¿Bitcoin es una revolución o una burbuja?

 

Para ser una cosa de la que pocos habían oído hablar hace un mes, la divisa digital Bitcoin provoca reacciones muy fuertes. Según a quién se le pregunte, Bitcoin es “el futuro del dinero”, “un esquema de Ponzi hecho por locos de la encriptación”, “una forma de blanquear dinero en la red” o una herramienta para “jóvenes libertarios y delincuentes”.

Informe especial de FPEL FUTURO DEL DINERO

La publicidad no le ha sentado bien a Bitcoin, que ha sufrido ataques de fuerzas del orden, piratas informáticos y ciberdelincuentes. El valor de la divisa ha tenido varias fluctuaciones. Algunos la han utilizado para difundir malware en Twitter. Sus primeros defensores parecen haber perdido confianza, y las autoridades de Estados Unidos están empezando a hacer preguntas comprometidas. Sin embargo, cerrar Bitcoin es más difícil de lo que les gustaría a sus detractores. Y, triunfe o no el experimento, su ascensión puede ser el preludio de una nueva forma de comercio de divisas descentralizado.

Los orígenes de Bitcoin son misteriosos, como corresponde a su imagen cibergamberra. La idea de crear la divisa apareció por primera vez en un documento redactado en 2009 por Satoshi Nakamoto, un supuesto programador japonés al que nadie ha conocido ni con quien nadie se ha comunicado jamás. El nombre es seguramente un seudónimo, y muchos opinan que Nakamoto quizá no es una sola persona.

Este no es el primer intento de crear una moneda digital. Ha habido varios, como el difunto eCash, los “Dólares Linden” utilizados en el mundo virtual Second Life y, hace menos tiempo, los Facebook Credits que los usuarios pueden emplear para adquirir bienes y servicios a través de la red social.

Lo que da a Bitcoin su carácter extraordinario es su estructura P2P. No hay ninguna empresa de puesta en marcha ni ninguna autoridad central que pueda quebrar o que la policía pueda cerrar. Las Bitcoins se pueden adquirir mediante intercambios en la Red transfiriendo dinero desde la cuenta bancaria, y existen sitios web que ofrecen a los usuarios unas cuantas monedas gratis para empezar.

“Todas las divisas digitales anteriores necesitaban una autoridad central fiable, y eso creaba un punto débil muy concreto”, dice Gavin Andresen, un programador que desarrolla páginas web y aplicaciones para ayudar a los usuarios a adquirir Bitcoins. “Y casi todas esas divisas digitales resultaron muy poco fiables, porque fracasaron”. Por ejemplo, ECash quebró, y el uso de los dólares Linden continúa limitado al pequeño mundo de los usuarios de Second Life.

Hay un servidor repartido que sigue la pista del número de monedas en circulación y de todas las transacciones; para ello utiliza la capacidad de procesamiento de los usuarios de Bitcoin. Las monedas nuevas se extraen a una velocidad determinada por esa capacidad de procesamiento. Igual que en el caso de materias primas como el oro o la plata, existe un número finito de Bitcoins en el universo; la extracción se detendrá cuando el abastecimiento total llegue a los 21 millones. En la actualidad existen alrededor de 7,2 millones en circulación. El valor de las monedas ha crecido con gran rapidez este año, y a principios de junio alcanzó un máximo de casi 32 dólares por moneda.

No obstante, los economistas se muestran escépticos sobre la futura viabilidad de la divisa, y creen que su rápido ascenso no es más que una señal de exuberancia irracional de los nuevos usuarios que se han apresurado a apuntarse. El profesor de Economía de la Universidad de California-Berkeley Barry Eichengreen escribió en The Washington Post: “Si es posible imaginar una divisa electrónica privada, entonces es posible imaginar varias, y no habría garantía de que otras personas fueran a aceptar el dinero electrónico concreto que usara cada uno”. Tyler Cowen, de la Universidad George Mason, cree que el rápido ascenso de Bitcoin es “una señal de cómo depende de las expectativas y de su carácter de burbuja”.

