Es un hombre-nodo de la política global. Javier Solana (Madrid, 1942, físico, ex ministro socialista y ex secretario general de la OTAN), desde 1999 alto representante de la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea (PESC), es uno de los europeos más informados y con mejores y más profundos contactos con los países miembros y sus aparatos estatales, y con otros gobiernos o administraciones, muy especialmente Estados Unidos -en lo que se considera todo un gesto, Bush visita la UE el 22 de febrero en Bruselas- y Rusia.

Casi se puede decir que él es la PESC. O que, a veces, suple la falta de política común con un incansable movimiento personal, que, sin embargo, ahora tiene que dar el paso hacia una mayor institucionalización. A partir de 2006, Solana contará con tres grupos de combate (puramente europeos y con 1.500 hombres cada uno) para intervenir en situaciones de crisis en un plazo de dos semanas, algo sin precedentes y que el secretario general de la ONU, Kofi Annan, valora con enorme interés. Y en 2007, cuando se haya ratificado la Constitución Europea (Solana está convencido de que así será), dispondrá de un Servicio Exterior europeo. En conversación con Andrés Ortega, director de FP EDICIÓN ESPAÑOLA, el que será el primer ministro de Asuntos Exteriores de la UE apuesta por el pragmatismo, frente a las diferencias ideológicas o de valores, en las relaciones con la Administración Bush.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: ¿A qué líneas de fuerza principales hay que mirar en los próximos meses y años?

Javier Solana: Desde un punto de vista global, y dejando aparte la situación de Asia tras la catástrofe del tsunami, tenemos que abordar de forma inmediata todos los temas relacionados con Oriente Medio: el proceso de paz, Irak e Irán. Son tres grandes problemas sobre los que hay que trabajar con intensidad y encontrar fórmulas de solución en los próximos meses. Desde un punto de vista europeo, la segunda línea es la finalización del proceso de la Constitución, es decir, su ratificación y todo lo que lleva consigo para ir avanzando hacia una Europa cada vez más política y que sea capaz de funcionar políticamente con el peso que le corresponde en el mundo con el número de países (25) que tiene. La decisión tomada sobre Turquía forma parte de esta dimensión de relaciones de Europa con el resto de países. Europa no puede dejar de ser un actor fundamental en el mundo de hoy, y, por tanto, todo lo que se pueda hacer para privilegiar esa nueva faceta, debe hacerse. Incluyo en ello el campo de la seguridad, en el que se avanza con gran celeridad. Por supuesto, con muchos países nada va a la velocidad de la luz, pero si algo ha ido a velocidades próximas han sido los temas relacionados con la política de seguridad. En tercer lugar, hay que hablar de todos los asuntos que tienen que ver con el terrorismo y la proliferación, para luchar contra la cual es fundamental la cooperación internacional. En cuanto al punto de vista económico, están los temas de pobreza, la Ronda Doha y todas las cuestiones relacionadas, y el papel de países clave como China, India, Brasil o Suráfrica. 2005 va a ser un año fundamental, si al final se produce el análisis en profundidad o incluso la aplicación de la reforma de todo el esquema de Naciones Unidas. No creo que se pueda terminar, pero sí se puede poner la primera piedra para empezar a hacer una ONU que constituya el corazón del sistema multilateral del planeta, de un modo eficaz.

FP: Hace unos años, usted decía que una de las funciones de Europa era "moderar a EE UU". A juzgar por lo ocurrido en Irak, no parece haberlo conseguido. ¿Cree usted que aún se puede?

J. S.: Lo que se ha puesto de manifiesto en estos últimos meses o años es que, por muy poderoso que sea, ningún país puede enfrentarse solo seriamente a los problemas del mundo de hoy, y, por tanto, las relaciones de cooperación son fundamentales, como los elementos de un (sé que a los americanos no les gusta la expresión) multilateralismo, eficaz.


Mr. PESC en acción:
en enero de 2004 se entrevista con el presidente iraní, Mohamed Jatamí, en Teherán (izquierda). A la derecha, visita los
trabajos de reconstrucción de una casa serbia en Kosovo tras los enfrentamientos étnicos de marzo de 2004.

FP: ¿Qué debemos hacer los europeos para influir más en la política exterior de EE UU?

