Combinación de fotos de diferentes estudiantes europeos. (Loic Venance/AFP/Getty Images)
Combinación de fotos de diferentes estudiantes europeos. (Loic Venance/AFP/Getty Images)

Identidad, construcción, intercambio, experiencia… Éstos son alguno de los sustantivos, asépticos, repetidos al preguntar a distintos estudiantes Erasmus por el aporte de este programa para el conjunto de la Unión Europea.

Mientras, los pilares de la Unión comienzan a tambalearse con los problemas económicos y financieros, con la gestión que se está realizando con las personas refugiadas, cuando Reino Unido se muestra más amenazante que nunca con el Brexit o cuando los partidos xenófobos logran cada vez más peso. Cuando incluso está en duda el “amplio interés común” del que hablaba Jean Monnet, el reciente premio Carlos V que ha recibido la profesora italiana Sofía Corradi, impulsora del programa Erasmus, invita a reflexionar. ¿Existe una ciudadanía europea?, ¿qué ha aportado este proyecto educativo a un viejo continente inmerso en varias crisis identitarias?

“La idea del Erasmus me surgió en 1969, en la era de guerra fría; fue mi propia campaña personal a favor de la paz. La paz es un reto diario. Y el programa Erasmus es un instrumento de paz desde una pequeña aportación preventiva”. En un apartado rincón de Extremadura, en el mismo monasterio que escogió el emperador Carlos V para pasar sus últimos días, a los pies de la Sierra de Gredos, la conocida como ‘Mamma Erasmus’ reflexiona sobre el pasado y el presente de Europa.

La Fundación Academia Europea de Yuste, que le concede un galardón que hasta ahora siempre habían recibido políticos –ocho hombres y una mujer-, ha destacado que el objetivo del reconocimiento a Corradi es el concepto de ‘unión’. En minúsculas, en este caso. De nuevo, un sustantivo. “Transmitir a la ciudadanía un claro mensaje de apuesta por lo que nos une, no por lo que nos separa, a pesar de que muchos intenten hoy dilapidar este proceso y no perciban la importancia que tiene la preservación de los grandes logros alcanzados y los principales valores europeos como piedra angular de nuestro éxito y nuestro futuro en común”.

Logros alcanzados y futuro común. Lo hecho y lo por hacer. Lo construido y los desafíos venideros. Un Eurobarómetro de 2013 indicaba que el 81% de las personas sabe que además de ciudadanas de su propio país lo son de la Unión Europea, un concepto que legalmente nació con el Tratado de Maastricht de 1993.

“Se discute mucho sobre si existe o no una ciudadanía europea”, reconoce Yolanda Gómez, directora de la Escuela Internacional de Doctorado de la UNED, quien en cambio no duda de su existencia, “en el sentido de que cada vez más ciudadanos europeos son conscientes de que, junto a ciudadanía nacional, poseen la europea, y ello representa un plus que les hace miembros de una comunidad de derecho y cultural propia”. Mientras, el analista político Carlos Buhigas recuerda que también se da sentido por estar en contra. El rechazo de mucha ciudadanía a Europa y lo que conlleva ayuda a visualizar que existe una conciencia europea, aunque sea por oposición a ...