Moscú podría agitar el sentimiento separatista en este enclave moldavo como una manera más de boicotear el futuro acuerdo entre Chisinau y Bruselas.


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Frontera entre Ucrania y Moldavia a través de  Kuchurgan-Pervomaysk que se sitúa en el enclave de Transdniéster, abril de 2014.

 

El acuerdo cuatripartito sobre Ucrania firmado el 17 de abril en Ginebra no significa que la crisis en el Este haya terminado. Es muy posible que el próximo caso en la lista sea Transdniéster.

Desde la creación del Partenariado Oriental, Moldavia ha recibido elogios por ser el más ambicioso de los seis países vecinos en la región, debido al progreso relativamente rápido de sus reformas y su inequívoca inclinación proeuropea a pesar de la agitación política interna. Sin embargo, ha habido que esperar a los rápidos y alarmantes acontecimientos en Ucrania -primero las protestas en Euromaidan y luego la crisis de Crimea- para que el diálogo entre Moldavia y la UE se acelerase de manera espectacular. Está previsto que la firma del Acuerdo de Asociación (AA) presentado en Vilnius el pasado mes de noviembre se firme en junio. Asimismo se ha culminado con una rapidez inesperada el proceso de liberalización de visados: a partir del 28 de abril, los ciudadanos moldavos que posean pasaporte biométrico podrán viajar sin visado a la UE. Además, el 17 de abril, el Parlamento Europeo aprobó una resolución sobre el derecho de Moldavia, Ucrania y Georgia a solicitar la entrada en la Unión si adoptan los principios básicos. Aunque la resolución no es vinculante, es la primera vez que una institución de la Unión Europea aprueba una decisión legal sobre la posible incorporación de estos países.

Eso quiere decir que, en la actualidad, Moldavia se encuentra donde se encontraba Ucrania justo antes de la Cumbre del Partenariado Oriental en Vilnius: con nervios y a la espera de firmar el AA. No obstante, hay dos diferencias fundamentales: la primera, que el empeño político es mucho más firme tanto por parte de la UE como por parte del Gobierno moldavo del que existía en las negociaciones con Yanukóvich, acostumbrado a jugar con la confianza. En segundo lugar, con la imprevista anexión de Crimea por parte de Rusia y las incursiones solapadas en el este de Ucrania, la situación internacional, de pronto, se ha vuelto mucho más volátil e impredecible. La combinación de los dos factores permite pensar que el deseo ruso de obstaculizar el avance de Moldavia hacia la asociación podría imponerse incluso a la nueva y más enérgica voluntad política de la UE.

Y, como ya se ha demostrado de múltiples formas, Rusia posee toda una gama de instrumentos para coaccionar a Moldavia, desde las presiones económicas hasta la agitación del ambiente político en el país. Basta pensar en la reciente prohibición de las importaciones de cerdo de Moldavia, decretada el 8 de abril, o el embargo a los productos alcohólicos que entró en vigor el pasado mes de septiembre. Además, ...