Su vida refleja buena parte de la historia
de Europa y de Estados Unidos. Nacido en Viena en 1928, emigrado a Francia,
donde se formó y
transcurrieron su infancia y juventud, y en la actualidad catedrático
de la Universidad de Harvard (EE UU), Stanley Hoffmann es una de las voces
del mundo académico
que con más rigor se ha opuesto a la Administración Bush. Acaba
de publicar un libro con un título muy significativo:
Gulliver Unbound
(Gulliver desatado).

Pregunta: La reelección de George W. Bush ha generado expectativas
contrapuestas. Hay quienes apuestan por la continuidad y otros auguran que
la experiencia llevará a reconsiderar algunos ejes de su política
exterior. ¿Qué cabe esperar?

Respuesta: Sería una sorpresa que haya grandes cambios. En realidad,
pese a lo ajustado de su victoria en 2000, Bush se ha comportado en los últimos
cuatro años como si hubiese sido elegido por mayoría. Se ve a
sí mismo promoviendo la libertad y la democracia en el mundo y maneja
el Gobierno como si fuese una empresa. Su política exterior ha estado
marcada hasta ahora por la guerra contra el terror y no se ha planteado cuestiones
morales. No hay razones que inviten al optimismo. Si se producen cambios, será por
dos factores. Por un lado, por la continuidad o no de las principales figuras
del actual Gobierno. Si siguen en sus puestos, no habrá cambios significativos;
de lo contrario, sus sucesores podrían marcar otra orientación.
En cualquier caso, la permanencia del vicepresidente Dick Cheney está asegurada
y, al ser él uno de los principales actores en política exterior
y contar con la confianza absoluta de Bush, limitará los cambios, con
independencia de posibles nombramientos. El segundo factor, en vista del déficit
presupuestario, son las limitaciones de índole financiera si Bush insiste
en cumplir de forma simultánea sus objetivos de política interna
y exterior. éste podría ser un elemento clave, ya que no redefinirá la
política exterior a menos que se vea obligado por cuestiones financieras.
Al mismo tiempo, cabe preguntarse si otros países estarán dispuestos
a seguir financiando los déficit gemelos de EE UU si sigue por la senda
unilateralista.

P: Usted ha defendido la necesidad de salir de Irak. ¿Cuál será la
estrategia de Bush?

R: En Irak no cabe esperar la ayuda de otros países porque no hay seguridad
y EE UU no puede proporcionarla. Intensificar las operaciones militares sólo
generará más resistencia y la permanencia de nuestras tropas
agravará la situación. Sin embargo, no habrá retirada
porque se percibiría como una derrota y como el reconocimiento de una
equivocación. Un colega que ha tenido responsabilidades en Irak ha comparado
la situación con el estado de naturaleza de Hobbes. También hay
similitudes con Vietnam. La más importante es que el Gobierno no sabe
qué hacer. Las consecuencias de las limitaciones presupuestarias y de
la falta de colaboración de los aliados se harán evidentes y
Bush se verá obligado a conseguir la cuadratura
del círculo
:
necesita más soldados, pero sólo tiene la opción de recurrir
al reclutamiento obligatorio, lo cual es políticamente imposible. No
hay una agenda clara. La Casa Blanca tiene poco margen de maniobra. Irak ha
demostrado también las dificultades de las expectativas de los neoconservadores
que querían utilizarlo como un ejemplo de democracia que tuviese un
efecto dominó en otros países del área. ¿Cómo
definen la democracia? Quizá la ven sólo como un modelo para
países satélites fiables en el mundo. No está claro dónde
empiezan los intereses y la realidad.

"En Irak no cabe esperar
la ayuda de otros países porque no hay seguridad y Estados Unidos
no
puede proporcionarla. Intensificar las operaciones
militares sólo generará más resistencia"

P: La llamada guerra
contra el terror
ha sido uno de los ejes principales
del primer mandato de Bush. El poder duro se ha convertido en el principal
instrumento de esta lucha en detrimento del poder blando. ¿Qué debería
hacerse?

