Por qué China mantiene la estrecha relación con Corea del Norte.

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China tolera las ambiciones nucleares de Corea del Norte (República Popular Democrática de Corea, RPDC) por ahora porque sus intereses en la región son mucho más amplios y más complejos y no se limitan a esa cuestión. Pekín y Occidente tienen el objetivo común de una península coreana desnuclearizada, pero muchas veces adoptan estrategias contradictorias que reflejan sus distintas prioridades. Occidente utiliza el aislamiento diplomático, las sanciones económicas y la disuasión prolongada para presionar a Pyongyang y forzar el abandono de su programa nuclear. Muchos dirigentes políticos occidentales creen que la RPDC dejará el programa si los costes son demasiado altos, y que Pekín es el factor clave porque Corea del Norte depende de China. Pero el gigante asiático no quiere tomar ninguna medida de coacción que pueda desestabilizar el régimen y alterar un delicado equilibrio geopolítico. Prefiere seguir utilizando el diálogo diplomático y la cooperación económica como instrumentos que confía en que obliguen a las autoridades coreanas a desnuclearizarse en un futuro sin determinar.

Han pasado 10 años desde que se convocaron las negociaciones a seis bandas (China, Japón, las dos Coreas, Rusia y Estados Unidos) para reducir el programa nuclear de la RPDC; la última ronda se celebró en diciembre de 2008. Cuando comenzó el proceso, muchos pensaban que las políticas suicidas y las transgresiones norcoreanas empujarían a China a presionar para lograr un cambio de rumbo. Sin embargo, en este decenio, la RPDC ha llevado a cabo tres pruebas nucleares subterráneas y cuatro pruebas con misiles de largo alcance, ha torpedeado una patrullera de Corea del Sur y ha bombardeado una isla surcoreana y, pese a todo, sigue recibiendo ayuda política y económica.

Después de la tercera prueba nuclear, en febrero de 2013, Pekín reaccionó brevemente con dureza, pero aún no ha emprendido ningún cambio de política significativo y duradero, y tampoco parece que vaya a hacerlo a corto plazo. Sus intereses geoestratégicos fundamentales le hacen seguir apoyando al régimen y mantener una estrecha relación con él. Para China, la estabilidad sigue siendo una prioridad por delante de la desnuclearización, y además no cree, a diferencia de Estados Unidos y sus aliados, que la existencia de armas nucleares en Corea del Norte sea una amenaza directa ni acuciante. Considera que la desnuclearización es un objetivo a largo plazo y parece haberse resignado a convivir por ahora con una RPDC nuclear.

El comportamiento agresivo de Corea del Norte en marzo y abril de 2013 puso a prueba la paciencia de los chinos, amenazó la estabilidad regional y perjudicó los intereses de Pekín en pleno proceso de cambio de liderazgo por primera vez en una década. Como consecuencia, China apoyó y aplicó más sanciones de la ONU, hizo firmes advertencias y, al parecer, puso el freno a varios proyectos conjuntos de desarrollo económico. Los mensajes del presidente Xi Jinping tras sus reuniones con sus homólogos de EE UU y Corea del Sur indicaron un descontento creciente con el régimen de Pyongyang. Sin embargo, se trataba de un intento de contener los efectos de la conducta norcoreana y rebajar las tensiones regionales, más que de lograr la desnuclearización. Fueron medidas inmediatas, tácticas y fácilmente reversibles, no señales de un cambio estratégico de política.

Probablemente, Pekín considera que Washington es una amenaza mayor para sus intereses geoestratégicos que Pyongyang, y su política respecto a Corea del Norte depende en gran parte de las relaciones con EE UU. Aunque las autoridades chinas tienen intención de construir lo que llama “un nuevo tipo de relación entre grandes potencias” con los estadounidenses, el giro político de Washington hacia Asia ha intensificado la desconfianza. En China muchos piensan que el gobierno de Obama se ha aprovechado de las tensiones en la península de Corea (así como en los mares del Este y el Sur de China) para fortalecer su posición estratégica en la región. La arraigada suspicacia hacia Estados Unidos impide la cooperación para lograr la desnuclearización y aumenta el valor de Pyongyang para Pekín, aunque Corea del Norte ya no tiene la imagen de bastión militar que tenía antes. Las relaciones entre China y Corea del Sur han mejorado mucho, pero no lo suficiente para alterar los cálculos estratégicos de ninguno de los dos países sobre la situación en la península. A pesar de que Pekín comparte con Seúl y Washington el objetivo de la desnuclearización, se opone rotundamente a la desaparición del régimen norcoreano, que muchos en China creen que es lo que busca EE UU. Y tampoco comparte el objetivo de reunificación que es prioritario para Corea del Sur.

Pekín cree que la desnuclearización es un objetivo a largo plazo que habrá que alcanzar aliviando las inseguridades de Corea del Norte, de las que considera que Estados Unidos es el principal responsable. En China culpan del problema nuclear a Washington tanto como a Pyongyang, y rechazan las presiones de los estadounidenses para controlar a Corea del Norte. Da la impresión de que la mayor preocupación del gigante asiático es contener la conducta de los norcoreanos para evitar una reacción desmesurada de Seúl o Washington que podría aumentar el riesgo de inestabilidad o conflicto en la península coreana. China prefiere tener un papel mediador y asegurarse así la posibilidad de influir en todas las partes involucradas con el fin de impedir que las hostilidades desemboquen en un conflicto abierto. Por ahora, no va a estar dispuesta a poner en peligro el statu quo.

 

 

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