
Los europeístas y euroescépticos se equivocan cuando confunden perder el tren de la innovación con no replicar el modelo de Silicon Valley.
No es fácil poner a los europeístas y los euroescépticos de acuerdo en algo y, muy especialmente, cuando tiene que ver con Estados Unidos; sin embargo, la envidia, el temor y la admiración hacia Silicon Valley lo han conseguido. Ambos creen que no replicar el vibrante modelo de la Bahía de San Francisco muestra el retraso tecnológico y científico del viejísimo continente frente a la primera potencia mundial. Los defensores de la UE piden más presencia y medios para Bruselas para que coordine un impulso histórico y sus detractores exigen exactamente lo contrario después de echar la culpa a los burócratas de la ciudad de los mejillones.
En realidad, puede que esos eternos rivales se equivoquen hasta cuando se ponen de acuerdo en algo. Pasan por alto que Europa es líder en sectores altamente innovadores que se ajustan a su ventaja competitiva, que ha recortado a la mitad la brecha de innovación con EE UU en mitad de una crisis que ha amenazado su supervivencia y, por último, que reúne todas las condiciones para recuperar aún más terreno frente a los wonder boys del valle del silicio gracias a la combinación entre la robótica, la convergencia digital y el fulgurante estreno del Internet de las cosas.
Europa apuesta por su ventaja competitiva
Francisco Hervás, uno de los expertos del Joint Research Centre (JRC), un laboratorio de investigación que tiene la Comisión Europea en Sevilla, recordó hace pocas semanas que “lo que necesitamos es innovar y especializarnos sobre todo en nuestros puntos fuertes, es decir, en ámbitos como robótica, automoción, producción de nuevos medicamentos y otras industrias intensivas en conocimiento.”
Se olvida con frecuencia que la Unión Europea posee más empresas que Estados Unidos entre las 50 mayores farmacéuticas globales, los únicos cuatro imperios que producen robots mundialmente o los 10 gigantes de la automoción. Si asumimos que principal fuente de la innovación se produce en la industria, debemos recordar que en los últimos 14 años, el número de industrias europeas entre las 100 mayores del planeta por facturación ha aumentado mientras las de los países emergentes desplazaban a algunas de las estadounidenses y japonesas.
No se puede afirmar que el bloque comunitario está perdiendo el tren de la innovación porque carece de sus propios Google, Facebook o Apple. Lo más equilibrado sería decir que, aun asumiendo que tiene que esforzarse para no quedarse atrás en el sector de las nuevas tecnologías, también parece razonable que haya concentrado sus energías sobre todo en aquello que mejor sabía hacer. Lo demás significaría entrar en una discusión absurda sobre si Google, Apple, Facebook y Uber son más innovadores que Siemens, Sanofi, Telefónica o BMW. No son términos comparables.
Recortar distancias en innovación con EE UU ...
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