Se necesita un reinicio de la política europea en la región.

La reciente conferencia internacional sobre los Balcanes convocada por la canciller alemana, Angela Merkel, ha recibido –tal y como se esperaba–poco eco. La conferencia de Berlín tenía por objeto enviar un mensaje de apoyo a las ambiciones europeas de los países de los Balcanes, con el objeto de reforzar las promesas que la Unión Europea hizo a la región en días de mayor optimismo. Sin embargo, estas promesas parecen ahora inciertas, en un contexto marcado por el aumento de la fatiga de la ampliación, las declaraciones en ese sentido del presidente entrante de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y de otros líderes de la UE, y la dura retórica de las fuerzas políticas que, en el actual ambiente populista, asocian la ampliación con mayores cotas de inmigración e inseguridad.
Incluso en medio de su propia crisis interna y del agravamiento de las crisis globales desde Ucrania a Irak, Europa no puede permitirse descuidar la única región en la que la UE ha asumido completamente el liderazgo como principal actor en materia de política exterior y de seguridad. Fueron precisamente los dramas de los Balcanes en los 90 los que sirvieron como catalizador de la idea de una UE con responsabilidades en seguridad.
La evolución negativa de los acontecimientos en los Balcanes podría revertir los avances logrados en la zona, aumentar la inestabilidad en otros países de las fronteras inmediatas de la UE y debilitar aún más la credibilidad y la cohesión de Europa. La situación tanto en Bosnia como en la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM) está deteriorándose, enfrentándose ambos países a los retos que presentan sus atrofiados acuerdos de reparto de poder, que las élites utilizan para bloquear el camino hacia la Unión. El proceso de modernización en la región está flaqueando, y una UE deslustrada y dividida se ve a menudo impotente para introducir cambios reales en la dinámica política de los Balcanes de polarización, juegos de suma cero y el nacionalismo tóxico. Y con una Rusia que sigue usando hábilmente su influencia en la región, la crisis en Ucrania podría tener efectos en la región que dañaran los intereses europeos donde más duele.
La conferencia de Berlín tuvo escaso impacto mediático, otro signo de la importancia menor que Europa ha asignado a la región. Los líderes europeos sólo tratan los problemas de los Balcanes cuando éstos se hacen absolutamente imposibles de ignorar, al emerger a la superficie los distintos retos pendientes. Esto sucedió brevemente en febrero con el estallido de protestas populares en Bosnia-Herzegovina, y tarde o temprano sucederá también en la ARYM. Sin embargo, incluso en estos casos la respuesta habitual de la UE tiende a las mismas declaraciones desgastadas que no tienen ningún impacto real, mientras espera que los problemas desaparezcan de nuevo del radar ante crisis más urgentes que exigen toda ...
Artículo
para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual
3,70€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF
Plan anual
37€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF