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¿Cuáles fueron los temas centrales del segundo Lit Talk sobre la relación de Estados Unidos con el mundo con la Administración Biden organizado por la Human Rights Funders Network (HRFN)?

El poder global de los Estados Unidos se encuentra en una crisis, para unos, pasajera, para otros, terminal. La Administración de Joe Biden piensa fortalecer el sistema multilateral. ¿Seguirá Estados Unidos el camino de otras potencias imperiales, que cayeron al tratar de seguir controlando parte del mundo? ¿Cómo se relacionan militarismo y cambio climático? Y, ¿qué vinculaciones hay entre los problemas raciales, la desigualdad y la democracia en Estados Unidos y su política exterior? ¿Es Black Lives Matter un movimiento global? Frente a estas cuestiones, ¿cómo reaccionará la filantropía privada?

Estos temas fueron discutidos el 9 de febrero en el Lit Talk organizado por Human Rights Funders Network. Los participantes fueron M. Adams (organizadora comunitaria del movimiento Black Lives Matter o Las Vidas Negras Importan y codirectora ejecutiva de Freedom Inc), Neta C. Crawford (profesora y catedrática de ciencias políticas en la Universidad de Boston), Steve Del Rosso (director del Programa Internacional de Paz y Seguridad de Carnegie Corporation of New York), y  Robert Matthews (consultor en política exterior de los Estados Unidos). Mariano Aguirre (associate fellow Chatham House y consultor de HRFN) moderó.

Este es un resumen de la discusión. Las opiniones pertenecen a los invitados y no representan necesariamente a Human Rights Funders Network/Panorama Global (Agente Fiscal) ni a esglobal.org

 

¿Declive del imperio? 

La crisis de poder y liderazgo que sufre Estados Unidos fue analizada por Robert, Neta y Steve. Luego de haber promovido el orden liberal multilateral (al final de la Segunda Guerra Mundial) el país tiene su poder disminuido y su influencia en el mundo fuertemente deslegitimada. Los cuatro años de la Administración Trump, la violencia racial, el hecho que la mitad de los votantes en las últimas elecciones no crean en el resultado, y las guerras en Afganistán e Irak le quitan credibilidad internacional. Quizá no es el “fin del imperio”, explica Robert, pero Estados Unidos debe sentarse a la mesa con otros países y trabajar con ellos.

La preocupación por el declive está presente desde 1945, indica Neta. Al igual que ocurrió con otros imperios, la ansiedad por preservar su dominio le conduce a su posible decadencia. Excesivo gasto militar y expansión, ganarse más rivalidades y nuevos enemigos. Todo esto se acelera debido a la conectividad global (más lejos y más rápido) y la industrialización urbana y rural que influye en el calentamiento del planeta.

Vivimos un período sin precedentes: el líder hegemónico del sistema internacional trata de mantener su posición, pero las condiciones operan en su contra. Para Neta es tarde para recuperarse y mantener la posición de liderazgo. Las actividades militares aceleran el cambio climático, y se suman el declive económico y político.

Regreso al multilateralismo

Hay críticas, y expectativas excesivas, dice Steve, a que la Administración de Joe Biden integra a muchos funcionarios del expresidente Barack Obama. Pero los tiempos han cambiado y es posible que sepan adaptarse. Para ello cuentan con diversidad y “civilidad”. Conocen, además, los problemas internos del país y su política exterior, y las relaciones entre las dos dimensiones. La Administración Biden tendrá que destinar recursos humanos y presupuestarios no sólo a los problemas internos sino al escenario internacional.

Biden ha indicado su adhesión al multilateralismo. Pero esto no tiene coste cero, continúa Steve. Estados Unidos creó algunos de los foros internacionales que Trump abandonó. Ahora Washington regresa a ellos, pero la participación en alianzas supondrá un desafío. No es menor que los aliados pueden temer, indica Robert, que en cuatro años venga otro presidente con tendencias unilateralistas y cambie todo.

