Las telenovelas han dado la vuelta al mundo y causan sensación
no ya en España, sino también en Polonia, Rusia e Indonesia. ¿Su
secreto? Tramas que mantienen a los más desfavorecidos pegados al televisor.
Hoy, estas exportaciones latinas forman parte del panorama cultural global
y hacen la competencia a los pesos pesados de Hollywood.
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Era demasiado tarde para Marimar. Cuando descubrió que su padre, al
que no conocía, le dejaba su inmensa fortuna, ya se había enamorado
perdidamente de Sergio. Pero, por desgracia, las intenciones de su amado no
eran buenas. Él la estaba utilizando para vengarse de su propia familia.
La telenovela mexicana Marimar mantuvo a millones de personas en todo el mundo
pegadas al televisor y se convirtió en un fenómeno global. Se
sabe que en Costa de Marfil las mezquitas llamaban temprano a la oración
para que una población entusiasta del culebrón no se perdiera
ni un solo capítulo. Cuando su protagonista, la cantante mexicana Thalía,
visitó Filipinas, fue recibida por el presidente y por una multitud
de seguidores que nada tenía que envidiar a la del Papa.
El éxito de Marimar no es ni mucho menos un hecho excepcional. Hoy,
las noticias del impacto global de las telenovelas latinoamericanas se cuentan
por cientos. En la Rusia poscomunista, la exitosa serie mexicana Los
ricos también lloran se convirtió en el programa televisivo de mayor
audiencia del país; aproximadamente, el 70% de la población rusa,
más de cien millones de personas, lo veía con frecuencia. Las
estrellas de los culebrones latinoamericanos suelen congregar multitudes en
los aeropuertos de lugares tan distantes como Polonia, Indonesia o Líbano.
En la Bosnia de posguerra, los diplomáticos estadounidenses intervinieron
para conseguir que la telenovela Kassandra siguiera emitiéndose en medio
de un tira y afloja entre las facciones serbias y bosnias por el control de
los medios de comunicación. Y en Estados Unidos, este género
se ha convertido en el más vendido en las cadenas de televisión
de habla española, que han superado a las de lengua inglesa en algunos
mercados importantes, como los de Miami y Los Ángeles.
Para bien o para mal, estos programas han logrado situarse en un lugar destacado
del mercado cultural mundial, y su éxito es el ejemplo de una de las
puertas traseras de la globalización. Para aquellos que se resisten
a que Hollywood o la industria televisiva estadounidense dominen y definan
la mundialización, el fenómeno de las telenovelas es un signo
de que todavía hay sitio para lo inesperado. Ciertamente, el éxito
de los culebrones suele considerarse como un ejemplo del imperialismo cultural
invertido o, como un intelectual lo denominó memorablemente, "la
venganza de Moctezuma".
Pero la historia no acaba aquí. Las telenovelas han surcado las corrientes
de la globalización hasta alcanzar éxitos insospechados. Ahora,
están experimentando las complicaciones que trae consigo el hecho de
formar parte del panorama cultural. Han generado imitadores locales, ansiosos
por poner una cara conocida a guiones muy estudiados. ...
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