del partido como diputada nacional y senadora popular de la provincia
de Santa Cruz. Cuando su marido, el antiguo gobernador provincial Néstor
Kirchner, ganó las presidenciales en mayo de 2003, el desconocido en
Buenos Aires era él. De hecho, muchos comentaristas atribuyen la extraordinaria
popularidad de Kirchner en las encuestas –la mayor de cualquier líder
latinoamericano actual–, en parte, a su mujer, cuyo dinámico atractivo
actúa como contrapeso del estilo de bajo voltaje que caracteriza a su
marido, y le concede un crédito extra en un país obsesionado
por las apariencias y la belleza física.

Nueva Evita: la primera dama argentina Cristina Fernández.
Nueva Evita: la primera dama
argentina Cristina Fernández.

Hoy, cada paso político que da Cristina –así como cada
conjunto que luce– es examinado por la opinión pública
argentina, consciente de la influencia que ejerce sobre su marido. Su futuro
es objeto de un reciente número de Debate, un semanario político
argentino que mezcla información y opinión para un público
relativamente pequeño pero influyente, formado por intelectuales, políticos
y periodistas. La revista, de feroz independencia, supone una voz crítica
entre los editoriales, en general serviles, de la prensa argentina, gracias
en gran medida a su cofundador Héctor Timmerman, periodista y agitador,
hijo del fallecido editor y disidente Jacobo Timmerman. El grado de análisis
que Debate dedica a Fernández de Kirchner prueba que se ha ganado el
título de presidenta en la sombra.

En su portada, Debate llama a Fernández de Kirchner "la madre
de todas las batallas". En páginas interiores, la periodista Ana
Gerschenson mide el poder de Fernández de Kirchner en función
de lo que su papel ha crecido por encima de los tradicionales deberes senatoriales.
Se consulta a la primera dama sobre asuntos políticos, colabora en las
negociaciones con el FMI, preside el Comité de Asuntos Constitucionales
del Senado y ocupa un puesto en el Comité Judicial. Es enviada con frecuencia
al extranjero como "segunda ministra de Exteriores", en palabras
de Gerschenson, y ha viajado recientemente a EE UU para reunirse con el ex
presidente estadounidense Jimmy Carter, con editores de The
Washington Post
y con la senadora Hillary Rodham Clinton, con quien Fernández de Kirchner
es comparada regularmente.

La primera dama podría incrementar su poder aún más si
llevara a cabo su decisión de presentarse en 2007 a gobernadora de la
provincia de Buenos Aires, bastión del peronismo. La elección
la enfrentaría posiblemente a un candidato elegido a dedo por el antiguo
gobernador y hombre fuerte del partido, Eduardo Duhalde, que fue el presidente
de transición antes de las elecciones de 2003. Duhalde cedió su
apoyo a Kirchner en esas elecciones para eliminar a su rival en el partido,
el ex presidente Carlos Menem. Desde entonces, Kirchner se ha esforzado por
distanciarse de Duhalde, prefiriendo construir lo que él llama alianzas "transversales" con
líderes políticos fuera del peronismo. Algunos ven en esta estrategia
una oportunidad para alejar al peronismo de la corrupción del último
medio siglo, pero lo cierto es que también ha ofendido a algunos viejos
amigos: en la convención del partido en marzo de 2004, Fernández
de Kirchner fue abucheada por los fieles a Duhalde.

En su artículo ‘Todos quieren a Cristina’, el analista
político Luis Tonelli considera a Fernández de Kirchner una herramienta
poderosa en la lucha entre su marido y Duhalde, definiéndola como "el
as más fuerte de la baraja con la que cuenta el presidente para sus
proyectos políticos". Las encuestas sitúan la aprobación
de la primera dama por encima del 60% en la provincia de Buenos Aires. Una
victoria en el campo de Duhalde consolidaría el poder de los Kirchner
en la región más importante políticamente de Argentina.
Al unir al Partido Justicialista bajo su bandera, los Kirchner podrían
impulsar sus reformas de los presupuestos federales y del reparto del poder,
que se quedaron estancadas con gobiernos anteriores.

Los Kirchner han creado un todo que es mayor que la suma de sus partes. Primeras
damas, como Marta Sahagún, en México, o Eliane Karp, en Perú,
llenan muchos titulares en toda Latinoamérica. Pero, mientras que estas
mujeres han aportado más controversia que apoyo real a los gobiernos
de sus esposos, la experiencia y veteranía de Fernández de Kirchner
son un activo para el de su marido. En este sentido, es tan pionera como su
predecesora en la Casa Rosada, Eva Perón.

ENSAYOS, ARGUMENTOS Y OPINIONES DE TODO EL PLANETA

El poder detrás del peronismo. David Sax

Debate, nº 64,
4 de junio de 2004, Buenos Aires

Hace medio siglo, Eva Perón, Evita, la elegante y locuaz esposa del
entonces presidente de Argentina, Juan Domingo Perón, transformó el
papel simbólico de la primera dama en una fuerza política. Hoy,
el movimiento político que lleva el nombre de su marido sigue dictando
la vida pública argentina a través del Partido Justicialista,
que promueve un nacionalismo populista construido en torno a un gobierno central
fuerte. El justicialismo se ha reinventado repetidamente a sí mismo
para adaptarse a los tiempos, distanciándose primero de sus raíces
populistas de izquierdas para acercarse al neoliberalismo de los 90, y luego
regresando a ellas.