Un complicado dilema para Estados Unidos es Afganistán. Los Talibán, dice Robert, no han sido derrotados en 20 años de intervención internacional. Por el contrario, han ganado territorios.  Si las fuerzas estadounidenses en ese país se marchan podría haber una guerra civil. Pero si no se marchan, y no hay una fecha para la salida, entonces los Talibán pueden acentuar la violencia.

El presidente Biden es un pragmático. En 2009 puso en duda que aumentar el número de tropas en Afganistán fuese beneficioso para la seguridad nacional de Estados Unidos. Su posición sobre ese país podría ser similar a la orientación post imperial que tenía Obama: una tendencia a retirar las tropas de Afganistán y Oriente Medio. Sobre esto, hay una relación dialéctica entre ocuparse de los problemas internos del país y la política exterior. En orden de solucionar los primeros se debe incluir la perspectiva desde el segundo.

Una cuestión especialmente compleja para la nueva Administración es la migración. Trump tomó medidas contrarias a los derechos humanos y las convenciones internacionales. Biden quiere revertir esas medidas y reformar el sistema migratorio.

Perspectiva global

¿Sufrirá Estados Unidos una decadencia imperial, como antes Francia, Gran Bretaña y otros países?, planteó M. Esos ex imperios siguen actuando de forma colonial mientras que China crece como un nuevo poder imperial. Es importante, alertó, ocuparse de Estados Unidos, pero se debe tener en consideración el contexto internacional.

Frente a los cambios globales hay fuerzas sociales que se resisten y movilizan, explicó Neta. Estados Unidos debe modificar su forma de relacionarse con el mundo adoptando una perspectiva más justa y no violenta. Si no lo hace, se exacerbarán los problemas. Además, Estados Unidos debe repensar el impacto ecológico que tienen sus despliegues militares a lo largo del mundo.

Para M. ese país debe entenderse desde un contexto global y nacional. Es incompleto ver cuestiones como raza, género y el impacto del capitalismo sólo desde la perspectiva nacional. El suprematismo blanco, el patriarcado y el capitalismo neoliberal son tres vías de opresión que operan dentro de una lógica global de poder, y desde ella hay que trabajar.

Si se toma el caso de las personas de raza negra, es posible entender cómo actúan los gobiernos y el sistema de poder internacional.  Black Lives Matter (BLM) o el movimiento por las vidas negras importan, es un movimiento de lucha global que practica el internacionalismo y que se ocupa de la opresión de la gente negra en Estados Unidos, Sudáfrica, Brasil o Europa Oriental.

Imaginar un mundo diferente

Hay una oportunidad, explica M., para practicar una forma de democracia que vaya más allá del concepto limitado y burgués de sólo votar. Se trata de construir un movimiento populista democrático. La derecha y los conservadores practican un tipo de populismo. Pero hay que construir otro que difunda la democracia, provenga de las bases sociales y se extienda por ciudades, regiones, a nivel nacional y con impacto global. Una democracia de las personas y no de “grandes gobiernos”.

En el caso de BLM, la identidad permite imaginar un mundo diferente, organizado de una manera distinta, cooperativa y con un proceso de construcción de poder. La gente debe definir sus necesidades, pensar sus identidades y desde ahí cómo formar partes y pertenecer a un movimiento de cambio global, haciendo alianzas con grupos, por ejemplo, el feminismo con el anti-racismo y la lucha contra el cambio climático, que tradicionalmente no trabajan juntos. El cambio climático, por ejemplo, favorece este tipo de alianzas.

M. considera que se debe rechazar el America first! y toda otra manifestación de nacionalismo orientado a considerarse “mejores que otros”, “liderar a otros” o que “nuestras libertades valen más que las de otros”, porque todo eso legitima invasiones, dominación, colonialismo y otras formas de explotación.

Debemos construir, continúa, un nuevo tipo de identidad que no se base en el nacionalismo sino en nuestras interrelaciones y que no esté regida por la lógica capitalista. Para ello debemos incluir a la gente oprimida que compró las ideas de Trump y el Trumpismo.