Sin embargo, para sus defensores, Bitcoin es algo revolucionario: lo que fue el intercambio de archivos P2P para la música y las películas, dicen, lo que fue WikiLeaks para los secretos de gobierno, lo será Bitcoin para la economía mundial.

“Es el mismo concepto que el software de código abierto. Se puede confiar en él porque no es propiedad de nadie”, dice Rick Falkvinge, fundador del Partido Pirata sueco y evangelista político del movimiento pirata, que está a favor de relajar las leyes de propiedad intelectual y acabar con las restricciones al intercambio de archivos. “Como no es propiedad de nadie, hay una confianza intrínseca en la Red”.

Falkvinge ha llevado a la práctica lo que teoriza. A finales de mayo invirtió todos sus ahorros en Bitcoin. El momento escogido –al menos en principio– fue impecable: su inversión se cuadruplicó en poco más de dos semanas.

“Lo considero una divisa para futuras transacciones en Internet y en el comercio internacional. Por supuesto, aún tiene que superar varios obstáculos para poder rivalizar con el euro y el dólar, pero creo que podrá superarlos”, afirma.

Falkvinge se ha convertido en uno de los mayores defensores de Bitcoin, y reconoce que ahora tiene un gran incentivo para promover la moneda, pero también es el primero en señalar que le esperan dificultades importantes. La principal es que “necesitamos ver un mayor volumen de transacciones con la economía de Bitcoin. Casi todos los artículos sobre la divisa destacan que se puede utilizar para comprar calcetines de alpaca, pero Falkvinge todavía necesita disponer de unas cuantas coronas suecas para hacer la compra diaria. El uso de Bitcoin no se extenderá, explica, mientras se considere que es un juguete de freaks, peor aún, una herramienta para delincuentes".
Este último problema quedó muy patente a principios de junio, cuando el sitio web Gawker publicó un reportaje muy leído sobre Silk Road, un mercado en la Red en el que unos usuarios anónimos pueden comprar drogas ilegales como éxtasis, cocaína y LSD, todo ello con Bitcoin.

El reportaje, que probablemente constituía la mayor mención de Bitcoin en un medio de comunicación hasta la fecha, impulsó el valor de la moneda de unos 9,90 dólares a 14 dólares, porque montones de consumidores nuevos –tal vez consumidores en los dos sentidos– corrieron a apuntarse. Pero no todo el interés fue tan positivo. Los senadores estadounidenses Charles Schumer (demócrata por Nueva York) y Joe Manchin (demócrata por Virginia Occidental) escribieron al Departamento de Justicia de EE UU el 6 de junio una carta exigiendo que se cerrase Silk Road y se investigase Bitcoin.

Schumer, una voz destacada en los temas de regulación financiera, dejó clara su opinión. “Es una forma de blanqueo de dinero en la Red que se emplea para ocultar el origen del dinero y quién vende y compra la droga”, declaró a los periodistas.
Es más que probable que a la mayoría de los usuarios de Bitcoin –a los que, en muchos casos, podría calificarse de ciberanarquistas– no les preocupará demasiado el rechazo de los senadores.

“Los criminales usan todas las monedas. Bitcoin, igual que las demás”, dice Andresen. “Si se extiende su uso, los delitos como el robo de identidad serán mucho más difíciles de cometer” –dado que el servidor repartido sigue la pista de las transacciones–, “mientras que otros, como la posibilidad de eludir las normas sobre la circulación de capitales a través de fronteras, serán más fáciles”.

En cualquier caso, los partidarios de Bitcoin creen que la estructura descentralizada de la divisa hará que a las autoridades les sea casi imposible acabar con ella.

Cuando sí tuvieron un susto mayor que el anterior fue el 10 de junio: el valor de la divisa cayó más del 31% en un día en Mt.Gox, el mercado de Bitcoin más utilizado, tras varias semanas de rápida revalorización. Falkvinge no se inquietó y aseguró que la caída era “parte del crecimiento total”.

