Está en todas las quinielas de los países que pueden convertirse en potencias mundiales en este siglo XXI. Sin embargo, la euforia que demuestran los analistas y las versiones oficiales debe ser matizada por una realidad social y unas carencias estructurales que afectan, cotidianamente, a los ciudadanos de a pie.

Brasil acaba de elegir a Dilma Rousseff como continuadora de la obra de Luiz Inácio Lula da Silva, en unas elecciones que muestran cambios sociales de calado y tendencias conservadoras en algunos segmentos sociales del país.

En esta entrevista a la sociedad brasileña, cuyas respuestas representan su opinión mayoritaria según recientes sondeos, salen a flote las esperanzas y preocupaciones de un país complejo, optimista y pujante.

FP en español. ¿Está contenta con los resultados de las elecciones?

Sociedad brasileña. Le seré sincera, a medias. Una parte de mí, la más numerosa, sí, pero con reservas, la prueba es que tuvimos que votar una segunda vez. No nos gustan los cheques en blanco. Otra parte, no tanto. Fíjese que si sumamos los votos de la oposición a la abstención y los votos en blanco tenemos un Brasil que no está satisfecho.

AFP/Getty Images

FP. Pero entonces, ¿cómo explica la victoria de Dilma Rousseff?

SB. Tenía razón el compositor Tom Jobim cuando decía que Brasil no es un país para principiantes. Es sencillo, hemos elegido a Dilma porque en el fondo queremos seguir teniendo a Lula, pero la Constitución se lo impide y aquí somos más serios que en otros sitios. La memoria a veces me falla, cumpliré pronto 190 años, pero le aseguro que estos últimos ocho han sido los más prósperos de nuestra historia.

FP. ¿Y todo se lo deben a Lula?

SB. Una buena parte sí, claro. Lula tiene además mucha suerte, ya que en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso tuvimos que sufrir los efectos de varias crisis internacionales muy serias. Pero logramos dominar la inflación, iniciar algunos programas sociales y mejorar nuestra imagen en el mundo. Lula ha profundizado estas mejoras, gracias a que ha ampliado y continuado muchas de las políticas anteriores, aunque le cueste reconocerlo. Y la crisis de ahora, aquí se ha notado poco. Hicimos bien los deberes y estamos creciendo al 7%. ¿Nada mal, verdad?

FP. Me da la impresión de que son ustedes muy optimistas…

SB. No tenemos miedo de ser felices y sentimos orgullos de ser brasileños, sin complejos. Tenemos fe en el futuro y una enorme capacidad de dialogar. También practicamos la tolerancia religiosa y respetamos las diferencias. Y tenemos, a pesar de la diversidad regional, un profundo sentido de la brasileñeidad, de unidad. Esto es un antídoto contra la disgregación. Somos abiertos, aquí todo es posible y seguimos siendo un país de grandes oportunidades para los empresarios, científicos y turistas. Hace poco, el Pew Research Center de Washington nos hizo una encuesta. Somos, con los chinos, los que más nos alegramos de la bonanza económica. Y en el índice mundial de la felicidad siempre somos un país de personas satisfechas con nuestra vida.

FP. También tendrán problemas…

SB. Sí, no nos faltan. Nuestra educación es muy deficiente, es universal pero de mala calidad. Seguimos teniendo muchos pobres viviendo con menos de un dólar al día, aunque hemos reducido su número del 28% al 15%. Eso son casi 25 millones de almas. Eso sí, la inseguridad es terrible: 50.000 hijos míos mueren al año por armas de fuego. Por otro lado, los hospitales públicos son una calamidad, aquí el que gana mucho dinero tiene que contratar un buen seguro médico, pero los más pobres y la clase media, que ya representan el 53% de la población, padecen las deficiencias del sistema sanitario.

AFP/Getty Images
Retos: Erradicar la pobreza y la desigualdad es uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta Brasil.

