Los Juegos Olímpicos son algo más que medallas, orgullo y ambición nacional. También tienen su faceta comercial y unas empresas patrocinadoras muy rentables. Hoy, están diseñados para hacer montones de dinero… y no es el anfitrión el que se lleva el oro.

 

Una jugada perfecta

El Comité Olímpico Internacional (COI) ganó alrededor de 4.200 millones de dólares en los Juegos de 2002 y de 2004. La mayoría de esos ingresos procedía de los acuerdos de transmisión y de los patrocinios empresariales. El COI espera cobrar 3.300 millones de dólares por los derechos de emisión de Vancouver 2010 y Londres 2012, casi el triple que a mediados de los 90. La mayor parte de los ingresos se canalizan a través de los comités organizadores nacionales, pero el COI se queda con cientos de millones para gastos generales, convirtiéndose así en la organización deportiva más rica del planeta.

 

Los patrocinadores

Se calcula que seguirán la cita de Pekín unos 4.000 millones de personas, y las empresas están dispuestas a pagar lo que haga falta  para acceder a esa audiencia mastodóntica. En los Juegos de Turín (Italia), en 2006, y en los de China, 12 compañías (Coca-Cola, General Electric, Kodak y McDonald’s, entre ellas) pagaron cada una 74 millones de dólares de media por derechos exclusivos de marketing internacional, casi cuatro veces más de lo habitual en los años 80 del siglo pasado. Un buen acceso al mercado del gigante asiático es un gran negocio. Según un estudio reciente, más de dos terceras partes de los chinos dijeron que preferirían a los patrocinadores de Pekín 2008 frente al resto de empresas.

 

 

‘Resaca olímpica’
Terminados los Juegos, no hay mucho que celebrar. Un año después, el crecimiento del PIB de los países anfitriones casi siempre se ralentiza. Esto se debe al enfriamiento del clima inversor, a las infraestructuras que quedan en desuso y al coste extra de la ostentación.

 

Deudas para décadas

La mayoría de las ciudades no se preocupan del incremento constante de los gastos, así que pasarse de presupuesto de forma alarmante es un sello de la casa olímpica. El anfitrión puede tardar décadas en poner sus números en orden. Montreal (Juegos de Verano, 1976) no terminó de pagar sus deudas hasta 2006.

 

 

 

El precio de una candidatura

La competencia deportiva puede ser dura, pero no tanto como la que sufren las ciudades en liza por convertirse en sede olímpica. Las aspirantes gastan decenas de millones en diseñar campañas y en entretener a los miembros del COI. Siete finalistas para 2016 han comprometido casi 300 millones de dólares sólo en la fase de candidaturas. El corte de junio dejó fuera a Bakú, Doha y Praga.

 

 

PRESUPUESTOS DE LAS CANDIDATURAS (en millones de dólares)

 

 

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