J. S.: Hay dos formas de enfocar las relaciones con Washington para intentar mejorarlas: el convencimiento conceptual o ideológico; o un enfoque mucho más pragmático, orientado hacia los resultados. La política exterior debe ser cada vez más de lo segundo que de lo primero. A largo plazo, hay un problema con EE UU que podemos llamar de valores, sobre los que hemos construido la relación pero que no deben llevar a deconstruirla. Me parece más inteligente mejorar la agenda desde una perspectiva más pragmática. ¿Cómo influir mutuamente? EE UU, una vez que ha tomado una decisión colectiva, o vertical, tiene grandes dificultades para cambiarla. Es más fácil hablar, dialogar, en el proceso previo a la toma de decisión.

FP: ¿Qué debe hacer Europa en Oriente Medio?

J. S.: En ese área hay un objetivo común bien definido, que es el de dos Estados, juntos y en armonía. La cuestión es cómo se hace. Hay una Hoja de Ruta. Pero hay que poder aplicarla. Si bien los líderes elegidos ahora tienen el mismo objetivo, es también verdad que las negociaciones no van a resultar fáciles. No podremos avanzar mucho tiempo sin abordar, en un diálogo discreto o abierto, debajo o encima de la mesa, el estatuto final. Dos Estados significa dos Estados. Un Estado no se define sólo por su ley básica. Si no se habla de los territorios sobre los que aplicar esos conceptos, nunca progresaremos. Por tanto, algo hay que empezar a hablar sobre los grandes temas del final, sobre el Estado, sobre qué propiedades y dimensiones debe tener. En cuanto a Irak, vamos a ver qué pasa con las elecciones [la entrevista se realizó antes de los comicios]. Ayuda económica europea ya la hay, se está haciendo a través del Banco Mundial, además de la asistencia bilateral de los países. Y ayudaremos a la reconstrucción. Sobre Irán [tras unas negociaciones en las que han participado Reino Unido, Francia, Alemania y el propio Solana], vamos a seguir apostando por el pacto que alcanzamos y cuyos elementos hemos empezado a negociar: el vector económico, el político y de seguridad y el de tecnología nuclear sin posibilidad de dotarse de armas con la utilización del uranio enriquecido. Ahora estamos en una suspensión -no en la cancelación de ese programa-, durante la cual vamos a llevar a cabo esta negociación, que va a ser larga. Deberíamos ser capaces de llegar a buen puerto porque interesa a todos, incluido el propio Irán, que no haya más armas nucleares en una zona tan compleja. Hay que preguntarse también por qué Teherán quiere tener el arma nuclear. Debemos todos encauzar algunos mecanismos de seguridad regional que impidan que cada 10 años tengamos una guerra o un conflicto de grandes proporciones en esa región. No somos los responsables de lo que allí ha ocurrido, pero Europa debe ser un instrumento catalizador. Ahora bien, sin una estructura de seguridad en el Golfo estamos abocados a un conflicto de grandes dimensiones cada 10 años, según nos ha dicho la historia. Para superarlo es también fundamental resolver el conflicto entre Israel y Palestina.

FP: ¿Vamos a una Europa que no puede decir no a EE UU, aunque en ocasiones pueda decir ?

J. S.: Es una Europa que puede decir de todo: sí y no. Tengo una experiencia en esta Europa de 25 en muchos aspectos enormemente positiva en cuanto a la coherencia de la acción en decisiones de envergadura. Me gustaría que esa tendencia se mantuviera, para ir consolidando la política exterior común. Hay que intentar que los intereses específicos que tienen los países en algunos casos sean utilizados no para desviar el interés común, sino para forzar la atención en zonas específicas. Este puede ser el caso de España con América Latina, o de los nuevos miembros con respecto al Este de Europa. Pero, no estamos aún en el ámbito de una política exterior única. Me gustaría que así fuese, pero a veces no es posible. ¿Cúando es imposible? Fundamentalmente cuando los dos miembros permanentes europeos del Consejo de Seguridad [Francia y Reino Unido] difieren en su posición. Esos son los momentos más difíciles que he vivido y que seguiré viviendo.


Viajero infatigable:
Solana se reúne con Víctor Yúshenko el pasado 26 de noviembre (izquierda). A la derecha, conversa con el secretario general
de la ONU en una cumbre especial de la UE sobre la crisis de Irak, en febrero de 2003.

FP: En Ucrania, una razón del éxito de la UE es que se ha involucrado en las elecciones sin tomar partido. ¿Qué puede ofrecer ahora la UE a los ucranios?

