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Una periodista china informa desde una cumbre de los BRICS en Xiamen, septiembre 2017. Fred Dufour/AFP/Getty Images

En el libro Media Politics in China, la académica Maria Repnikova niega que el periodismo chino se divida -únicamente- en propaganda o en oposición disidente, y muestra que hay una serie de profesionales de la información críticos que trabajan dentro del sistema con el objetivo de mejorarlo.

Media Politics in China: Improvising Power under Authoritarianism 

Maria Repnikova

Cambridge University Press, 2017

El periodismo chino suele presentarse como una batalla entre David y Goliat. Por un lado, existe la homogénea y poderosa propaganda al servicio del Partido Comunista, que no admite críticas ni matices en su mensaje; y, por otro lado, hay una minoría de activistas que se enfrentan a la dictadura, explicando los trapos sucios del sistema para acabar en prisión o en el exilio. No hay espacio más allá del blanco o el negro: o se está subyugado al régimen, o se está para derrocarlo.

Pero la realidad china es mucho más compleja: en el libro Media Politics in China, la académica Maria Repnikova desmonta esta dicotomía entre propaganda y activismo, y muestra que hay un apreciable número de periodistas críticos que actúan dentro de la estructura mediática del país, con el objetivo de mejorar el sistema desde dentro gracias a su labor informativa. Aunque estos reporteros nunca cruzarán las líneas rojas marcadas por el Gobierno -poner en duda la legitimidad del Partido, informar sobre el separatismo tibetano, uigur o taiwanés- sí que se adentran en temas sensibles que afectan a las autoridades como la corrupción, las protestas locales, la desigualdad social o los problemas medioambientales.

El gran valor de este libro es darle un giro a nuestra percepción tópica del periodismo en este país, además de ofrecer una descripción muy detallada sobre cómo funciona la relación entre estos periodistas críticos y el poder. Aunque el formato académico del libro a veces puede hacer pesada la lectura, los temas que toca Repnikova -como los métodos de censura, o las diferencias entre el periodismo en China y en Rusia- son fascinantes y están muy bien documentados, con decenas de entrevistas a periodistas de Caixin, Caijing o del grupo mediático Nanfang, ejemplos de este periodismo crítico insider.

Hay que hacer una aclaración: que la autora quiera explorar la complejidad del sistema mediático chino no significa que niegue o minimice la censura y el control político. Repnikova afirma desde el principio que en la relación entre periodistas críticos y autoridades, estas últimas llevan la voz cantante. Buena parte del libro está dedicado a explicar cómo funciona la censura china -un tema del que se suele hablar en abstracto, sin conocer los mecanismos y rutinas reales-. La autora explica que, la mayoría de veces, la censura suele actuar antes de la publicación, con llamadas de las autoridades para que se detenga una investigación, se cambie la cobertura por una más positiva o se sustituya un artículo crítico por otro escrito por la ...