R: Cuando George W. Bush definió la lucha contra el terrorismo como
una guerra contra el terror, muchos estuvimos en desacuerdo. El presidente
francés Jacques Chirac fue de los primeros en declarar que, en realidad,
no es una guerra, sino una lucha. No hay tratados, ni un final definido, ni
enemigos claros, ni límites geográficos determinados. La concepción
europea de este fenómeno es diferente: no es jerárquico, es de
baja intensidad; no se basa en el miedo, ni en recortar las libertades. Sin
embargo, la guerra contra el terror ha sido de gran ayuda al presidente Bush
ya que le ha permitido instrumentalizar la fe religiosa de parte de los ciudadanos,
con independencia de la realidad. Por último, esta Administración
ha tenido un gran éxito vinculando Irak a la guerra contra el terrorismo,
lo que ha minimizado la oposición al conflicto. ¿Qué debemos
hacer? Lo más importante es no crear más terroristas. En segundo
lugar, resolver el problema palestino. También es necesario intensificar
la cooperación policial internacional y mejorar los servicios de inteligencia.
Por último, hay que impulsar el uso del poder blando. Desarrollar más
programas culturales y de intercambio de estudiantes. El problema es que la
Administración actual no tiene ningún especialista en poder
blando
.

P: ¿Qué puede esperar Europa de un segundo Gobierno Bush?

R: La reelección de Bush podría constituir una oportunidad para
los europeos que pueden aprovechar el actual contexto para avanzar en su proceso
de integración. En las últimas décadas ha habido dos países
que han podido contribuir a unificar Europa: la Unión Soviética,
que fracasó, y EE UU, pese a su ambivalencia sobre el proceso de integración.
Sin embargo, la hostilidad americana ha servido para galvanizar a los europeos
y se ha hecho más evidente en los últimos tres años, sobre
todo, en política exterior, como el proceso de paz en Oriente Medio
o las relaciones con los países musulmanes. En Europa, el alineamiento
con Ariel Sharon se ha percibido como una provocación. El Gobierno de
Bush ha sobreestimado su influencia sobre los países europeos. Incluso
la llamada nueva Europa está deseosa de hacer bien los deberes en la
UE. La actual situación puede ayudar también a que se apruebe
la Constitución Europea y a avanzar en el desarrollo de las políticas
de seguridad y exterior comunes. La OTAN, que durante los últimos años
ha sufrido una de las crisis más profundas de su historia, puede jugar
un papel unificador como en Afganistán, pero no está claro que
pueda hacer mucho más, en especial en Irak. Los países que se
negaron a participar en la guerra no van a cambiar de opinión y no van
a enviar soldados. No hay nada que Bush pueda hacer, dada la oposición
mayoritaria de las opiniones públicas de esos países contra la
guerra. Pero está claro que es una oportunidad para Europa. Queda por
ver si la aprovechan, o si los europeos siguen con su fijación histórica
con las instituciones. En cuanto a España, el Gobierno no debería
esperar muchas diferencias.

Foto de Stanley Hoffmann

ARMAS DE DESTRUCCIóN MASIVA
P: Durante
la campaña electoral, tanto John Kerry como George Bush
coincidieron en que la amenaza más importante para la seguridad del
país y
del mundo era la proliferación nuclear y las armas de destrucción
masiva. ¿Habrá nuevas estrategias para hacer frente a este peligro?

