“Hemos fijado el rumbo de la UE para la próxima década”

 

Muy satisfecho por cumplir los objetivos previstos. Así se siente el secretario de Estado para la Unión Europea una vez finalizado el difícil semestre de Presidencia española y tras pasar el testigo a Bélgica, con los deberes hechos.

 

“MUCHOS POLÍTICOS EUROPEOS LLAMARON PARA FELICITARME POR EL MUNDIAL: NINGUNO HOLANDÉS”

Hay que imaginarse a Diego López Garrido entrando en el imponente edificio de la Comisión Europea, sintiéndose feliz, rodeado de gente “amiga”. El secretario de Estado para la UE confiesa que siente una especial conexión con el vicepresidente de la Comisión, Maros Sefcovic.

Los comisarios de Economía, Olli Rehn, y de Interior, Cecilia Malmström, son otros miembros de los que guarda un excelente recuerdo. “Incluso me llamaron para celebrar la victoria de España en el Mundial”, se regocija.

Según López Garrido, los alemanes demostraron una gran deportividad, felicitando a nuestra selección tras la derrota de su país. “También, otros muchos compañeros europeos me dieron la enhorabuena por la Copa del Mundo, pero curiosamente, ninguno holandés”.

¿Qué balance hace del semestre presidencial español? ¿De qué se siente más orgulloso?

Estoy plenamente satisfecho. No sólo porque cumplimos los objetivos que nos habíamos marcado, sino porque además respondimos bien a las situaciones inesperadas, como fue el caso de la ceniza volcánica. España tenía una misión que cumplir en esta presidencia: fijar el rumbo de la Unión Europea para la próxima década en el campo económico, institucional, en política exterior y en materia de ciudadanía. Y lo hemos logrado.

¿Cuál es esa “hoja de ruta”?

En Europa, los últimos siete u ocho años han sido una pérdida de tiempo desde el punto de vista institucional. Primero, a causa del referéndum sobre la Constitución; después, por la descoordinación en el plano económico. La Presidencia española ha estrenado la Europa del siglo XXI con un nuevo Parlamento, Comisión, y el Tratado de Lisboa. Nuestro objetivo ha sido cuádruple: sentar las bases de una Unión económica, poner en marcha el entramado institucional de Lisboa, iniciar una política exterior común a los 27, y fomentar una relación “de verdad” con sus ciudadanos.

¿En qué ha contribuido España a construir una Europa más inmune a las crisis?

Al comenzar el semestre nuestra meta ya era conseguir coordinar las políticas económicas de los 27. Esta Unión económica comprendía, no solo un mercado interior único y una directiva de servicios, algo que ya teníamos, sino también la regulación de los mercados financieros. Para evitar futuras crisis, España ha dedicado todo su esfuerzo a pactar con el Parlamento y el Ecofin (Consejo de Ministros de Economía) un paquete de supervisión financiera que incluyera control sobre los hedge funds (fondos de alto riesgo) y los paraísos fiscales. Por supuesto, también era vital preservar la unión monetaria, y la UE decidió aprobar 750.000 millones de euros como instrumento financiero para dar estabilidad a la zona euro. A largo plazo, la estrategia Europa 2020, la joya de la corona de la Presidencia española, dará entidad a todas estas políticas económicas y de empleo. La prueba ha resultado muy difícil, pero el proyecto europeo ha salido reforzado.

Al inicio del mandato confesaba que su ilusión era hacer de Europa un lugar más justo, sobre todo para las mujeres. ¿Qué medidas se han tomado para conseguirlo?

Hemos sembrado una importante semilla colocando por primera vez en la agenda europea el tema de la igualdad entre el hombre y la mujer. La creación de un observatorio sobre la violencia de género y la orden de protección para víctimas de agresiones machistas, son pruebas de ello. Dieciocho Estados miembros consideraron que la Euroorden era necesaria, así que ésta se aprobará durante la Presidencia belga. El esfuerzo español para construir una Europa “de abajo hacia arriba”, se completa con el mandato para negociar con el Consejo de Europa la firma del Convenio de los Derechos Humanos, y la Iniciativa Ciudadana. Ambos suponen un salto de calidad en las relaciones entre la ciudadanía y la Unión. Es la impronta que ha dejado el Gobierno de Zapatero.

El presidente permanente del Consejo y la Alta Representante para la Política Exterior comenzaron su ejercicio casi al mismo tiempo que España tomaba las riendas de la presidencia rotatoria. ¿Están contribuyendo a hacer más eficaz la gobernanza europea?

La coordinación se puede mejorar, puesto que ambos acaban de tomar posesión. Europa está concebida para ser una orquesta donde todos los instrumentos toquen al unísono, y no cada uno por su lado. En este sentido, aún hace falta trabajar duro para armonizar los sonidos. La labor de la presidencia semestral ha sido precisamente ésa. España ha conseguido que las piezas funcionen, y prueba de ello es que poner en marcha el Tratado de Lisboa ya no figura en el programa belga.

Esa orquesta debe oírse también fuera de nuestras fronteras. ¿Qué pasos se han dado en política exterior?

La UE no puede esperar más a ejercer como actor internacional. Debemos fijar una postura firme ante retos como la seguridad global, el terrorismo, el cambio climático, la dependencia energética, etc. Unas ideas que aún no se han plasmado en ningún documento. España ha ayudado a consolidar el papel de Europa como actor global mediante la firma con EE UU de varios acuerdos de justicia, seguridad aérea, e intercambio de datos financieros para luchar contra el terrorismo (acuerdo Swift). Nuestra relación estratégica con EE UU ha alcanzado una gran altura, paradójicamente, aunque no hubiera cumbre. No recuerdo ninguna presidencia que haya logrado eso. Además, los encuentros con países de América Latina han sido un éxito total. Otra de las joyas de la corona de la presidencia es, sin duda, el acuerdo político firmado en Madrid para poner en marcha el SEAE, el cuerpo diplomático europeo.

De los objetivos no cumplidos, ¿con cuál se siente más frustrado?

Pienso sinceramente que la Presidencia española ha cumplido con sus obligaciones. En el Ministerio hemos elaborado un estudio comparativo con las medidas que figuraban en el programa y hemos identificado 148, de las cuales, 144 se han logrado. Las cuatro que no se han conseguido: la cumbre con EE UU, la Unión por el Mediterráneo, la reunión con Egipto (paralela a esta última) y un acuerdo comercial con Rusia. En el caso del encuentro con EE UU la ausencia de Obama ha tenido más trascendencia en la forma que en fondo, y en la Euromediterránea nunca hemos hablado de cancelación, sino de aplazamiento.

Un 43% de los ciudadanos desconoce que España ejerció la Presidencia rotatoria de la UE, según revela el CIS. ¿Qué falla en la comunicación entre las instituciones europeas y los ciudadanos?

Desde la Presidencia española nunca nos ha preocupado la visibilidad superficial. De hecho, no hicimos campaña publicitaria en televisión porque queríamos que fuera un mandato austero. Lo justo sería que los ciudadanos la juzgaran por los resultados, no por las apariciones en los medios. Por otro lado, hace falta que los líderes piensen en términos europeos. Es cierto que los representantes se eligen en elecciones nacionales y que en Europa no existe la dinámica gobierno-oposición. Sin embargo, creo que los políticos deberíamos hacer algo de autocrítica y pensar más en clave europea. Eso facilitaría a los ciudadanos su compresión sobre cómo funciona Europa.

 

Entrevista realizada por Inés Esteban González