El reto de estrechar los lazos entre Madrid y Tirana.

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El informe anual sobre el estado de la opinión pública albanesa sobre sus perspectivas de integración europea elaborado por el Albanian Institute for International Studies constituye el único instrumento de medición sistemática de ésta. Uno de los cambios registrados en sus ediciones recientes radica en la respuesta a la pregunta sobre cuáles son los socios internacionales más importantes para Albania, en la que España, antes ausente, figura en quinto lugar tras Estados Unidos, Italia, Alemania y Reino Unido en las dos últimas ediciones. Cambio de percepción que coincide con el proceso de impulso y desarrollo de las relaciones entre España y Albania que ha tenido lugar desde la apertura de la Embajada de España en Tirana en julio de 2006, y a cuya labor atribuye el informe un papel fundamental en la transformación de la percepción, por parte de la ciudadanía albanesa, del prejuicio positivo previo hacia España al juicio positivo y la consideración de la relación con ella como una de las prioridades de su proyección exterior.

Muchas veces me han preguntado el por qué, qué y cómo de esa metamorfosis en la percepción. Creo que la respuesta es una cuestión tanto de visión, de planteamiento, como de acción. De consideración, como necesario punto de partida, de que toda relación con el otro es, también y sobre todo, relación con uno mismo; pues no somos del todo nosotros sin serlo frente a los otros. De preguntarnos cuál es el yo que se oculta, que está potencialmente en el otro – ¿cuál la Albania que puede ser más ella misma en España, o la España en Albania? -; y concebir la relación con él como un juego de suma positiva. Lo que implica la necesidad y el reto de conocer al otro, ponerse en su piel, dejar atrás viejos paradigmas de la diplomacia de los Estados como bolas de billar – en expresión del diplomático Shaum Riordan– que chocan con otros Estados; y sus embajadas el instrumento para ello; sino la interacción a múltiples niveles desde la visión del bosque por encima de los árboles. Perspectiva desde la que una embajada resulta una traductora de mundos, un catalizador y un compromiso.

De realización, partiendo de dicho planteamiento, del viaje desde una relación con un punto de equilibrio de baja intensidad hacia otro de alta intensidad. Un viaje cuyo quienes no son sólo los respectivos estados y sus instituciones, sino todos los actores relevantes de sus sociedades, iniciado por el crecimiento o la utilización de los ámbitos e instrumentos en que resulte factible con la esperanza de que tengan su efecto de arrastre sobre el resto, y de que lo que empieza como un nuevo equilibrio inestable y desigual acabe estable y positivamente retroalimentado en un punto superior. La embajada en parte víctima de su propio éxito ante el carácter autosostenible de las dinámicas que contribuyó a generar.

Cuando ese viaje se realiza por una embajada de nueva creación, plantea al inicio el doble reto de construir el barco y contratar y entrenar su tripulación y al tiempo navegar como si existiera. Una navegación guiada por varios puntos en el horizonte hacia los que avanzar de forma compatible y simultánea. Como los de los intereses globales de España y de la agenda global, compatibilizándolos con el del fortalecimiento de las relaciones entre Madrid y Tirana, y haciendo de éstas ámbito e instrumento para ello. Comprometiéndonos, así, a contribuir a la integración de Albania en la OTAN, a su camino hacia la Unión Europea, a apoyar decisivamente su integración en 2007 en el Proceso de Barcelona y el desarrollo de la dimensión mediterránea de su política exterior, el desarrollo de su Plan Nacional para la Alianza de Civilizaciones y su participación y aportación a ésta o el desarrollo en Albania de la experiencia piloto “delivering as one UN” para la reforma del sistema de Naciones Unidas sobre el terreno, configurándonos en el mayor donante a éste en Albania.

Una embajada resulta una traductora de mundos, un catalizador y un compromiso

Una navegación que para aproximarse al horizonte fijado utiliza las velas y motores disponibles. Como la propia embajada, ojos y brazos para la visión y conocimiento del otro, traductora de mundos y catalizadora hacia aquel en cuyas aguas navegan los actores del propio, productora, a través de su acción cotidiana, de una lluvia fina que puede acabar cambiando el paisaje.

Como la cooperación, a través de la que, en desarrollo del Plan de Actuación Especial elaborado en 2006, la cooperación española ha contribuido, a través de 24 proyectos bilaterales y multilaterales concentrados en cuatro sectores con el objetivo estratégico de contribuir al avance hacia la integración europea y a la consecución en Albania de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que han llevado a nuestras instituciones y expertos a cooperar en muchas de las transformaciones clave que vive el país, desde la creación de la nueva Abogacía del Estado o de la Administración para la integración europea o la reforma de la justicia hasta la promoción de las cooperativas agrícolas y de la igualdad entre mujeres y hombres o la reforma del Museo Nacional de Historia.

O como la acción cultural, que ha dado lugar a la creación de un departamento universitario y una licenciatura en Estudios Hispánicos y ha contribuido decisivamente al salto cualitativo en el conocimiento y la percepción de España a través de una estrategia y una programación cultural continuada de la que constituye necesario referente el Otoño Cultural Español, que viene celebrándose anualmente desde 2007, uno de cuyos ejes temáticos es el encuentro entre los imaginarios colectivos de España y Albania, promoviendo encuentros sobre éstos que han dado lugar a la posterior edición de libros bilingües en español y albanés, en lo que puede considerarse un original ejercicio de diplomacia pública a través de la acción cultural.

Unos encuentros entre imaginarios colectivos que han mirado hacia el pasado –hacia la experiencia de los albaneses en las brigadas internacionales en la guerra civil y su reflejo en la obra de Petro Marko y hacia las relaciones entre Skanderbeg y la Corona de Aragón y las historias paralelas de los arberesh y los sefardíes– y hacia el presente y el futuro, de lo que constituye buena muestra el que realizaron las transiciones de España y de Albania en cuatro encuentros entre sus protagonistas y conocedores que tuvieron lugar en Tirana en el otoño de 2009, que ha dado lugar a la posterior publicación del libro Transiciones en el espejo, que tras una aproximación comparada de este autor da a conocer a albaneses y españoles el testimonio y análisis de sus respectivas transiciones, en lo político y lo económico, por parte de Isidre Molas, Anna Balletbó y Joaquín Arriola, de los ex presidentes de la Albania postcomunista Rexhe Mejdani y Alfred Moisiu y de autores como Adrian Civici, Piro Misha y Fatos Lubonja, en un ejercicio que no sólo reafirma el poder referencial y la actualidad de nuestra propia transición democrática, sino que ha contribuido a los albaneses, en torno al debate sobre ella, a reflexionar sobre la propia y tener en cuenta sus lecciones y las de nuestra integración europea para orientar el camino que les queda por recorrer. Pues a veces se necesita el espejo del otro para contemplarse a uno mismo.

Y la acción diplomática transformadora de una relación bilateral es como el batir de un souflé con la esperanza de que acabe cuajando por encima de la base en que se encontraba.

Suplemento Hablemos de Europa