El ascenso de los islamistas en Egipto generará tensiones con Israel.

Aunque metafóricamente el término “primaveras” podría hacernos augurar un 2012 de carácter estival, el pronóstico meteorológico político sería más bien de nubes y claros. El proceso de transición en el que se encuentra inmerso Egipto y el aumento progresivo de la tensión y de la violencia en Siria -que podría coadyuvar a la caída del régimen de Bashar al Assad- permiten prever posibles tormentas veraniegas. El ascenso de los islamistas en Egipto generará importantes fricciones con Israel, a pesar de no conducir a la revocación de los Acuerdos de Camp David tal como apuntan algunos agoreros. Sin embargo, la desestabilización de Siria podría llevar a Israel a atacar a Hizbolá en Líbano, tomándose la revancha por la guerra inconclusa de 2006.

Por su parte, los Palestinos entran en un año clave para sus aspiraciones de independencia, conscientes de que un posible cambio de Administración en la Casa Blanca acabaría con el poco apoyo que reciben de los EEUU. La desmilitarización, desradicalización e integración de Hamás en la OLP, la celebración de elecciones generales y la reconciliación nacional Palestina son elementos básicos para poder reactivar el moribundo Proceso de Paz en Oriente Próximo. Su éxito o fracaso volverán a estar en manos de Israel, al igual que lo está el atacar preventivamente el programa nuclear iraní -lo que sin duda desencadenaría “la madre de todas las tormentas” en la región- aunque esta última hipótesis no se planteará hasta 2013 o 2014.

Julio de la Guardia, periodista afincado en Jerusalén.