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Mural de la guerra civil de Mozambique cerca del aeropuerto de Maputo. (DeAgostini/Getty Images

En agosto de 2019 se firmaba en Maputo el último Acuerdo de Paz entre FRELIMO y RENAMO, el tercer intento de este tipo para poner fin a un largo enfrentamiento asociado a la Guerra Fría. La victoria de FRELIMO en las elecciones celebradas poco después, tan aplastante como teñida de acusaciones de fraude, hizo temer por el futuro del Acuerdo. En la actualidad el proceso de paz sigue en pie y el desarme, la desmovilización y la reintegración de los excombatientes de RENAMO avanzan.

 

El último Acuerdo de Paz FRELIMO-RENAMO: buscando enterrar el hacha de guerra definitivamente

El país del África austral al que Vasco de Gama llamó terra da boa gente tiene una historia reciente marcada por su independencia de Portugal en 1975 y por una larga guerra civil asociada a la Guerra Fría. Desde 1977 hasta 1992 el país sufrió el enfrentamiento armado entre FRELIMO (Frente de Liberación de Mozambique) y RENAMO (Resistencia Nacional Mozambiqueña), enfrentamiento que se reavivó entre 2013 y 2016. Cientos de miles de muertos y millones de desplazados fueron el resultado. Además, el conflicto alejó cualquier desarrollo posible, el país está en el puesto 181 (de 189) en el Índice de Desarrollo Humano del PNUD y ocupa una de las primeras posiciones en cuestiones como incidencia del VIH o matrimonio infantil.

En este contexto se entiende la importancia de la firma el año pasado del nuevo Acuerdo de Paz entre FRELIMO y RENAMO. Las conversaciones de paz se iniciaron en 2016 con mediación internacional, convirtiéndose después en negociaciones directas entre el presidente del país y dirigente de FRELIMO, Filipe Nyusi, y el líder histórico de RENAMO, Afonso Dhlakama. En 2017 se declaró un alto el fuego indefinido y en 2018 el Parlamento aprobó varias enmiendas constitucionales en respuesta a las peticiones de RENAMO de una mayor descentralización. En paralelo se firmó un Memorando de Entendimiento sobre el Proceso de Desarme, Desmovilización y Reintegración de los combatientes de RENAMO.

Días después de firmar en la sierra de Gorongosa un acuerdo de alto el fuego permanente, el 6 de agosto de 2019 el presidente Nyusi y el nuevo líder de RENAMO, Ossufo Momade, firmaban en Maputo el tan esperado Acuerdo de Paz y Reconciliación Nacional. Ese mismo mes se aprobó una ley que incluía, además del cese definitivo de hostilidades, el desmantelamiento de las bases de RENAMO, la protección policial para sus mandos, la integración de elementos seleccionados en la Policía y las Fuerzas Armadas, y el desarme, la desmovilización y la reintegración de todos sus combatientes.

Generalmente reconocido como positivo para Mozambique, el Acuerdo, sin embargo, no ha sido aceptado por un sector disidente de RENAMO. La autoproclamada Junta Militar estaría formada por unos 500 combatientes liderados por un viejo general, Mariano Nhongo, próximo al fallecido Dhlakama y que rechaza el liderazgo de Momade. El grupo, que considera el Acuerdo nulo, se negó al desarme y ha venido cometiendo una serie de ataques violentos en el centro del país.

La primera prueba de fuego para el nuevo proceso de paz llegó pronto, con las elecciones generales de octubre de 2019. FRELIMO, que gobierna en Mozambique desde su independencia, obtuvo la mayoría absoluta en todas las provincias. RENAMO perdía estrepitosamente, viendo frustradas sus expectativas de conseguir una cierta participación en el poder obteniendo algunos gobernadores provinciales (que por primera vez se elegían por sufragio), no lográndolo ni siquiera en las provincias del centro del país, su feudo histórico.

RENAMO y el resto de la oposición denunciaron numerosas irregularidades y rechazaron los resultados, mientras el proceso electoral también recibía críticas por parte de observadores internacionalesorganizaciones de la sociedad civil.

La tensión creciente, con Momade acusando a FRELIMO de empujar al país a la guerra,  hizo temer que lo ocurrido sirviese a RENAMO para justificar su vuelta a las hostilidades cerrando el camino hacia la paz.

Finalmente, las tensiones se disiparon, y tanto el presidente Nyusi como Momade, este último muy debilitado por la derrota electoral y por la disidencia interna, se manifestaron dispuestos a continuar con la puesta en marcha del Acuerdo.

El proceso de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) de los excombatientes de RENAMO: avanzando a paso lento y con la esperanza de no repetir viejos errores

El DDR, pieza clave de cara a conseguir una paz definitiva, fue el punto débil de los procesos de paz anteriores. La implementación de los Acuerdos de Paz de 1992, supervisada por la United Nations Operation in Mozambique (ONUMOZ), dio lugar a la transición de RENAMO de guerrilla a partido político y a la celebración en 1994 de las primeras elecciones multipartidistas. Entonces, aunque en el proceso DDR participaron unos 70.000 combatientes de las tropas gubernamentales y unos 20.000 de RENAMO, el desarme y la reintegración de estos últimos estuvieron lejos de ser un éxito.

Numerosos excombatientes de RENAMO permanecieron leales al grupo y con acceso a depósitos de armas que no fueron entregadas. Aunque hasta su término a finales de 1994 la ONUMOZ logró recuperar unas 150.000 armas, campañas de desarme posteriores (como la Operação Rachel, realizada en cooperación con Sudáfrica y que recogió más de 50.000 armas) dejaron en evidencia la gran cantidad de armamento que seguía oculto.

