El ex jefe del Comando 6 de la desaparecida Policía Nacional de Guatemala cumple desde el pasado mes de agosto una condena a 70 años de prisión. Fue sentenciado como responsable de la desaparición forzada de Edgar Sáenz Calito, un estudiante de la Universidad de San Carlos secuestrado el 6 de octubre de 1981. Era la época más cruda de la guerra civil. Entre las pruebas concluyentes figuran los archivos policiales que registraron cada una de las operaciones en el marco del conflicto. Estos documentos (80 millones de folios), que reflejan los crímenes cometidos por la Policía Nacional, salieron a la luz por la tarea realizada por el Archivo Histórico de la Policía Nacional (AHPN).
Tras 36 años de conflicto armado interno y un largo diálogo entre el Gobierno y la guerrilla, en 1996 se firmaron los acuerdos de paz. Establecían la creación de una comisión de la verdad y apuntaban que la búsqueda de la justicia solamente podía sustentarse en el conocimiento profundo de los hechos. Fue la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), mandato de Naciones Unidas, la que solicitó acceder a los archivos policiales. A pesar de que el Gobierno aseguró que no existían, en julio de 2005, la Procuraduría de los Derechos Humanos dio con el archivo policial más grande jamás hallado en América Latina. Cuando se disponía a verificar si había explosivos en un destartalado edificio policial, halló los 80 millones de folios, toneladas y toneladas de papel que dan cuenta de la historia del país y de la institución policial entre 1882 hasta 1997.
El representante del AHPN, Alberto Fuentes, asegura que fue el mismo Estado quien escondió toda la documentación en el edificio abandonado, que según parece funcionó como cárcel clandestina. Mientras él y otros activistas iniciaban un encierro en el lugar para salvar unos documentos amenazados por cucarachas y ratas, estropeados por la humedad, el entonces ministro de Gobernación, Carlos Vielman, declaraba: “¿Por qué perder el tiempo con este montón de papeles viejos?”.
De entre este “montón de papeles viejo”' han asomado ciento de miles de fichas para el control ciudadano, denuncias por secuestros y asesinatos, evidencias de torturas o listas de escuadrones de la muerte anticomunistas. Hasta aparecieron documentos que, según el director del archivo Gustavo Meoño, “permitieron establecer el papel de Estados Unidos en la asesoría, acompañamiento, equipamiento y formación de la policía nacional”.
El más reciente es el caso de Edgar Saénz Calito, pero hay otros 53 procesos judiciales sustentados casi exclusivamente en los documentos policiales. Un caso emblemático es el del líder estudiantil y activista Fernando García. Los policías asesinos fueron descubiertos gracias, entre otros, a un documento que les condecoraba por el operativo que capturó a dos subversivos -sin especificar los nombres- el 18 de febrero de 1984. ...
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