He aquí algunas claves para comenzar de verdad a construir el futuro de la Unión Europea junto a las nuevas generaciones.

Jóvenes europeos despliegan bandera de la UE como ocasión del Día de Eurioa en Estrasburgo. (Universal Images Group via Getty Images)

El aumento de la participación a las elecciones europeas celebradas en 2019 revitalizó el optimismo entre las autoridades tras varios años sacudidas por los acontecimientos del Brexit y por la salida inminente del Reino Unido de la Unión Europea. Por primera vez en 25 años se superó el 50% de participación en los comicios europeos. Un resultado récord impulsado principalmente por los jóvenes, lo que hizo que algunos líderes se apresuraran a interpretarlo como sinónimo de apoyo a la UE.

Sin embargo, los resultados revelaron lo contrario. Si bien es cierto que la encuesta postelectoral reflejó un incremento de 11 puntos de aquellos que afirmaron que acudieron a votar para mostrar su apoyo a la UE, este aumento quizá no se haya manifestado necesariamente entre los votantes jóvenes. Por primera vez desde que se celebraron las primeras elecciones directas al Parlamento Europeo (PE) en 1979, los dos principales grupos políticos, Partido Popular Europeo (PPE) y la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo (S&D) perdieron la mayoría absoluta y quedaron con una representatividad de tan solo el 44,74%. En contraste, los partidos populistas en su conjunto obtuvieron una representación del 32,35%, aunque quedó atenuada con la salida de los 29 miembros del Brexit Party.

Aunque, las formaciones populistas más euroescépticas no obtuvieran un mayor porcentaje de voto que les posibilitara dificultar la labor legislativa del PE, estas fueron la primera fuerza más votada en Francia, Italia, Hungría y Polonia, además de en Reino Unido. Por lo que, la legislatura 2019-2024 es quizá la de mayor fragmentación y polarización política del PE, que ha roto la gran coalición predominante, y esto implica un mayor esfuerzo para negociar y llegar a acuerdos para aprobar la legislación europea.

El declive del apoyo a las fuerzas europeas no implica contradecir los datos que corroboran un aumento en el apoyo de los ciudadanos a la UE. De hecho, en líneas generales, el porcentaje de los europeos que consideran que la pertenencia a la Unión ha beneficiado a su país permanece superior a los que tienen una percepción más escéptica. Por el contrario, puede ser solo una llamada de atención para los responsables políticos. En línea con este argumento, se puede apreciar un declive en cuanto a la satisfacción con el funcionamiento de la UE, y esto es manifiesto entre los jóvenes. A pesar de que el 62% de la juventud está a favor de la UE, más de la mitad afirma estar descontenta con su modo presente de funcionar. Asimismo, el 21% de los jóvenes dice ser “escéptico con respecto a la UE, pero podría cambiar de opinión si se introduce una reforma radical”. Sorprendentemente, España es el Estado miembro con los mayores niveles de insatisfacción entre los jóvenes (42%), por encima de la media europea.

Junto a esto, algunos estudios recalcan la naturaleza secundaria de estos comicios lo que hace que aquellos que acuden a las urnas elijan opciones que se ajusten más a sus preferencias ideológicas, “votar con el corazón”, y también optar por partidos pequeños o de nueva formación como forma de protestar contra los grandes partidos o de gobierno, sin percatarse de que quizá sus posturas pueden ser contrarias al proyecto europeo.

Este contexto europeo habría que interpretarlo quizá en el marco de la desafección política generalizada que afecta a nuestras sociedades y que se traduce en apatía, desconfianza hacia los partidos políticos, escasa participación electoral e insatisfacción con la democracia, entre otros. Respecto a este último aspecto, un estudio de largo recorrido realizado por la Universidad de Cambridge revela que a partir de la crisis financiera mundial de 2007 la satisfacción de los milenial con la democracia se ha desplomado a nivel global, cuyo efecto directo ha sido un mayor apoyo de los jóvenes hacia tendencias populistas.

El dato positivo es que, aunque este grupo de edad es el que registra los niveles más elevados de descontento respecto a la democracia, sigue considerándola como la mejor forma de gobierno. Su insatisfacción se debería sobre todo a la percepción de que los partidos políticos no les representan ni en términos de ideología ni de identidad. Por ello, el atractivo de los populistas entre los jóvenes se debería quizá a su estilo desenfadado y al discurso directo y cercano, capaz de identificar y expresar aquellos problemas que más les preocupan. Además, la variedad temática a la que hacen referencia los partidos populistas puede movilizar a votantes de un espectro ideológico amplio. La imprecisión semántica de sus discursos les permite, como afirma el politólogo Benjamín Arditi “desdibujar los contornos del pueblo lo suficiente como para poder incluir a cualquiera que tenga una queja estructurada en torno a la percepción de una exclusión de un campo público de interacción y decisión hegemonizada por élites económicas, políticas o culturales”.