Dentro de los movimientos de cambio sigue presente el de la paz. Históricamente, explica Neta, en Estados Unidos el pacifismo ha estado presente desde el siglo XIX. Fue parte de las luchas de liberación y democracia, vinculado al abolicionismo, la defensa de derechos humanos y los derechos de indígenas, el movimiento feminista o cuestionando las intervenciones militares en el extranjero. Actualmente el pacifismo está presente en acciones conjuntas con BLM, con movimientos de derechos humanos y otras causas. Se trata de un activismo con intersecciones.

El papel de las corporaciones

Los desastres climáticos llaman la atención de las sociedades sobre el papel de las corporaciones y sus responsabilidades, dice M. Igualmente gobernar incluye rendir cuentas y pedirlas a bancos y otros actores privados, por ejemplo, por sus políticas de empleo y bajos sueldos.

Las corporaciones son agresores en primera línea, subraya M., y parte de las políticas de dominación. Los gobiernos tienen que regular sus actuaciones.  Así mismo, las corporaciones promueven guerras y, recuerda, pueden incluso aprovechar la presión en Estados Unidos para reducir o quitar fondos a la policía para promover la seguridad privada.

¿Cooperará el sector privado con la reconversión de la economía en la dirección de una “Revolución de Energía Limpia y Justicia Ambiental” que plantea Biden? Neta considera que las corporaciones vinculadas al sector armamentístico tienen una gran influencia en el Congreso. Se necesitan análisis sobre el alcance y la escala de la industria militar, y cómo hacer la transición hacia un modelo energético verde y justo.

Se necesitarán, continúa, disminuir los recursos para el sector militar en el mundo con el fin de destinarlos a otros sectores para hacer una economía verde. Hay que reducir el gasto militar y que las corporaciones tengan menos poder político.

Una filantropía adaptada los tiempos

Respecto del papel de la filantropía privada, Steve considera que habrá oportunidades. Se producirá en los próximos años una transferencia intergeneracional de riqueza de miles de millones de dólares. Hay nuevos billonarios que destinan parte de sus fortunas a diferentes causas (aunque el problema es que reproducen sus ganancias a más velocidad de lo que pueden donar). A la vez, muchas de esas fortunas se alcanzan mediante la explotación y promoviendo políticas de exención de impuestos que desgastan el poder del Estado.

Debe haber regulaciones para que las élites de poder, y están surgiendo nuevas estructuras para que sea más transparente la forma en que se usa el dinero. Y la filantropía avanza en esa dirección y hay nuevas oportunidades, pero es importante recordar que no puede reemplazar a los gobiernos.

Cambio de perspectiva: de dar a redistribuir riqueza

Neta considera que dónde va el dinero las fundaciones depende de la teoría de cambio que tengan. Si quieren fortalecer los derechos humanos tendrán que consolidar la democracia y así proteger a los más vulnerables. A la vez, los académicos pueden desempeñar un papel de apoyo, produciendo información sobre las personas y cómo se organizan.

En el caso de BLM, M. explica que el movimiento recibe apoyo de individuos, organizaciones pequeñas, pero aceptar dinero de gobiernos es problemático. Un sector de BLM considera que se deben aceptar porque es una forma de que retornen los impuestos que se pagan al Estado. Para otros, eso debilita y puede cooptar el movimiento.

BLM promueve una relación transparente con los donantes para que sepan que los principios son la reparación (de la población negra por siglos de explotación y beneficios obtenidos a su costa) y la derrota del capitalismo. Esto puede ser un límite para el dinero que se le quiera donar a BLM. Las donaciones no deben comprometer esos objetivos. BLM tiene una estrategia con los donantes para que entiendan que no deben solamente “dar” sino alinearse con el movimiento y sus objetivos. Apoyarles y unirse a BLM es dar un giro hacia la “distribución de riqueza”. Es una cuestión de poder, dice M., y “no de caridad de los que tienen hacia los que no tienen”.

 

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