Tras dos décadas de retrasos, dejadez, abandono y oportunidades perdidas, la relación entre la Unión Europea y los Estados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) parece estar finalmente entrando en una nueva fase.

El 14 de junio de 2010 los ministros de Asuntos Exteriores de ambas partes se congregaron en Luxemburgo para la 20ª Reunión Ministerial y Consejo Conjunto UE-CCG. Por primera vez, el lado europeo estuvo presidido por la nueva Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad de la UE, Catherine Ashton. En este encuentro los ministros de la Unión y del CCG respaldaron un Plan de Acción conjunto de tres años para reforzar los lazos económicos y políticos y la cooperación entre los dos bloques, incluyendo el área económica, financiera y monetaria; inversión, comercio, energía y medioambiente, transporte, industria, telecomunicaciones y tecnología de la información, educación e investigación científica, y cultura y entendimiento mutuo.

Este innovador plan, en una relación en la que durante los últimos 20 años ha existido una clara ausencia de cualquier iniciativa real o de peso, se produjo tras la toma de una serie de medidas incrementales para fortalecer la relación y compensar la falta de progreso en las negociaciones sobre libre comercio que condujeron a que los Estados del CCG suspendieran unilateralmente las conversaciones sobre comercio a finales de 2008.

Por ejemplo, se han producido avances para ampliar y reforzar el trabajo conjunto en el terreno de la energía, incluyendo la relacionada con el gas natural y con la eficiencia energética, en especial la red de energía limpia UE-CCG y la cooperación en materia de seguridad y de seguridad nuclear.

En los campos de la educación y la investigación, se ha observado algún progreso en el lanzamiento de un apartado específico para el CCG bajo el programa Erasmus Mundus con el fin de fomentar la movilidad de los estudiantes universitarios y se han dado algunos pasos en lo relativo a la cooperación en investigación y desarrollo con la creación de un diálogo regular sobre políticas y en la creación de una red que conecte a investigadores, académicos y empresarios.

Este nuevo giro en las relaciones es una grata señal de que las dos regiones se han dado cuenta por fin de la importancia global de su cooperación. Aunque la fuerte interdependencia entre Europa y el Golfo es evidente, los nuevos desafíos globales y regionales y el avance hacia una gestión multilateral de la economía mundial hacen que esta cooperación entre la UE y el CCG sea aún más deseable.

Queda por ver, sin embargo, si ambas partes estarán de verdad a la altura de las expectativas (concluir las negociaciones sobre el tratado de libre comercio e impulsar una cooperación real) o si esto no será más que un pasajero resurgir de su relación que pronto se desvanecerá.