Sin embargo, como señalan Fernando Casal Bertoa y José Rama, el voto a partidos populistas es un síntoma y no una enfermedad. Por lo que, resulta mucho más fácil actuar sobre la sintomatología, ya que el tratamiento de la enfermedad podría ser costoso y largo. En el marco de la UE, con cada generación se difumina un poco más la consciencia de lo que supusieron las devastadoras guerras mundiales y el esfuerzo de la construcción del proyecto de integración europea. “Me pregunto si alguien que hablaba del tema en 1945 habría imaginado alguna vez que en 2022 tantos habrían olvidado las consecuencias del nacionalismo, del populismo”, reflexionaba la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, al inicio de su intervención en la Conferencia de Estoril

Los jóvenes que en este momento tienen 18 años han nacido más de una década después de la caída del Muro de Berlín y la mayoría solo conocen el sistema de gobierno democrático. Es por ello por lo que los jóvenes también sean los más propensos a apoyar tendencias autoritarias. Así lo revela un estudio del Instituto Bennett quien afirma que los jóvenes son proporcionalmente más responsables del cambio a valores iliberales. Desde el inicio de la pandemia, los jóvenes entre 18 y 35 años han estado de acuerdo en mayor medida con la afirmación de que se necesita de un "líder fuerte, que no tenga que molestarse con el parlamento y las elecciones" y que tener un "sistema político democrático" es una "mala" forma de dirigir el país.

La UE es consciente del papel clave de los jóvenes para preservar la democracia.  Sin embargo, en estas circunstancias ya no es suficiente presentar a la Unión como un ideal, sino que los responsables políticos deberán demostrar que tienen no solo la voluntad, sino la capacidad y los recursos suficientes para encauzar y dar respuesta a las necesidades de sus ciudadanos, en general, y de los jóvenes en particular. Y también demostrar que es posible hacerlo respetando los principios y los valores que están en la base de su funcionamiento. Por ello, en los últimos años ha dirigido sus esfuerzos para ubicar a los jóvenes en el centro de sus políticas e involucrarles en el proceso de decisión.

La comunicación como objetivo estratégico de la UE

En este sentido ha reforzado sus políticas de juventud y la Estrategia de la UE para la Juventud 2019-2027 establece las directrices para "involucrar, conectar y capacitar" en mayor medida a los jóvenes. No obstante, para su desarrollo se necesita también de la voluntad política de los Estados miembros que son quienes tienen la competencia en materia de juventud. Y, sobre todo, se necesita un plan de comunicación eficaz.

. La coordinadora de Juventud de la UE, Biliana Sirakova (izq.) y la comisaria de la UE para innovación (der.) lanzan el programa ‘Coordinador de Juventud Europea’ en Bruselas, Bélgica. (Thierry Monasse/Getty Images)

Los ciudadanos europeos siguen ignorando casi siete décadas después de su constitución cuáles son sus instituciones, qué funciones desempeñan y en qué modo contribuyen a sus vidas. El 55% de los jóvenes europeos confiesa entender poco o nada sobre la UE, un porcentaje que es del 28% en España, uno de los Estados miembro con el nivel más bajo de comprensión, solamente superado por Croacia (miembro de la UE desde 2013).

Quizá uno de los grandes fallos en la comunicación de la UE sea la complejidad del mensaje a lo que se suma un vocabulario complicado con empleo de jergas y múltiples acrónimos. Además, en mayor medida el mensaje alcanza a la población a través de intermediarios como los medios de comunicación, principalmente, que en muchas ocasiones prestan poca atención a los asuntos europeos y cuando lo hacen es para transmitir los fallos o las deficiencias de la UE, lo que contribuye a difundir la percepción de que la UE es un aparato burocrático y lejano a las necesidades de sus ciudadanos y con ello quizá a reforzar el sentimiento anti-UE. Por lo general, estas comunicaciones son breves, por lo tanto, incompletas, obviando en ocasiones las competencias en cada situación.

En otras ocasiones, la comunicación es defectuosa debido a que le cuesta abarcar las diferencias socioculturales y políticas de cada Estado miembro. Uno de los grandes valores de la UE es precisamente su riqueza cultural, sin embargo, esto lleva aparejada la desventaja de que es necesario que las campañas de las instituciones europeas tomen en consideración las sensibilidades de los ciudadanos de la totalidad de sus países miembros y adaptar el contenido de modo que sea comprendido por la mayoría. 

Por esta razón, la UE tendría que hacer de la comunicación su objetivo estratégico. En este sentido, se deberían enfocar más los esfuerzos en destinar recursos e impartir formaciones a periodistas locales, regionales y nacionales en asuntos europeos en cada Estado miembro. Estos tendrán que ser capaces de informar sobre asuntos europeos en un lenguaje accesible y ameno, a través de distintos medios de comunicación y redes sociales. Quizá fomentar el periodismo freelance e independiente contribuiría a difundir información de calidad más allá de los intereses económicos de los medios de comunicación tradicionales. 

Asimismo, resulta más importante ampliar el conocimiento de los jóvenes sobre la UE desde edades tempranas y estos se podría conseguir fortaleciendo el vínculo con las instituciones educativas. Mediante esta estrategia, se deberían comunicar también los distintos programas de la UE y garantizar la participación de los jóvenes en los mismos.

