Wie der Soldat das Grammofon repariert
(Cómo el soldado repara el gramófono)
Sasa Stanisic 320 páginas,
Luchterhand Literaturverlag,
Múnich, Alemania, 2006 (en alemán)


Cuando era niño, Aleksandar se convirtió en hechicero. Su abuelo le fabricó
una varita mágica y le prometió que sería el mago más poderoso. El joven no
confiaba en la magia, pero sí que creía en su abuelo. Por eso, conservó la varita y el sombrero
de estrellas azules y amarillas,
además de la fe en crear un
mundo con la ayuda de su imaginación.
Desde el mismo día en que
su abuelo Slavko murió en 1992,
las aptitudes mágicas que había
adquirido recientemente fueron
indispensables para sobrevivir a la
guerra que pronto azotaría su tierra
natal, Yugoslavia.

La primera obra de Sasa Stanisic, Wie der Soldat das Grammofon repariert
(Cómo el soldado repara el gramófono), muestra de forma sensacional
la magia de contar historias. Es la primera novela escrita por una persona de
origen bosnio alemán que narra las atrocidades de las guerra de los Balcanes.
Cuando se publicó en Alemania, fue elogiada inmediatamente como el descubrimiento
literario más importante de 2006. Stanisic fue el único escritor novel nominado
para el prestigioso premio Deutscher Buchpreis.

Lo más sorprendente, tanto
para críticos literarios como para
comentaristas políticos, fue que,
en medio de un controvertido
debate sobre la inmigración en
Alemania, un joven refugiado sin
permiso de residencia hubiera conseguido
superar los límites lingüísticos
y legales ofreciendo un
libro cuyo argumento principal es
la forma en la que los niños viven
la guerra durante un largo periodo
de tiempo.

El autor sólo tenía 14 años en 1992, cuando estalló el conflicto en Visegrado,
en Bosnia oriental. Stanisic, a través de su álter ego, el joven Aleksandar,
narra extrañas situaciones con unos personajes excéntricos que evocan la mítica
riqueza de un mundo perdido. No sólo muestra la guerra desde el punto de vista
de un niño, sino que también desvela su secreto de infancia para sobrevivir
en Visegrado y la vida como refugiado en Alemania: imaginándose un mundo distinto
a través de sus historias.

Y es que Stanisic es un verdadero
hechicero de la narrativa. Una
habilidad de la que es plenamente
consciente, cuando su doble literario,
Aleksandar, recrea de forma traviesa
el mundo de su país natal:
Bosnia. Una mirada alegre, misteriosa,
absurda y eterna de Visegrado,
una ciudad ignorante aún de su
heterogeneidad étnica. Narra la vida
fantasiosa en un lugar que todavía
no sabe los peligros que están por
llegar. Incluso cuando el autor habla
de la fiesta que se organizó en su
viejo vecindario con motivo de la
inauguración del primer aseo que
funcionaba, con música y una gran
comilona, su fantasía logra mantenerle
al margen de los horrores de la
guerra. O al menos durante un tiempo.
Al principio, la violencia parece
inofensiva, pequeñas explosiones
que mueven de forma silenciosa las
placas tectónicas de las localidades
situadas a lo largo del río Drina.
Para el joven Aleksandar, la guerra ...