Los cascos azules desplegados para evitar el colapso de algunos de los lugares más peligrosos son cautivos de un sistema obsoleto. Tras una serie de misiones con éxito –Timor Oriental, Sierra Leona y Liberia–, las tropas internacionales se consideraron la panacea para los conflictos y se expandieron con más rapidez que ningún ejército nacional, multiplicando sus efectivos casi por siete desde 1998. Ahora que constituyen las tropas más numerosas repartidas por el planeta después de las de EE UU, las expectativas crecen más deprisa de lo que pueden soportar.

 

Misión inabordable

El despliegue de cascos azules ha aumentado de forma radical, no para nuevas misiones, sino para abarcar las numerosas obligaciones asignadas. Cuando se puso en marcha la Organización de Supervisión de la ONU, tras la primera guerra árabeisraelí, en 1948, ésta tenía una única y simple tarea: observar el alto el fuego. Hoy, los deberes de los cascos azules son innumerables. Se espera que reconstruyan Estados fallidos casi desde cero, entrenen a fuerzas locales, vigilen infraestructuras, aseguren el cumplimiento de la ley, faciliten los procesos electorales y protejan las vidas de los civiles.

 

Ejército de alquiler

 

La ONU depende de donaciones de tropas para dotar de efectivos cada misión, pero esos ejércitos están, en ocasiones, mal preparados. Los países pobres participan en las misiones de paz por razones económicas o políticas. Servir como cascos azules ofrece a sus ejércitos credibilidad internacional, y sus soldados reciben entrenamiento y experiencia adicional. Naciones Unidas les reembolsa los salarios de los soldados y el equipo que éstos llevan consigo, lo que permite a Estados disfuncionales, como Bangladesh, Nigeria y Pakistán, mantener ejércitos mayores de lo que podrían permitirse. Y dado que las compensaciones de la ONU son más altas que los salarios nacionales, las misiones de paz serían un modo de hacer dinero.

 

 

¿Quién paga la factura?

ebido a que las tropas de paz operan en un mayor número de misiones, los presupuestos se han hinchado para estar a la altura. La mayor parte de la financiación procede de los países ricos, pero las donaciones son insuficientes. El mayor contribuyente, EE UU, es el que más incumple sus promesas. Este año, dejará a deber 669 millones de dólares (más de 500 millones de euros) al presupuesto. La falta de financiación es una de las razones por las que las misiones están infradotadas de tropas. En realidad, a 11 de las misiones actuales de la ONU les faltan un total de 23.000 efectivos. Sabiendo que sus soldados serán mal pagados o mal dotados de recursos, algunos países proveedores de tropas se resisten a enviar personal.

 

AUMENTO DEL PRESUPUESTO: 1999/740 MILLONES DE EUROS 2004/2.010 MILL. EUROS 2009/5.490 MILL. EUROS

 

¿Armados y preparados?

No todas las tropas tienen el mismo nivel de entrenamiento, equipamiento y experiencia cuando llegan al terreno. Naciones Unidas ofrece algo de instrucción en el país de origen y numerosas pautas y materiales, pero la preparación de los 200.000 cascos azules y personal civil que rotan cada año en el sistema sigue siendo tarea de cada país donante. Mientras los contingentes paquistaníes, indios y ruandeses tienen fama de estar bien preparados, los bangladeshíes, por ejemplo, junto con muchos soldados africanos, llegan peor entrenados y equipados. Los pertrechos y la logística, desde los vehículos blindados a las botas de combate, son también escasos. Muchas misiones están localizadas en territorios inestables donde la dificultad de acceso ralentiza la llegada de provisiones. Una vez que la ONU autorizó la misión de Darfur (UNAMID) en julio de 2007, EE UU tardó dos años en hacer llegar por vía aérea un cargamento esperado desde hacía mucho por unos cascos azules carentes de todo, desde tiendas de campaña a raciones de combate. A menudo, los países donantes tampoco tienen capacidad (o voluntad) para aportar vehículos, armas y labores logísticas. UNAMID aún no ha recibido los 18 helicópteros que ha solicitado.

 

 

 

 

En 2007, las Naciones Unidas registraron 748 acusaciones de mala conducta de los cascos azules, que abarcan desde abusos sexuales hasta contrabando o robo.

 

Manos a la obra

Aunque hay pocos datos sobre la eficacia real de los cascos azules, el despliegue inicial de tropas numerosas parece tener más posibilidades de contener la violencia que el envío de soldados con cuentagotas. En Sierra Leona, por ejemplo, en el primer año de la misión, llegó al país un contingente de unos 10.000 efectivos, y la violencia contra los desplazados declinó enseguida. En la República Democrática del Congo, donde se tardaron alrededor de tres años en desplegar ese mismo número de soldados, los ataques se prolongaron seis años más antes de disminuir. Asimismo, las misiones de Darfur y de la RDC, con una superficie como las de Francia y Europa occidental respectivamente, sufren una desesperante falta de tropas si se compara con el área que tienen que vigilar.

 

 

FUENTES: INVESTIGACIÓN Y ENTREVISTAS DE LA AUTORA; BETTER WORLD CAMPAIGN; FREEDOM HOUSE, LIBERTAD EN EL MUNDO; [INFORMES ANUALES] BALANCE MILITAR, INSTITUTO DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS DE LONDRES, 1963-2009; PROTECTING CIVILIANS: KEY DETERMINANTS IN THE EFFECTIVENESS OF A PEACEKEEPING FORCE, INSTITUTO FORD PARA LA SEGURIDAD HUMANA, UNIVERSIDAD DE PITTSBURGH, PITTSBURGH, EE UU, 2009; DEPARTAMENTO DE OPERACIONES DE PAZ DE NACIONES UNIDAS; CENTRO DE DOCUMENTACÓN DE LA ONU.