J. S.: A Ucrania hay que ofrecerle una relación muy profunda, estratégica. Lo que no podemos pensar es que las únicas relaciones que Bruselas puede tener con otros sea ofrecerles ser miembros. Si nuestra única capacidad de acción por la vía de la zanahoria fuera la adhesión estaríamos en una situación muy difícil para la UE. Debemos ser capaces de explicárselo y que lo entiendan, y tener unas relaciones profundas, económicas, políticas de acción en el mundo que no necesiten de la presencia de esos países en todas las instituciones europeas. Ahora, las posibles fronteras europeas, que siempre son aleatorias, están definidas: son las de los países candidatos y los Balcanes. Eso no quiere decir que dentro de unos años esas fronteras no cambien. Pero la capacidad de digestión no es infinita, ni por parte de ellos ni de la Unión Europea.

FP: ¿Qué pasaría si no se ratificara la Constitución?

J. S.: Hay que creer que se va a ratificar, y no empezar a pensar en planes B. He visto fracasar referendos y ratificaciones de tratados, y siempre hemos encontrado una fórmula, no para parar, sino para seguir avanzando. Espero que la Constitución se pueda poner en marcha y rápido. La necesitamos, y desde el punto de vista interno, de forma dramática, pues proporciona mecanismos de decisión más eficaces. Y para las relaciones con terceros nos da la oportunidad fundamental de simplificar también los instrumentos de relación. En este mundo globalizado, Europa quiere jugar un papel, y no sólo como un agente económico, sino también político y de seguridad.

FP: ¿Ha actuado la UE con demasiada lentitud frente a la catástrofe del tsunami?

J. S.: Sinceramente, creo que se ha hecho lo que se ha podido. Comprendo que la respuesta de la UE y de la comunidad internacional puede parecer insuficiente y lenta, pero la catástrofe ha sido de tal magnitud que era impensable poder estar plenamente preparados para reaccionar de inmediato. Ha habido una respuesta eficaz, en la medida de lo posible, de los efectivos de protección civil de los miembros, una respuesta ágil en cuanto a fondos y ayuda humanitaria, y se van poniendo en marcha los medios militares, navales y aéreos. El desafío de la coordinación para alcanzar la máxima eficacia es muy alto. Nosotros concentramos nuestros apoyos en la ONU. En un momento dado, deberemos sacar consecuencias de la tragedia, pero ahora lo urgente es ayudar lo más rápidamente posible en el terreno humanitario y en la reconstrucción en el sentido más amplio, con todo tipo de medidas.

Es un hombre-nodo de la política global. Javier Solana (Madrid, 1942, físico, ex ministro socialista y ex secretario general de la OTAN), desde 1999 alto representante de la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea (PESC), es uno de los europeos más informados y con mejores y más profundos contactos con los países miembros y sus aparatos estatales, y con otros gobiernos o administraciones, muy especialmente Estados Unidos -en lo que se considera todo un gesto, Bush visita la UE el 22 de febrero en Bruselas- y Rusia.

Casi se puede decir que él es la PESC. O que, a veces, suple la falta de política común con un incansable movimiento personal, que, sin embargo, ahora tiene que dar el paso hacia una mayor institucionalización. A partir de 2006, Solana contará con tres grupos de combate (puramente europeos y con 1.500 hombres cada uno) para intervenir en situaciones de crisis en un plazo de dos semanas, algo sin precedentes y que el secretario general de la ONU, Kofi Annan, valora con enorme interés. Y en 2007, cuando se haya ratificado la Constitución Europea (Solana está convencido de que así será), dispondrá de un Servicio Exterior europeo. En conversación con Andrés Ortega, director de FP EDICIÓN ESPAÑOLA, el que será el primer ministro de Asuntos Exteriores de la UE apuesta por el pragmatismo, frente a las diferencias ideológicas o de valores, en las relaciones con la Administración Bush.

FP EDICIÓN ESPAÑOLA: ¿A qué líneas de fuerza principales hay que mirar en los próximos meses y años?

