Un soldado de infantería blindado monta una sección del arma antitanque "MELLS" en un vehículo de combate de infantería Marder durante la visita del Ministro de Defensa alemán al Batallón de Infantería Blindada 371 en Erzgebirgskaserne. (Robert Michael/picture alliance via Getty Images)

Los europeos están aumentando sus presupuestos de defensa desde que empezó la guerra de Rusia contra Ucrania. Pero, si los Estados miembros de la UE no coordinan mejor el gasto, la fragmentación seguirá y es posible que la industria europea de defensa salga más débil.

La invasión rusa de Ucrania, en febrero del año pasado, constituyó un punto de inflexión para la seguridad de Europa. Aunque la campaña bélica de Rusia ha sido mediocre, Moscú seguirá siendo una amenaza para Europa mientras Putin, o alguna otra persona con la misma concepción expansionista, ocupe el poder en el país. Al mismo tiempo, los problemas en la vecindad sur de Europa son cada vez más serios, empezando por la rápida expansión del programa nuclear iraní. Mientras tanto, Estados Unidos presta cada vez más atención a China, lo que significa que Europa va a tener que ocuparse más de su propia defensa. Washington quiere que sus aliados europeos contribuyan más a las fuerzas convencionales para la disuasión y la defensa frente a Rusia, en especial con el desarrollo de ejércitos de tierra más capaces. Además, EE UU también podrá prestar menos atención a la seguridad en Oriente Medio y África, por lo que los europeos tendrán que asumir más responsabilidad allí.

El problema es que los europeos todavía siguen dependiendo demasiado de Estados Unidos en materia de seguridad y están poco preparados para hacer frente solos a la situación. Las campañas de Afganistán, Malí y Libia dejaron muy claro hasta qué punto los europeos necesitan a EE UU en aspectos como el mando y el control, la inteligencia y la vigilancia, el transporte aéreo y el reabastecimiento en vuelo. Y sin la ayuda militar estadounidense a Ucrania, la ofensiva rusa probablemente habría tenido más éxito. Asimismo, los combates en suelo ucraniano han recordado a los europeos que es necesario contar con existencias suficientes de munición y armamento pesado —artillería, cohetes, sistemas de defensa antiaérea y carros de combate—, algo que la mayoría ha descuidado desde que acabó la Guerra Fría. Las donaciones de los Estados miembros a Ucrania han agotado las reservas de equipamiento y municiones y la industria de defensa tiene un límite a la hora de poder acelerar la producción, lo que subraya la necesidad de disponer de mayores reservas.

Desde la invasión rusa de febrero ha habido síntomas positivos de que los europeos se están tomando más en serio la seguridad. Muchos países han proporcionado ayuda sustancial a Ucrania y están aumentando su aportación a la tarea de disuasión de la OTAN, con el despliegue de más tropas en la frontera oriental de la Alianza. Además, la guerra ha empujado a los europeos a aumentar sus respectivos presupuestos de defensa. Según la Comisión Europea, en mayo ...