“Las oscilaciones son escandalosamente amplias en comparación con cualquier mercado normal. Es el sueño de cualquier operador financiero con agallas", dijo. "Es comerciar con divisas al ritmo de Internet".

Otro posible punto débil del sistema se vio el 13 de junio, cuando un usuario veterano informó de que habían entrado en su cuenta y le habían provocado la pérdida de miles de dólares en Bitcoins. La información no está contrastada, pero Andresen reconoció a la revista digital Ars Technica que ese delito era técnicamente posible.

"Es el sueño de cualquier operador financiero con agallas"."Es comerciar con divisas al ritmo de Internet"

Luego, el 19 de junio, el valor de Bitcoin en Mt.Gox descendió de 17 dólares a unos cuantos centavos en solo unos minutos. La caída se atribuyó a una cuenta que había sido pirateada y se cerró la página. En otros mercados rivales, Bitcoin todavía se comercializa a unos 15 dólares, y Mt.Gox ha prometido restablecer su valor a los de antes del ataque a la cuenta cuando vuelva a funcionar, pero no cabe duda de que la agresión fue otro golpe contra la credibilidad de la divisa, ya vacilante.

Al día siguiente de la caída, la Electronic Frontier Foundation (EFF), una importante organización sobre derechos digitales con sede en San Francisco, anunció que no iba a seguir aceptando donaciones en Bitcoins, cosa que llevaba haciendo varios meses. “No comprendemos del todo los complejos aspectos legales que supone crear un nuevo sistema de divisas”, dijo el grupo en una declaración. “La gente creía, equivocadamente, que nuestra aceptación de Bitcoins era señal de que respaldábamos la moneda”. Otras organizaciones que habían apoyado Bitcoin al principio, como WikiLeaks y la Free Software Foundation, también parecen estar vaciando sus cuentas y distanciándose.
Aunque algunos defensores de Bitcoin han criticado a la EFF y siguen afirmando que la divisa va a ser viable, no hay que esforzarse mucho para ver que los últimos acontecimientos son la plasmación del mayor temor de Falkvinge: que a Bitcoin le cueste ser aceptada más allá de su base inicial de friquis informáticos y libertarios radicales. Aunque no se puede decir que la moneda se haya hundido -Falkvinge sigue teniendo rendimientos sobre su inversión inicial-, las dudas legales, la volatilidad y la seguridad asociadas a Bitcoin van a hacer, sin duda, que posibles usuarios “normales” no se atrevan a inscribirse.

“Creo que Bitcoin tardará muchos años en generalizarse, y quizá nunca lo haga”, reconoce Andresen. “La gente sospecha, con razón, de cualquier idea o tecnología nueva”. Andresen explica que el siguiente paso en el desarrollo de la divisa sería que una gran empresa empezara a promoverla o que “un país que busque sustituir su moneda nacional hundida” la adoptase, pero no cree que vaya a suceder de aquí a corto plazo.

No obstante, aunque Bitcoin fracase, será un error despreciar sus 15 minutos de fama. Igual que Napster dio pie a BitTorrent y MediaFire, Bitcoin ha mostrado un modelo de funcionamiento para un sistema de divisas no sancionadas por un Estado y de intercambio P2P. Tal vez no sea la definitiva, como esperaban sus propulsores, pero seguro que otros innovadores refinarán la fórmula para mejorar su seguridad y su facilidad de uso. Si aparece alguna por defecto tanto en la Red como en el mundo real, se verá si los fallos de Bitcoin eran técnicos o más sustanciales; como teme Eichengreen, tal vez haya un periodo de varias divisas digitales que compitan para ser aceptadas y legitimadas, y eso condenará el concepto al fracaso.

Se ha exagerado la capacidad de Bitcoin de inquietar a los bancos y los gobiernos centrales, pero todas esas instituciones deberían recibir su aparición como un aviso, y no como una señal tranquilizadora: quizá llegue un momento en el que se les acabe su oligopolio.