El Índice anual CGD/FP de Compromiso con el Desarrollo clasifica 21 Estados ricos según lo mucho o poco que contribuyen al progreso de los más pobres. Por primera vez desde que se creó el ranking en
2003, España escala puestos, y además, es uno de los países que más ha mejorado su puntuación desde entonces. Por desgracia, los Objetivos del Milenio siguen siendo un sueño para los pueblos que sufren.
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Cuando los historiadores destilen la primera década de este nuevo
milenio, las relaciones entre los países ricos y los pobres serán
uno de los puntos fuertes. ¿Qué naciones ricas contribuyeron
al desarrollo? ¿Cuáles no? ¿Cómo afectaron las
políticas de cada Estado a los pueblos menos avanzados que trabajan
con ahínco para mejorar sus vidas? Para ayudar a responder a estas preguntas,
el Centro para el Desarrollo Global (CGD, en sus siglas en inglés) y
Foreign Policy han aunado fuerzas para crear el Índice de Compromiso
con el Desarrollo (ICD), que mide cómo las políticas de los países
ricos contribuyen al progreso de los pobres o lo entorpecen.
Se han producido gran cantidad de acontecimientos en las relaciones entre unos y otros desde la publicación del Índice del año pasado. En julio, el grupo de los ocho países más industrializados (G-8)
cerró un acuerdo en Gleneagles, Escocia, para cancelar la deuda de las 18 naciones más desfavorecidas. Días antes de la cumbre, millones de aficionados a la música acudieron a los conciertos Live 8 organizados en todo el mundo para presionar a los líderes. En septiembre se celebró en Nueva York una gran conferencia de Naciones Unidas para evaluar los progresos realizados para alcanzar los Objetivos del Milenio, una serie de metas fruto de un acuerdo internacional que persiguen reducir la pobreza. Y este diciembre, los representantes del comercio mundial se reunirán en Hong Kong para discutir una vez más sobre cómo las subvenciones a la agricultura del mundo rico perjudican a los campesinos de los países pobres.
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El acontecimiento más destacado del año pasado fue el tsunami que batió las costas de muchos de los Estados más pobres de Asia, arrasando pueblos enteros en India, Indonesia, Sri Lanka y Tailandia. Quizás desde el genocidio de Ruanda no habían muerto tantas personas de forma tan rápida. Las imágenes de la tragedia provocaron una oleada de donaciones sin precedente que alcanzaron los 12.000 millones de dólares (casi 10.000 millones de euros), lo que puso de relieve la generosidad de Occidente
y, al mismo tiempo, dio pie a un animado debate sobre si Estados Unidos, como un país de riqueza y poder sin parangón, es tacaño o generoso.
Pero ¿hasta dónde llegan estas abrumadoras muestras de solidaridad? El acuerdo de condonación de la deuda, pese a ser bien acogido, sólo generará 750 millones de dólares de ayuda exterior nueva en un
año, lo que constituye un aumento del 1% en la cooperación exterior, asumiendo que los gobiernos no recurran a dinero de los presupuestos de programas de solidaridad ya existentes. A pesar de la importancia de la ingente donación de ...
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