Javier Solana: Desde un punto de vista global, y dejando aparte la situación de Asia tras la catástrofe del tsunami, tenemos que abordar de forma inmediata todos los temas relacionados con Oriente Medio: el proceso de paz, Irak e Irán. Son tres grandes problemas sobre los que hay que trabajar con intensidad y encontrar fórmulas de solución en los próximos meses. Desde un punto de vista europeo, la segunda línea es la finalización del proceso de la Constitución, es decir, su ratificación y todo lo que lleva consigo para ir avanzando hacia una Europa cada vez más política y que sea capaz de funcionar políticamente con el peso que le corresponde en el mundo con el número de países (25) que tiene. La decisión tomada sobre Turquía forma parte de esta dimensión de relaciones de Europa con el resto de países. Europa no puede dejar de ser un actor fundamental en el mundo de hoy, y, por tanto, todo lo que se pueda hacer para privilegiar esa nueva faceta, debe hacerse. Incluyo en ello el campo de la seguridad, en el que se avanza con gran celeridad. Por supuesto, con muchos países nada va a la velocidad de la luz, pero si algo ha ido a velocidades próximas han sido los temas relacionados con la política de seguridad. En tercer lugar, hay que hablar de todos los asuntos que tienen que ver con el terrorismo y la proliferación, para luchar contra la cual es fundamental la cooperación internacional. En cuanto al punto de vista económico, están los temas de pobreza, la Ronda Doha y todas las cuestiones relacionadas, y el papel de países clave como China, India, Brasil o Suráfrica. 2005 va a ser un año fundamental, si al final se produce el análisis en profundidad o incluso la aplicación de la reforma de todo el esquema de Naciones Unidas. No creo que se pueda terminar, pero sí se puede poner la primera piedra para empezar a hacer una ONU que constituya el corazón del sistema multilateral del planeta, de un modo eficaz.

FP: Hace unos años, usted decía que una de las funciones de Europa era "moderar a EE UU". A juzgar por lo ocurrido en Irak, no parece haberlo conseguido. ¿Cree usted que aún se puede?

J. S.: Lo que se ha puesto de manifiesto en estos últimos meses o años es que, por muy poderoso que sea, ningún país puede enfrentarse solo seriamente a los problemas del mundo de hoy, y, por tanto, las relaciones de cooperación son fundamentales, como los elementos de un (sé que a los americanos no les gusta la expresión) multilateralismo, eficaz.


Mr. PESC en acción:
en enero de 2004 se entrevista con el presidente iraní, Mohamed Jatamí, en Teherán (izquierda). A la derecha, visita los
trabajos de reconstrucción de una casa serbia en Kosovo tras los enfrentamientos étnicos de marzo de 2004.

FP: ¿Qué debemos hacer los europeos para influir más en la política exterior de EE UU?

J. S.: Hay dos formas de enfocar las relaciones con Washington para intentar mejorarlas: el convencimiento conceptual o ideológico; o un enfoque mucho más pragmático, orientado hacia los resultados. La política exterior debe ser cada vez más de lo segundo que de lo primero. A largo plazo, hay un problema con EE UU que podemos llamar de valores, sobre los que hemos construido la relación pero que no deben llevar a deconstruirla. Me parece más inteligente mejorar la agenda desde una perspectiva más pragmática. ¿Cómo influir mutuamente? EE UU, una vez que ha tomado una decisión colectiva, o vertical, tiene grandes dificultades para cambiarla. Es más fácil hablar, dialogar, en el proceso previo a la toma de decisión.

FP: ¿Qué debe hacer Europa en Oriente Medio?

J. S.: En ese área hay un objetivo común bien definido, que es el de dos Estados, juntos y en armonía. La cuestión es cómo se hace. Hay una Hoja de Ruta. Pero hay que poder aplicarla. Si bien los líderes elegidos ahora tienen el mismo objetivo, es también verdad que las negociaciones no van a resultar fáciles. No podremos avanzar mucho tiempo sin abordar, en un diálogo discreto o abierto, debajo o encima de la mesa, el estatuto final. Dos Estados significa dos Estados. Un Estado no se define sólo por su ley básica. Si no se habla de los territorios sobre los que aplicar esos conceptos, nunca progresaremos. Por tanto, algo hay que empezar a hablar sobre los grandes temas del final, sobre el Estado, sobre qué propiedades y dimensiones debe tener. En cuanto a Irak, vamos a ver qué pasa con las elecciones [la entrevista se realizó antes de los comicios]. Ayuda económica europea ya la hay, se está haciendo a través del Banco Mundial, además de la asistencia bilateral de los países. Y ayudaremos a la reconstrucción. Sobre Irán [tras unas negociaciones en las que han participado Reino Unido, Francia, Alemania y el propio Solana], vamos a seguir apostando por el pacto que alcanzamos y cuyos elementos hemos empezado a negociar: el vector económico, el político y de seguridad y el de tecnología nuclear sin posibilidad de dotarse de armas con la utilización del uranio enriquecido. Ahora estamos en una suspensión -no en la cancelación de ese programa-, durante la cual vamos a llevar a cabo esta negociación, que va a ser larga. Deberíamos ser capaces de llegar a buen puerto porque interesa a todos, incluido el propio Irán, que no haya más armas nucleares en una zona tan compleja. Hay que preguntarse también por qué Teherán quiere tener el arma nuclear. Debemos todos encauzar algunos mecanismos de seguridad regional que impidan que cada 10 años tengamos una guerra o un conflicto de grandes proporciones en esa región. No somos los responsables de lo que allí ha ocurrido, pero Europa debe ser un instrumento catalizador. Ahora bien, sin una estructura de seguridad en el Golfo estamos abocados a un conflicto de grandes dimensiones cada 10 años, según nos ha dicho la historia. Para superarlo es también fundamental resolver el conflicto entre Israel y Palestina.