R: Soy escéptico sobre la amenaza que suponen las armas de destrucción
masiva. En realidad, no hay muchos países que tengan armas nucleares
y que estén dispuestos a usarlas, a perder el control sobre ellas o
a dárselas a grupos terroristas. El riesgo principal es el de la proliferación.
Al mismo tiempo hay que subrayar que la implantación de políticas
unilaterales da una razón poderosa a otros países para desarrollar
este tipo de armamento. Por ello es importante tranquilizarlos en vez de amenazarlos.
La clave es tratar cada caso individualmente. En el caso de Corea del Norte,
hay muy poco campo de maniobra porque es muy probable que ya tengan armas nucleares.
Es posible que Pyongyang termine aceptando ayuda económica y reconocimiento
internacional a cambio de no mantener su programa nuclear. La situación
no es totalmente descorazonadora. Hay que dejar trabajar a la diplomacia. En
Irán hay más opciones porque todavía no tiene armas nucleares.
Una invasión es posible, pero no probable, sobre todo por las limitaciones
financieras y la falta de soldados. También cabe la posibilidad de que
se ataquen las instalaciones nucleares. Israel podría hacerlo, como
ya ocurrió en Irak, pero no lo creo probable, ya que Sharon tiene problemas
internos y todo el mundo entendería que estarían actuando como
sustitutos de EE UU. La estrategia apropiada sería combinar las negociaciones
que llevan a cabo los europeos con amenazas, pero no apocalípticas,
de Washington. Sin embargo, esta estrategia puede tardar en fructificar y será necesario
garantizarles que no van a ser atacados. Esta Administración ha sido
muy mala en diplomacia y no hay indicios de que vaya a mejorar. Necesitan un
buen diplomático, pero ¿quién?

P: ¿Cómo ve el futuro de Estados Unidos?

R: Estados Unidos puede seguir siendo una fuerza positiva en el mundo, proporcionando
estabilidad, seguridad e influyendo culturalmente. Hay que aceptar que el mundo
de hoy no es unipolar. El uso de la fuerza tiene límites y, desde un
punto de vista económico, existen otros polos como Japón, China
y Europa. A corto plazo, estoy preocupado, pero tengo una enorme confianza
en la capacidad del país de sobreponerse a los prejuicios. A largo plazo
soy optimista: EE UU tiene una notable capacidad de autocrítica. No
se considera una potencia imperial. Llevo décadas enseñando en
Harvard y los estudiantes de ahora son mejores porque no tienen prejuicios:
han tenido la oportunidad de viajar y están interesados en hacer el
bien. Si el futuro del país está en sus manos, me siento confiado.
Como dijo Kerry durante la campaña: "La ayuda está en camino".

Su vida refleja buena parte de la historia
de Europa y de Estados Unidos. Nacido en Viena en 1928, emigrado a Francia,
donde se formó y
transcurrieron su infancia y juventud, y en la actualidad catedrático
de la Universidad de Harvard (EE UU), Stanley Hoffmann es una de las voces
del mundo académico
que con más rigor se ha opuesto a la Administración Bush. Acaba
de publicar un libro con un título muy significativo:
Gulliver Unbound
(Gulliver desatado). Sebastián Royo

Pregunta: La reelección de George W. Bush ha generado expectativas
contrapuestas. Hay quienes apuestan por la continuidad y otros auguran que
la experiencia llevará a reconsiderar algunos ejes de su política
exterior. ¿Qué cabe esperar?

Respuesta: Sería una sorpresa que haya grandes cambios. En realidad,
pese a lo ajustado de su victoria en 2000, Bush se ha comportado en los últimos
cuatro años como si hubiese sido elegido por mayoría. Se ve a
sí mismo promoviendo la libertad y la democracia en el mundo y maneja
el Gobierno como si fuese una empresa. Su política exterior ha estado
marcada hasta ahora por la guerra contra el terror y no se ha planteado cuestiones
morales. No hay razones que inviten al optimismo. Si se producen cambios, será por
dos factores. Por un lado, por la continuidad o no de las principales figuras
del actual Gobierno. Si siguen en sus puestos, no habrá cambios significativos;
de lo contrario, sus sucesores podrían marcar otra orientación.
En cualquier caso, la permanencia del vicepresidente Dick Cheney está asegurada
y, al ser él uno de los principales actores en política exterior
y contar con la confianza absoluta de Bush, limitará los cambios, con
independencia de posibles nombramientos. El segundo factor, en vista del déficit
presupuestario, son las limitaciones de índole financiera si Bush insiste
en cumplir de forma simultánea sus objetivos de política interna
y exterior. éste podría ser un elemento clave, ya que no redefinirá la
política exterior a menos que se vea obligado por cuestiones financieras.
Al mismo tiempo, cabe preguntarse si otros países estarán dispuestos
a seguir financiando los déficit gemelos de EE UU si sigue por la senda
unilateralista.

