A un año de la elección del aspirante a reformador Jimmy Morales como presidente, varias investigaciones de corrupción están arrojando sombras sobre su círculo de allegados. Algunos nombramientos recientes han aportado juventud y oxígeno a su debilitado Gobierno, pero aún existen muchos obstáculos para la renovación política.

El Presidente guatemalteco, Jimmy Morales, en Ciudad de Guatemala, 2016. Johan Ordoñez/AFP/Getty Images
El Presidente guatemalteco, Jimmy Morales, en Ciudad de Guatemala, 2016. Johan Ordoñez/AFP/Getty Images

El presidente aspirante a reformista de Guatemala, Jimmy Morales, ganó las elecciones del año pasado por una mayoría aplastante gracias a un eslogan simple pero eficaz: “ni corrupto ni ladrón”. En uno de los países más violentos, desiguales y empobrecidos de América Latina, su elección fue parte de un tsunami anticorrupción que comenzó en abril de 2015, liderado por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Ministerio Público. La trama que surgió en abril de 2015 en torno a las autoridades aduaneras le costó la cabeza a altos funcionarios, desencadenó protestas masivas por todo el país y al final derribó la administración plagada de corrupción del ex presidente Otto Pérez Molina, quien fue encarcelado inmediatamente después de su dimisión.

La ex vicepresidente de Pérez Molina, la mayoría de su gabinete, decenas de políticos y numerosos empresarios destacados ahora esperan ser juzgados en conexión con el fraude aduanero y un aluvión de casos relacionados. En consecuencia, Guatemala se encuentra en una encrucijada. O bien sigue adelante con sus medidas anticorrupción sin precedentes, o vuelve a caer en un pasado asolado por la corrupción, en el que las redes ilícitas buscaban malversar, sobornar y extorsionar fondos públicos para beneficio propio, sin consecuencias adversas.

El año pasado demostró cómo las instituciones del sistema de justicia están ahora dispuestas a usar la persecución judicial para desenmarañar al Estado y los partidos políticos de los grupos criminales. La capacidad de Guatemala de llevar ante la justicia a funcionarios que anteriormente habían gozado de total impunidad representó una inesperada revolución en la vida nacional. El país aún se encuentra bajo los efectos de este cambio, y el resultado del proceso no está nada claro. “La justicia no cambia a los Estados por sí sola, solo contribuye a identificar los males que lo aquejan”, advierte el comisionado de la CICIG, y piedra angular de la campaña judicial, el juez investigador colombiano Iván Velásquez.

El presidente Jimmy Morales, un outsider que saltó a la fama como comediante televisivo, rompió con una tradición relativamente larga en la política guatemalteca al ganar la segunda ronda de las elecciones de 2015 con el 67,4% del voto, a pesar de no haber logrado el segundo puesto en la anterior contienda presidencial, ni haber derrochado la mayor cantidad de dinero en la campaña. Manuel Baldizón, el candidato que sí lo hizo, huyó del país tras un mal desempeño en la primera ronda, supuestamente para escapar de la furia de muchos de sus donantes.

Sin embargo, Morales ahora está teniendo dificultades para diferenciar a su gobierno de los de sus antecesores. Una nueva investigación conjunta de la CICIG y el ...