FP: ¿Vamos a una Europa que no puede decir no a EE UU, aunque en ocasiones pueda decir ?

J. S.: Es una Europa que puede decir de todo: sí y no. Tengo una experiencia en esta Europa de 25 en muchos aspectos enormemente positiva en cuanto a la coherencia de la acción en decisiones de envergadura. Me gustaría que esa tendencia se mantuviera, para ir consolidando la política exterior común. Hay que intentar que los intereses específicos que tienen los países en algunos casos sean utilizados no para desviar el interés común, sino para forzar la atención en zonas específicas. Este puede ser el caso de España con América Latina, o de los nuevos miembros con respecto al Este de Europa. Pero, no estamos aún en el ámbito de una política exterior única. Me gustaría que así fuese, pero a veces no es posible. ¿Cúando es imposible? Fundamentalmente cuando los dos miembros permanentes europeos del Consejo de Seguridad [Francia y Reino Unido] difieren en su posición. Esos son los momentos más difíciles que he vivido y que seguiré viviendo.


Viajero infatigable:
Solana se reúne con Víctor Yúshenko el pasado 26 de noviembre (izquierda). A la derecha, conversa con el secretario general
de la ONU en una cumbre especial de la UE sobre la crisis de Irak, en febrero de 2003.

FP: En Ucrania, una razón del éxito de la UE es que se ha involucrado en las elecciones sin tomar partido. ¿Qué puede ofrecer ahora la UE a los ucranios?

J. S.: A Ucrania hay que ofrecerle una relación muy profunda, estratégica. Lo que no podemos pensar es que las únicas relaciones que Bruselas puede tener con otros sea ofrecerles ser miembros. Si nuestra única capacidad de acción por la vía de la zanahoria fuera la adhesión estaríamos en una situación muy difícil para la UE. Debemos ser capaces de explicárselo y que lo entiendan, y tener unas relaciones profundas, económicas, políticas de acción en el mundo que no necesiten de la presencia de esos países en todas las instituciones europeas. Ahora, las posibles fronteras europeas, que siempre son aleatorias, están definidas: son las de los países candidatos y los Balcanes. Eso no quiere decir que dentro de unos años esas fronteras no cambien. Pero la capacidad de digestión no es infinita, ni por parte de ellos ni de la Unión Europea.

FP: ¿Qué pasaría si no se ratificara la Constitución?

J. S.: Hay que creer que se va a ratificar, y no empezar a pensar en planes B. He visto fracasar referendos y ratificaciones de tratados, y siempre hemos encontrado una fórmula, no para parar, sino para seguir avanzando. Espero que la Constitución se pueda poner en marcha y rápido. La necesitamos, y desde el punto de vista interno, de forma dramática, pues proporciona mecanismos de decisión más eficaces. Y para las relaciones con terceros nos da la oportunidad fundamental de simplificar también los instrumentos de relación. En este mundo globalizado, Europa quiere jugar un papel, y no sólo como un agente económico, sino también político y de seguridad.

FP: ¿Ha actuado la UE con demasiada lentitud frente a la catástrofe del tsunami?

J. S.: Sinceramente, creo que se ha hecho lo que se ha podido. Comprendo que la respuesta de la UE y de la comunidad internacional puede parecer insuficiente y lenta, pero la catástrofe ha sido de tal magnitud que era impensable poder estar plenamente preparados para reaccionar de inmediato. Ha habido una respuesta eficaz, en la medida de lo posible, de los efectivos de protección civil de los miembros, una respuesta ágil en cuanto a fondos y ayuda humanitaria, y se van poniendo en marcha los medios militares, navales y aéreos. El desafío de la coordinación para alcanzar la máxima eficacia es muy alto. Nosotros concentramos nuestros apoyos en la ONU. En un momento dado, deberemos sacar consecuencias de la tragedia, pero ahora lo urgente es ayudar lo más rápidamente posible en el terreno humanitario y en la reconstrucción en el sentido más amplio, con todo tipo de medidas.