FP. ¿Qué me dice de la economía? ¿Qué cambios nota?

SB. No tiene nada que ver con antes. La inflación era del 13% en 2003, hoy está en el 5%. Aquí decimos que la inflación es el impuesto de los pobres. Con Lula se han creado 15 millones de empleos. El salario mínimo ha crecido mucho, ahora son 510 reales, unos 240 euros. Al cambio le parecerá una cantidad alta, pero es que nuestra moneda, el real, es la que más se ha apreciado en estos últimos años. Esto no les gusta a nuestros exportadores y me preocupa que, con el enorme gasto público (un 41% del PIB), tengamos problemas. De todas formas, como nuestros tipos de interés son estratosféricos, del 10%, es lógico que entre mucho dinero extranjero. Si redujésemos la deuda neta que ahora es del 42% del PIB, sería mejor.

FP. Veo que domina la macroeconomía. ¿Han votado a Dilma por el bolsillo?

SB. Aunque tengamos 200.000 millones de dólares de reservas, o que nuestro PIB por habitante sea de 11.000 dólares, la desigualdad sigue siendo nuestra marca registrada. Somos cinco veces campeones del mundo en el fútbol y también somos los campeones en la mala distribución. Lula no ha sido efectivo en esto, me duele decirlo, pero es así, nuestro coeficiente Gini, aunque ha mejorado sigue siendo malo. Por no hablar de los desequilibrios entre las regiones, hay sitios en el noreste que parecen África.

FP. ¿Qué le parece la derrota de José Serra en estas elecciones? ¿Y la candidata por el Partido Verde, Marina Silva?

SB. Serra es un hombre muy competente y honesto, pero ha tenido mala suerte. No es fácil convencer a la gente que le vote a él, en vez de elegir a la candidata que cuenta con el apoyo de Lula, que se despide con un 80% de popularidad. Además le han fallado las alianzas y su poca popularidad en el noreste del país.

Marina Silva es una mujer integra, comprometida y que puso sus ideas por encima de su cargo de ministra de Medio Ambiente en el Gobierno de Lula. En Brasil no queremos que el desarrollo sin límites destruya nuestras selvas o contamine nuestros ríos, ya que tenemos las mayores reservas de agua dulce del planeta. La han votado sobretodo los jóvenes y las clases urbanas más educadas. Es un voto de futuro. Además no oculta su fe religiosa ni cambia sus convicciones morales. Somos una sociedad muy religiosa. No se olvide que decimos que Dios es brasileño. Es importante para nosotros debatir sobre valores, principios morales y éticos.

AFP/Getty Images
Potencias emergentes: Cumbre de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China).

FP. ¿Cómo se lleva usted con sus vecinos?

SB. Nuestra relación ha cambiado mucho. Hace veinte años casi no nos hablábamos ni nos conocíamos. Hoy tenemos proyectos comerciales comunes, en el Mercosur, y nos coordinamos políticamente en la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Además, estamos intercambiando muchas experiencias en problemas compartidos. Lula ha dado un fuerte impulso a la cooperación sur-sur.

FP. ¿Y el resto del mundo?

SB. Nos estamos haciendo un hueco entre los grandes, poco a poco, sin estridencias. Cardoso y Lula abrieron Brasil al mundo. Somos previsibles y confiables, los países tan grandes nos movemos con prudencia. No nos preocupa tanto que se nos reconozca afuera, como hacer bien los deberes en casa.

FP. ¿Se ve como una potencia emergente?

SB. Me veo como una potencia en potencia. Tenemos grandes capacidades humanas, recursos naturales y una formidable riqueza energética, no sólo con el petróleo que hemos descubierto, también con el etanol que es nuestra apuesta de futuro. Ser potencia es una consecuencia, supone el reconocimiento del mundo. Quizás nuestros líderes deberían hablarnos un poco más de los costes que esto puede conllevar.

 

Artículos relacionados