El gobierno de Estados Unidos puede interrumpir el traslado de prisioneros yemeníes de Guantánamo a su país. ¿Pero dónde los llevará?
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PAUL RICHARDS/AFP/Getty Images |
Barack Obama está en un apuro. Justo cuando el presidente de EE UU estaba en pleno proceso de trasladar a presos de la bahía de Guantánamo a Yemen, Umar Farouk Abdulmutallab intentó hacer estallar el vuelo 253 y, de pronto, este país, con la reaparición de la presencia de Al Qaeda, empezó a ser un destino menos aceptable. Los traslados de prisioneros se han aplazado, como es natural, pero ¿qué va a ocurrir con los 91 presos yemeníes que aún permanecen en el campo, entre los que se ha autorizado la puesta en libertad de más de 30?
Obama tiene tres opciones: reanudar los traslados a Yemen y presionar más al Gobierno de este país para que incremente las medidas contra la radicalización, enviar a los presos a un programa de rehabilitación dirigido por los saudíes o mantenerlos indefinidamente bajo la custodia de Estados Unidos. Ninguna de las tres cosas es perfecta, pero el presidente estadounidense tiene todavía la posibilidad de encontrar una solución aceptable a largo plazo.
En realidad, enviar a los presos a Yemen nunca fue una opción ideal. Hasta la fecha, las autoridades de EE UU han llevado a este país a más de 20 prisioneros considerados de poco riesgo y fiándose de las garantías yemeníes de que iban a neutralizar cualquier amenaza que representaran. Entre 2000 y 2005, el Gobierno de Saná patrocinó un programa de rehabilitación para sus propios presos, el Comité Yemení para el Diálogo. Su presidente, Qadi Hamoud al Hitar, afirmó públicamente que sus esfuerzos para entablar un diálogo religioso con ellos y reintegrarlos en la sociedad estaban teniendo éxito.
Pero las pruebas parecen indicar lo contrario. Un participante, ex jefe de Al Qaeda, ha dicho en conversaciones privadas que el “diálogo” consistía en unas breves reuniones durante las que se animaba a los presos a firmar unos documentos en los que prometían obediencia al presidente yemení Alí Abdulá Saleh. El diálogo no abordaba los actos terroristas que se cometieran fuera de Yemen, ni proporcionaba apoyo para salir adelante tras la liberación. Las informaciones sugieren que varios de los que completaron el curso reanudaron sus actividades violentas, muchas de ellas en Irak. Además, los planes para renovar y mejorar los trabajos de desradicalización -prometidos por los yemeníes antes del traslado de presos- se encuentran aún en sus primeras fases. Un funcionario de este país dijo el pasado otoño: “Hay muchos [que están] pensando en ello, pero no [se está] haciendo nada”.
Si Obama decide seguir enviando prisioneros a Yemen, Estados Unidos podría seguir presionando a Saná para que modernice su programa de rehabilitación. Pero esta estrategia tiene graves riesgos y necesitaría orientación, apoyo económico y presiones políticas de fuera. Los planes de rehabilitación siguen siendo incipientes, ...
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