Mientras los economistas debaten si va a ser China o India el país que domine la economía mundial del siglo XXI, otra potencia asiática emergente está saltando con discreción a la palestra. Relativamente indemne tras la crisis global, la economía de Indonesia va a crecer, según las proyecciones, nada menos que a un 6,1% en 2010 y a un 6,3% el año próximo, uno de los ritmos más rápidos de Asia (y el mundo). Más aún, se prevé que su PIB per cápita crezca casi un 20% en los dos próximos años. Desde 2009, el mercado de valores indonesio tiene el segundo mejor comportamiento de Asia. Varios analistas insinúan que a los países que forman BRIC quizá haya pronto que añadir otra I.

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Este crecimiento se debe, en parte, a los abundantes recursos naturales del país -es un importante exportador de madera, carbón y plata-, pero también esta creciendo su sector industrial. Las empresas chinas de ropa y muebles, que prosperaron fabricando artículos para el mercado estadounidense, están trasladando su producción a Indonesia, donde aprovechan un acuerdo de libre mercado entre los dos países que está empezando a plasmarse en la práctica.

Las pacíficas y ordenadas elecciones presidenciales del año pasado tranquilizaron a los mercados internacionales sobre la estabilidad política de Indonesia, y las inversiones directas extranjeras han aumentado un 34% este año, hasta alcanzar los 3.700 millones de dólares (unos 2.800 millones de euros)  en el segundo trimestre.

Por supuesto, siguen existiendo obstáculos. El sector bancario está todavía poco desarrollado (aunque eso es, irónicamente, lo que ayudó a Indonesia a evitar las peores consecuencias del derrumbe del mercado). Las malas infraestructuras y la corrupción de la administración siguen impidiendo el desarrollo en muchas partes del país, aunque seguramente ocurre lo mismo en China e India. Además, Indonesia posee uno de los índices de deforestación más elevados del planeta, aunque en mayo se comprometió a instaurar una moratoria de dos años sobre la tala.

El país tiene aún un índice de pobreza en torno al 14%, que aumentó ligeramente este año debido a la crisis económica, pero el Deutsche Bank prevé que en los próximos cinco años 52 millones de ciudadanos se incorporarán a la clase media, un hecho que puede tener consecuencias trascendentales. Y no se trata sólo del crecimiento económico: Indonesia tiene muchas posibilidades de convertirse en la primera superpotencia musulmana y democrática del mundo.