Quizás resulte lógico, pero el hecho es que la última
encarnación del partido está muy influida por la actual primera
dama argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Cristina, como la conocen
los argentinos, lleva una década moviéndose en los círculos
de poder del partido como diputada nacional y senadora popular de la provincia
de Santa Cruz. Cuando su marido, el antiguo gobernador provincial Néstor
Kirchner, ganó las presidenciales en mayo de 2003, el desconocido en
Buenos Aires era él. De hecho, muchos comentaristas atribuyen la extraordinaria
popularidad de Kirchner en las encuestas –la mayor de cualquier líder
latinoamericano actual–, en parte, a su mujer, cuyo dinámico atractivo
actúa como contrapeso del estilo de bajo voltaje que caracteriza a su
marido, y le concede un crédito extra en un país obsesionado
por las apariencias y la belleza física.

Nueva Evita: la primera dama argentina Cristina Fernández.
Nueva Evita: la primera dama
argentina Cristina Fernández.

Hoy, cada paso político que da Cristina –así como cada
conjunto que luce– es examinado por la opinión pública
argentina, consciente de la influencia que ejerce sobre su marido. Su futuro
es objeto de un reciente número de Debate, un semanario político
argentino que mezcla información y opinión para un público
relativamente pequeño pero influyente, formado por intelectuales, políticos
y periodistas. La revista, de feroz independencia, supone una voz crítica
entre los editoriales, en general serviles, de la prensa argentina, gracias
en gran medida a su cofundador Héctor Timmerman, periodista y agitador,
hijo del fallecido editor y disidente Jacobo Timmerman. El grado de análisis
que Debate dedica a Fernández de Kirchner prueba que se ha ganado el
título de presidenta en la sombra.

En su portada, Debate llama a Fernández de Kirchner "la madre
de todas las batallas". En páginas interiores, la periodista Ana
Gerschenson mide el poder de Fernández de Kirchner en función
de lo que su papel ha crecido por encima de los tradicionales deberes senatoriales.
Se consulta a la primera dama sobre asuntos políticos, colabora en las
negociaciones con el FMI, preside el Comité de Asuntos Constitucionales
del Senado y ocupa un puesto en el Comité Judicial. Es enviada con frecuencia
al extranjero como "segunda ministra de Exteriores", en palabras
de Gerschenson, y ha viajado recientemente a EE UU para reunirse con el ex
presidente estadounidense Jimmy Carter, con editores de The
Washington Post
y con la senadora Hillary Rodham Clinton, con quien Fernández de Kirchner
es comparada regularmente.

La primera dama podría incrementar su poder aún más si
llevara a cabo su decisión de presentarse en 2007 a gobernadora de la
provincia de Buenos Aires, bastión del peronismo. La elección
la enfrentaría posiblemente a un candidato elegido a dedo por el antiguo
gobernador y hombre fuerte del partido, Eduardo Duhalde, que fue el presidente
de transición antes de las elecciones de 2003. Duhalde cedió su
apoyo a Kirchner en esas elecciones para eliminar a su rival en el partido,
el ex presidente Carlos Menem. Desde entonces, Kirchner se ha esforzado por
distanciarse de Duhalde, prefiriendo construir lo que él llama alianzas "transversales" con
líderes políticos fuera del peronismo. Algunos ven en esta estrategia
una oportunidad para alejar al peronismo de la corrupción del último
medio siglo, pero lo cierto es que también ha ofendido a algunos viejos
amigos: en la convención del partido en marzo de 2004, Fernández
de Kirchner fue abucheada por los fieles a Duhalde.

En su artículo ‘Todos quieren a Cristina’, el analista
político Luis Tonelli considera a Fernández de Kirchner una herramienta
poderosa en la lucha entre su marido y Duhalde, definiéndola como "el
as más fuerte de la baraja con la que cuenta el presidente para sus
proyectos políticos". Las encuestas sitúan la aprobación
de la primera dama por encima del 60% en la provincia de Buenos Aires. Una
victoria en el campo de Duhalde consolidaría el poder de los Kirchner
en la región más importante políticamente de Argentina.
Al unir al Partido Justicialista bajo su bandera, los Kirchner podrían
impulsar sus reformas de los presupuestos federales y del reparto del poder,
que se quedaron estancadas con gobiernos anteriores.

Los Kirchner han creado un todo que es mayor que la suma de sus partes. Primeras
damas, como Marta Sahagún, en México, o Eliane Karp, en Perú,
llenan muchos titulares en toda Latinoamérica. Pero, mientras que estas
mujeres han aportado más controversia que apoyo real a los gobiernos
de sus esposos, la experiencia y veteranía de Fernández de Kirchner
son un activo para el de su marido. En este sentido, es tan pionera como su
predecesora en la Casa Rosada, Eva Perón.

David Sax es corresponsal en Buenos Aires
para la Canadian Broadcasting Company.