P: Usted ha defendido la necesidad de salir de Irak. ¿Cuál será la
estrategia de Bush?

R: En Irak no cabe esperar la ayuda de otros países porque no hay seguridad
y EE UU no puede proporcionarla. Intensificar las operaciones militares sólo
generará más resistencia y la permanencia de nuestras tropas
agravará la situación. Sin embargo, no habrá retirada
porque se percibiría como una derrota y como el reconocimiento de una
equivocación. Un colega que ha tenido responsabilidades en Irak ha comparado
la situación con el estado de naturaleza de Hobbes. También hay
similitudes con Vietnam. La más importante es que el Gobierno no sabe
qué hacer. Las consecuencias de las limitaciones presupuestarias y de
la falta de colaboración de los aliados se harán evidentes y
Bush se verá obligado a conseguir la cuadratura
del círculo
:
necesita más soldados, pero sólo tiene la opción de recurrir
al reclutamiento obligatorio, lo cual es políticamente imposible. No
hay una agenda clara. La Casa Blanca tiene poco margen de maniobra. Irak ha
demostrado también las dificultades de las expectativas de los neoconservadores
que querían utilizarlo como un ejemplo de democracia que tuviese un
efecto dominó en otros países del área. ¿Cómo
definen la democracia? Quizá la ven sólo como un modelo para
países satélites fiables en el mundo. No está claro dónde
empiezan los intereses y la realidad.

"En Irak no cabe esperar
la ayuda de otros países porque no hay seguridad y Estados Unidos
no
puede proporcionarla. Intensificar las operaciones
militares sólo generará más resistencia"

P: La llamada guerra
contra el terror
ha sido uno de los ejes principales
del primer mandato de Bush. El poder duro se ha convertido en el principal
instrumento de esta lucha en detrimento del poder blando. ¿Qué debería
hacerse?

R: Cuando George W. Bush definió la lucha contra el terrorismo como
una guerra contra el terror, muchos estuvimos en desacuerdo. El presidente
francés Jacques Chirac fue de los primeros en declarar que, en realidad,
no es una guerra, sino una lucha. No hay tratados, ni un final definido, ni
enemigos claros, ni límites geográficos determinados. La concepción
europea de este fenómeno es diferente: no es jerárquico, es de
baja intensidad; no se basa en el miedo, ni en recortar las libertades. Sin
embargo, la guerra contra el terror ha sido de gran ayuda al presidente Bush
ya que le ha permitido instrumentalizar la fe religiosa de parte de los ciudadanos,
con independencia de la realidad. Por último, esta Administración
ha tenido un gran éxito vinculando Irak a la guerra contra el terrorismo,
lo que ha minimizado la oposición al conflicto. ¿Qué debemos
hacer? Lo más importante es no crear más terroristas. En segundo
lugar, resolver el problema palestino. También es necesario intensificar
la cooperación policial internacional y mejorar los servicios de inteligencia.
Por último, hay que impulsar el uso del poder blando. Desarrollar más
programas culturales y de intercambio de estudiantes. El problema es que la
Administración actual no tiene ningún especialista en poder
blando
.

P: ¿Qué puede esperar Europa de un segundo Gobierno Bush?

