En los grandes despachos de Nueva York y Tokio, los empresarios se aferran a la idea de que sus diseños, tecnologías y marcas son punteros. Sin embargo, esto está cambiando. Desde el acero y el cemento hasta los automóviles y la electrónica, las empresas del Tercer Mundo están listas para aventajar a sus competidores
occidentales. Prepárense para ver cómo firmas de las que nunca han oído hablar
se convierten en nombres muy conocidos.









Camino al bienestar: de izda. a dcha., niños masai en Kenia, un monje medita en Himeji, Japón, y occidentales practican budismo en Bangkok.

Durante unos minutos tuve el futuro en mi mano. El teléfono móvil de tercera generación que sostenía hacía que una Blackberry pareciera un modelo T de Ford. En la pantalla de vídeo en color podía ver a la persona al otro lado de la línea. El aparato, que cabía fácilmente en mi bolsillo, podía verificar la situación del tráfico local, transmitir noticias de televisión y permitía participar en juegos informáticos interactivos de un continente a otro. Internet y el correo electrónico se daban por supuesto. Igual ocurría con la descarga de música y la posibilidad de ver videoclips. Nada de esto sería tan sorprendente si no fuera por el lugar en que me encontraba. No estaba visitando la sede de Apple Computers en Cupertino (California, EE UU), ni la de Nokia en las afueras de Helsinki (Finlandia). Era enero de 2005 y estaba en Taiwan, en el laboratorio de investigación de High Tech Computer Corporation (HTC). La innovadora compañía taiwanesa cuenta con 1.100 ingenieros de investigación, inventó el organizador de bolsillo iPAQ (que vendió a Hewlett-Packard) y desarrolló una serie de móviles avanzados para compañías como Palm, Verizon y Vodafone. A mi alrededor todos eran jóvenes ingenieros inteligentes y ambiciosos. Representaban lo mejor de las universidades del país asiático y, en algunos casos, contaban con años de experiencia en firmas internacionales. Trabajaban a pleno rendimiento probando todo, desde la calidad del sonido en un sofisticado estudio acústico hasta la resistencia al rayado de materiales sintéticos de reciente desarrollo.

Me estaban mostrando no sólo el prototipo de un nuevo teléfono inteligente, sino también el prototipo de una nueva clase de compañía: desenvuelta, global y, lo que es más importante, muy avanzada respecto a sus competidores más próximos en Estados Unidos y Europa. Mi experiencia en Taiwan no es tan inusual. De Asia a Latinoamérica, empresas que muchos siguen considerando fabricantes de aparatos electrónicos baratos o productores de materias primas del Tercer Mundo están emergiendo como firmas competitivas capaces de alcanzar estatus de primera línea. Hace tan sólo una década, la atención de la comunidad empresarial internacional se centraba en una nueva economía respaldada por firmas tecnológicas en California y Tokio. Pero la realidad de la actual dinámica global indica que lo más probable es que el siguiente Microsoft o General Electric venga de las nuevas economías de Asia, Latinoamérica y Europa del Este, no de Estados Unidos, Europa o Japón.

Hoy día, los países de los mercados emergentes acogen al 85% de la población mundial, pero generan tan ...