Varias actividades se pueden llevar a cabo tales como talleres y charlas informativas, creación de grupos de trabajo, campamentos juveniles, implementación de métodos de enseñanza basados en la gamificación o en juegos interactivos, visitas a las instituciones europeas, u organización de sesiones con jóvenes de distintas entidades juveniles, entre otros, buscando un aprendizaje dinámico y participativo que mantenga motivados a los jóvenes. Estas actividades deberían incluir encuentros formales o informales con responsables políticos que los ponga en contacto con las preocupaciones y las necesidades reales de los jóvenes más allá de las encuestas y para fomentar el intercambio de ideas y la reflexión en torno a distintos temas.

Respecto a este último aspecto, el Diálogo Estructurado y el Diálogo de la UE con la Juventud son una gran iniciativa cuyos esfuerzos se centran en dar voz a los jóvenes en distintos espacios con distintos actores de la sociedad civil, entre ellos políticos. Sin embargo, a pesar de que esta práctica se lleva a cabo desde 2010, únicamente el 13% la conoce. Lo que es más preocupante es que una tercera parte de los jóvenes no ha oído sobre las distintas iniciativas de participación en la UE para los jóvenes.

Europa para y CON los jóvenes

Resulta de vital importancia que la UE siga detectando, poniendo en valor y visibilizar a jóvenes con gran potencial para sensibilizar a la juventud sobre diversos asuntos e impulsar su compromiso activo en la sociedad.  Se ha visto que cuando la UE es capaz identificar a jóvenes comprometidos y les ofrece espacio para trasladar sus preocupaciones estos son capaces de movilizar a la juventud no solo de Europa, sino a escala mundial. El fenómeno Greta Thunberg ha tenido tal impacto entre los jóvenes que actualmente la problemática del cambio climático y el medio ambiente siguen siendo una de las principales prioridades de la juventud, solo después de lucha contra la pobreza y la desigualdad social.

No obstante, al igual que las Metas de la Juventud Europea que surgieron como resultado del Diálogo Estructurado, la reciente creación de la figura del Coordinador de la UE para la Juventud dentro de la Comisión Europea o la plataforma de Voice your Vision, estas iniciativas solo plasman o trasladan un ideal de sociedad. Dar voz a los jóvenes no implica únicamente escucharlos y recopilar sus opiniones y preocupaciones. Sino que es necesario que estas se trasladen a acciones concretas y comunicarlas de una forma eficiente.

Protesta juvenil ante la sede de la Unión Europea en Barcelona. (Thiago Prudencio/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)

La encuesta realizada con ocasión del Año Europeo de la Juventud respalda esta afirmación. Un 72% de los jóvenes entrevistados esperan que los responsables de la toma de decisión escuchen sus demandas y actúen sobre ellas, a la vez que un 71% tienen la expectativa de que se les apoye en su desarrollo personal, social y profesional. Se valora positivamente que 2022 haya sido declarado el Año Europeo de la Juventud y supone una buena oportunidad para hacer partícipes a los jóvenes de la construcción de su propio futuro y, por ende, del futuro de la UE. Pero de nada sirve si los jóvenes siguen ignorando las actividades o el modo en que pueden colaborar. Hay que comenzar de verdad a construir el futuro junto con los jóvenes. 

Encauzar la labor de la UE hacia los ámbitos nacionales, regionales y locales sería quizá la estrategia más eficaz para acercar la UE a la juventud. Para ello, resulta de primordial importancia reforzar la colaboración y la coordinación con los Estados miembros para que promuevan el desarrollo de políticas de juventud en concordancia con las propias realidades sociales y junto con los jóvenes de distintos ámbitos territoriales. A modo de ejemplo, en España, organismos como el Instituto de la Juventud o el Consejo de la Juventud de España están desempeñando un papel valioso, pero deberían reforzar la cooperación con otras instituciones y organizaciones juveniles tanto en el ámbito nacional como europeo y, sobre todo, promover en mayor medida sus actividades. 

La Presidencia española del Consejo del segundo semestre de 2023 —como el resto de presidencias rotatorias— es una gran oportunidad para comenzar a trabajar con jóvenes en el diseño de actividades y de propuestas de políticas que les involucre en primera persona para que de la Conferencia de la Juventud de la UE que se celebrará en España sea un foro constructivo de donde salgan recomendaciones elaboradas por y para los jóvenes. 

En este esfuerzo no hay que olvidarse aquellos que se encuentran en situación desfavorable o en riesgo de exclusión para que estos sepan cuáles son sus derechos y las oportunidades como ciudadanos europeos y garantizar su participación en la toma de decisión.

El éxito de las iniciativas europeas, en particular, y el futuro de la UE, en general, dependerá de la plena integración de los jóvenes en todas las fases del proceso de decisión. Es necesario más que nunca restablecer la confianza de estos en las instituciones públicas y transmitirles el mensaje de que seguir apostando por la democracia es garantía de que sus preocupaciones y necesidades están siendo encauzadas.