R: La reelección de Bush podría constituir una oportunidad para
los europeos que pueden aprovechar el actual contexto para avanzar en su proceso
de integración. En las últimas décadas ha habido dos países
que han podido contribuir a unificar Europa: la Unión Soviética,
que fracasó, y EE UU, pese a su ambivalencia sobre el proceso de integración.
Sin embargo, la hostilidad americana ha servido para galvanizar a los europeos
y se ha hecho más evidente en los últimos tres años, sobre
todo, en política exterior, como el proceso de paz en Oriente Medio
o las relaciones con los países musulmanes. En Europa, el alineamiento
con Ariel Sharon se ha percibido como una provocación. El Gobierno de
Bush ha sobreestimado su influencia sobre los países europeos. Incluso
la llamada nueva Europa está deseosa de hacer bien los deberes en la
UE. La actual situación puede ayudar también a que se apruebe
la Constitución Europea y a avanzar en el desarrollo de las políticas
de seguridad y exterior comunes. La OTAN, que durante los últimos años
ha sufrido una de las crisis más profundas de su historia, puede jugar
un papel unificador como en Afganistán, pero no está claro que
pueda hacer mucho más, en especial en Irak. Los países que se
negaron a participar en la guerra no van a cambiar de opinión y no van
a enviar soldados. No hay nada que Bush pueda hacer, dada la oposición
mayoritaria de las opiniones públicas de esos países contra la
guerra. Pero está claro que es una oportunidad para Europa. Queda por
ver si la aprovechan, o si los europeos siguen con su fijación histórica
con las instituciones. En cuanto a España, el Gobierno no debería
esperar muchas diferencias.

Foto de Stanley Hoffmann

ARMAS DE DESTRUCCIóN MASIVA
P: Durante
la campaña electoral, tanto John Kerry como George Bush
coincidieron en que la amenaza más importante para la seguridad del
país y
del mundo era la proliferación nuclear y las armas de destrucción
masiva. ¿Habrá nuevas estrategias para hacer frente a este peligro?

R: Soy escéptico sobre la amenaza que suponen las armas de destrucción
masiva. En realidad, no hay muchos países que tengan armas nucleares
y que estén dispuestos a usarlas, a perder el control sobre ellas o
a dárselas a grupos terroristas. El riesgo principal es el de la proliferación.
Al mismo tiempo hay que subrayar que la implantación de políticas
unilaterales da una razón poderosa a otros países para desarrollar
este tipo de armamento. Por ello es importante tranquilizarlos en vez de amenazarlos.
La clave es tratar cada caso individualmente. En el caso de Corea del Norte,
hay muy poco campo de maniobra porque es muy probable que ya tengan armas nucleares.
Es posible que Pyongyang termine aceptando ayuda económica y reconocimiento
internacional a cambio de no mantener su programa nuclear. La situación
no es totalmente descorazonadora. Hay que dejar trabajar a la diplomacia. En
Irán hay más opciones porque todavía no tiene armas nucleares.
Una invasión es posible, pero no probable, sobre todo por las limitaciones
financieras y la falta de soldados. También cabe la posibilidad de que
se ataquen las instalaciones nucleares. Israel podría hacerlo, como
ya ocurrió en Irak, pero no lo creo probable, ya que Sharon tiene problemas
internos y todo el mundo entendería que estarían actuando como
sustitutos de EE UU. La estrategia apropiada sería combinar las negociaciones
que llevan a cabo los europeos con amenazas, pero no apocalípticas,
de Washington. Sin embargo, esta estrategia puede tardar en fructificar y será necesario
garantizarles que no van a ser atacados. Esta Administración ha sido
muy mala en diplomacia y no hay indicios de que vaya a mejorar. Necesitan un
buen diplomático, pero ¿quién?

P: ¿Cómo ve el futuro de Estados Unidos?

R: Estados Unidos puede seguir siendo una fuerza positiva en el mundo, proporcionando
estabilidad, seguridad e influyendo culturalmente. Hay que aceptar que el mundo
de hoy no es unipolar. El uso de la fuerza tiene límites y, desde un
punto de vista económico, existen otros polos como Japón, China
y Europa. A corto plazo, estoy preocupado, pero tengo una enorme confianza
en la capacidad del país de sobreponerse a los prejuicios. A largo plazo
soy optimista: EE UU tiene una notable capacidad de autocrítica. No
se considera una potencia imperial. Llevo décadas enseñando en
Harvard y los estudiantes de ahora son mejores porque no tienen prejuicios:
han tenido la oportunidad de viajar y están interesados en hacer el
bien. Si el futuro del país está en sus manos, me siento confiado.
Como dijo Kerry durante la campaña: "La ayuda está en camino".

Sebastián Royo es profesor
en el Departamento de Gobierno de la Universidad de Suffolk, en Boston (EE
UU).