La monarquía hachemita trata de contener una creciente contestación social con la convocatoria de nuevas elecciones a comienzos de 2013. Sin embargo, los islamistas se encuentran en plena efervescencia liderando una oposición al régimen cada vez más amplia. La corrupción, la falta de representatividad en las instituciones y el deterioro económico representan los principales males del país árabe.

 













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El rey jordano, Abdulá II, habla con el ministrode Defensa saudí, principe Khaled bin Sultan, durante una demostración de fuerzas armadas especiales en Amán, mayo de 2012.

 

 

“Próxima parada: Plaza Tahrir”. Escueto y simbólico, el mensaje coreado por un militante de la Hermandad Musulmana en una reciente marcha contra el régimen de Amán ayuda a comprender el punto de inflexión que podría haberse producido ya en la vida política jordana. Hasta ahora, la monarquía hachemita presumía de haber capeado el temporal de la Primavera Árabe con actitud reformista y dialogante, lo que la hacía distinta de las autocracias de la región. Las protestas inspiradas en el terremoto contestatario iniciado a comienzos de 2011 también alcanzaron tierras jordanas, pero –como ocurrió en otra monarquía, la alauita de Marruecos – nunca fueron mayoritarias. La autoridad de Abdalá II tampoco fue puesta en entredicho de forma seria.

Pero la paciencia podría estar agotándose para muchos jordanos de uno y otro origen y estrato social. El deterioro de la situación económica y las incumplidas promesas de reformas políticas y económicas están provocando honda mella en los jordanos. Los islamistas –espoleados por su éxito regional– representan, además del sector político mejor organizado, la avanzadilla del enfrentamiento abierto con la monarquía. El rey –que sigue gozando de una imagen de moderación, modernidad y apertura– ha anunciado elecciones parlamentarias anticipadas para comienzos del año próximo, con la promesa de que será la legislatura de la democracia. ¿Puede, empero, producirse aún un estallido revolucionario?

A pesar de que las manifestaciones han sido intermitentes y pacíficas en el reino desde el inicio de las revueltas árabes, la protesta de inicios del pasado octubre constituyó un aviso serio. Una marcha de 15.000 personas comandada por la rama jordana de los Hermanos Musulmanes –el Frente de Acción Islámica– se echaba a una plaza situada junto a la mezquita Al Husseini de Amán el 5 de octubre para anunciar el boicot a la cita electoral anunciada horas antes por el rey. A pesar de los planes reformistas del monarca, poco ha cambiado desde el inicio del período revolucionario que sacude la región. Al monarca, que gobierna de forma autoritaria, se le agota el manido recurso del cambio de primer ministro. Como ocurre –nuevo paralelismo con otra monarquía reacia al cambio, la marroquí – la realeza jordana ha acostumbrado desviar la atención de sus fracasos acusando a la clase política y burocrática de los males. En total, los cuatro reyes de la dinastía hachemita han cambiado unas ...