Por otra parte, muchos antiguos combatientes acabaron decepcionados por un proceso que consideraban les discriminaba respecto a los excombatientes de FRELIMO, especialmente en materia de pensiones.

Esos hechos, unidos a que los Acuerdos permitían a Dhlakama mantener una guardia armada personal, facilitarían la vuelta de RENAMO a las hostilidades. Como señala el investigador de Chatham House Alex Vines, la estrategia de DDR, que consistió en "pagar y dispersar" y en desmantelar las estructuras de mando de RENAMO, aseguró que esta no pudiera reavivar una guerra civil total, pero no impidió su nueva movilización en 2013.

En el DDR actual el cierre de las bases militares de RENAMO y la entrega de armas están siendo supervisados por equipos que incluyen representantes de Gobierno, RENAMO y comunidad internacional. Hace unos meses se cerró la primera de las bases que deben desmantelarse (en total serán 16) y desde entonces se han cerrado varias más. En cuanto a las armas, la cifra total de las que estarían en poder de RENAMO al inicio del proceso no está clara (algunas fuentes hablan de más de 20.000), y la opacidad que rodea al tema no permite saber cuántas se han entregado hasta el momento.

La desmovilización, que afectará a unos 5.200 combatientes de RENAMO, vio retrasado su inicio debido a las tensiones derivadas de las acusaciones de fraude en las elecciones locales de 2018 y por discrepancias sobre la integración de algunos combatientes en las Fuerzas Armadas.

Finalmente, el proceso comenzó en julio de 2019, al tiempo que el Parlamento aprobaba una Ley de Amnistía que fue criticada desde organizaciones como Human Rights Watch. El acto inicial consistió en una ceremonia simbólica celebrada en la sierra de Gorongosa en la que participó un grupo de 50 combatientes, luego el proceso se estancaría durante casi un año hasta su reinicio en junio de este año. Hasta ahora se han desmovilizado cerca de 1.500 guerrilleros, la mayoría de los cuales ha vuelto a la vida civil mientras unos pocos se han integrado en las Fuerzas de Seguridad mozambiqueñas. La desmovilización está previsto que finalice en 2021.

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El largo conflicto FRELIMO-RENAMO lastró el desarrollo de un país en el que más de la mitad de la población sobrevive con menos de 2 dólares al día. María J. Rivas

Las medidas para implementar el DDR actual incluyen la entrega a los excombatientes que se reincorporan a la vida civil de un paquete de ayuda inicial, que incluye materiales para la construcción de una vivienda, herramientas, enseres, ropas, etc. Además, durante el año siguiente a su desmovilización se les dará periódicamente una ayuda económica por un importe total de unos 1.000 dólares.

De momento, el proceso está permitiendo salir do mato y recuperar sus vidas a personas como Linda, que con apenas 10 años fue reclutada por la guerrilla y que ahora, 40 años después y madre de dos hijos, quiere dedicarse a la agricultura. En muchos casos afecta a combatientes que ya habían participado en el DDR que siguió a los Acuerdos de 1992. João, que se desmovilizó en 1994 pero volvió a las armas en 2012, regresa por segunda vez a su pueblo natal esperando poder abrir un molino y dedicar a sus nietos la atención que no dedicó a sus hijos.

Las autoridades, especialmente las locales, hacen frecuentes llamamientos pidiendo a las comunidades que reciban bien y ayuden a los excombatientes, y estos, hasta ahora,  parecen estar siendo bien acogidos.

Por su parte, la comunidad internacional está apoyando el proceso de paz a través del llamado Grupo de Contacto, presidido por el Enviado Personal del Secretario General de la ONU y del que forman parte la Unión Europea, Botsuana, China, Noruega, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. Para apoyar el DDR se establecieron el Peace Process Secretariat y el Multi-Donor Trust Fund, actualmente gestionados por la UNOPS. La UE, que en el momento de la firma del Acuerdo de Paz se comprometió a ayudar con 60 millones de euros, es uno de los donantes al citado Fondo (junto con, entre otros, Suiza, Canadá y Noruega).

Pese a la complejidad que implica, el actual DDR parece encarrilado. El alineamiento del presidente Nyusi y de Momade en su defensa del proceso está siendo determinante, como destacaba recientemente el presidente del Grupo de Contacto, Mirko Manzoni.

Sin embargo, aún queda camino por recorrer y obstáculos que salvar, entre ellos, la amenaza que suponen los ataques armados de la Junta Militar. Mientras Gobierno y RENAMO se responsabilizan el uno al otro del problema, el grupo disidente continúa rechazando los llamamientos para su desmovilización y hace poco hacía pública una carta con sus reivindicaciones. Los ataques de la Junta, que han causado decenas de muertos y numerosos heridos, además de ser una amenaza para el proceso de paz, agravan la ya delicada situación de seguridad de un país que desde 2017 está sufriendo el azote del grupo terrorista Al Shabaab.

Además, para el éxito del proceso sería conveniente, como subrayan desde el think tank EISA, no generar expectativas poco realistas en los excombatientes y realizar un apoyo a la reintegración basado en la comunidad. Y es que, en un país en el que  más de la mitad de la población vive en situación de pobreza extrema, parece difícil que quienes se reincorporan a la vida civil vayan a tener asegurada una vida económicamente estable y mejor que la del resto de la comunidad en la que van a integrarse. En este sentido, las actuaciones que impulsen el desarrollo económico local pueden facilitar la “absorción” de los excombatientes por las comunidades beneficiando a ambos.

Si el DDR concluye satisfactoriamente quizás, esta vez sí, Mozambique dejará atrás para siempre un conflicto tan rancio como negativo para su estabilidad y desarrollo futuros.