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Guyana

El descubrimiento de petróleo ha abierto una crisis política interna en el país y en el exterior ha avivado el conflicto fronterizo con Venezuela.

Con el descubrimiento por parte de la americana ExxonMobil de importantes yacimientos de petróleo, Guyana ha pasado a interesar a EE UU y China. Con una extensión de 215.000 kilómetros cuadrados la República Cooperativa de Guyana hasta el momento ha sido un país relativamente desconocido en el tablero internacional. Una realidad que con unas reservas de petróleo estimadas en alrededor de 2.000 millones de barriles va a cambiar de forma drástica.

Según el análisis de la consultora noruega Rystad Energy, en 2018 Guyana (junto con Rusia y EE UU) encabeza la lista de los principales descubrimientos de petróleo y gas en campos convencionales. En sus costas, la compañía norteamericana ha registrado su décimo descubrimiento en el bloque Stabroek, un nuevo y enorme hallazgo en aguas del Atlántico. La China National Offshore Oil Corporation, CNOOC, tercera petrolera del gigante asiático, también tiene un interés del 30% en el desarrollo del bloque.

Las aguas en las que se realizó el hallazgo corresponden a la proyección geográfica de las costas del territorio Esequibo y del estado venezolano de Delta Amacuro. ExxonMobil espera que la producción comience a fluir a partir del año 2020 y para 2025 quiere producir un millón de barriles de petróleo por día.

Los europeos se están centrando más en las energías renovables. Lo cual no quiere decir que no estén presentes en la prospección petrolífera. Es el caso de la compañía española Repsol que este año quiere llevar a cabo la primera exploración en el bloque Kanuku (en las costas de Guyana). La petrolera cuenta con una participación del 37,5%. Otro 37,5 corresponde a la británica Tullow y el 20% restante a la francesa Total.

El desarrollo del sector petrolero podría ser por lo tanto vital para Guyana, uno de los países más pobres de América del Sur. El ingreso anual promedio per cápita es de alrededor de 4.000 dólares. El 35% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.

Los descubrimientos son, en principio, una excelente noticia para un país con apenas 800.000 y 6.000 millones de dólares de PIB. Sin embargo, dos inconvenientes – uno externo y otro interno – se interponen.

El primero es la larga disputa entre Venezuela y Guyana. Caracas ha reclamado el territorio que se extiende entre su frontera y el río Esequibo. Para Guyana, que administra Esequibo desde su independencia de Reino Unido en 1966, significa dos tercios de su superficie. El conflicto – archivado de modo temporal – se reavivó en 2015, precisamente cuando la petrolera ExxonMobil anunció el mencionado descubrimiento del yacimiento en el océano Atlántico, justo en la zona que entra en el histórico diferendo. Se decidió resolverlo a través de los mecanismos de la ONU, pero, de nuevo, no se llegó a una solución. Se hicieron más prospecciones que Venezuela considera ilegales por lo que Guyana ha solicitado a la Corte de La Haya que resuelva el conflicto.

Con el incidente ocurrido en diciembre de 2018, se ha vuelto a aumentar la tensión entre los dos países. La Armada venezolana interceptó un buque de exploración sísmica, contratado por ExxonMobil con permiso del Gobierno guyanés. El hecho se produjo en la disputada región del Esequibo. Venezuela sostiene que los navíos se hallaban en su territorio, Guyana asegura que se trató de una violación de su plataforma marítima.

En la capital de Guyana, Georgetown, se afirma que la incursión de Venezuela en sus aguas era un “acto ilegal, agresivo y hostil”, que representaba una “amenaza real” para el desarrollo económico de su país. El Grupo de Lima, integrado por 14 Estados ha tomado partido por Guyana si bien con posterioridad algunos parecen haber rectificado. Los países firmantes manifiestan “su profunda preocupación” por la interceptación por parte de la marina venezolana dentro de la zona económica exclusiva de la República Cooperativa de Guyana. Venezuela respondió: “La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) expresa su profunda indignación y categórico rechazo al nefasto acto de intromisión orquestado el pasado 4 de enero por un grupo de gobiernos latinoamericanos bajo el auspicio de Estados Unidos”, de acuerdo con un comunicado de la institución castrense.

Este desafío externo del conflicto con Venezuela parece lejos de solucionarse. Enmaraña la situación, de por sí compleja, la errática y extravagante política del régimen venezolano en los últimos años. La presencia estadounidense no ayuda a aliviar la tensión.

También la influencia china sigue creciendo tanto en Venezuela como en el continente. La política china de inversiones en recursos e infraestructuras cuenta con proyectos notables en casi toda Sudamérica. A veces Pekín incluso ha llegado a establecer auténticas colonias para el suministro de materias primas. Guyana debe tomar buena nota de lo ocurrido con su vecino oriental Surinam donde el dominio de China es omnipresente.

El segundo obstáculo o inconveniente que el descubrimiento trae consigo se circunscribe al ámbito de la política doméstica y a la manera en que va a distribuirse la nueva riqueza.

Los pilares de la economía del país han sido sus exportaciones de azúcar, arroz, bauxita y oro. Tiene potencial de crecimiento asimismo el turismo desarrollado a través de la Comunidad del Caribe (CARICOM) que identifica el sector como uno de los motores claves en la agenda de la región y de la Organización de Turismo del Caribe.

No obstante, con el descubrimiento de los yacimientos el futuro de la economía guyanesa cambiará de manera radical. En diciembre de 2018, el Ejecutivo formulaba una serie de planes. Invertir estratégicamente de una manera equilibrada y centrada en las personas. Utilizar los recursos no renovables para la transformación estructural y la mejora de la vida de las personas a corto plazo, al tiempo que se proporciona la base para permitir la transición a medio y largo plazo a una economía posterior al carbono. Mejorar el servicio de salud, la infraestructura y el sistema de pensiones. Elevar el salario mínimo (ahora unos 300 dólares). Ocuparse de las cuestiones de seguridad y la lucha contra el crimen… Es perjudicial para el país la imagen internacional como área referente en la distribución internacional de cocaína. Asimismo, aunque ha mejorado algo, su índice de corrupción del sector público sigue siendo elevado situándola en el puesto 91 de 180. Además, se encuentra en la posición 134 de 190 que conforman el ranking Doing Business, que clasifica los Estados según la facilidad que ofrecen para hacer negocios.

Pese a la estrategia esbozada por el Ejecutivo, en diciembre de 2018 el Parlamento unicameral de 65 escaños de Guyana votaba a favor de una moción de censura presentada contra el Gobierno del presidente David Granger. La razón esgrimida por la oposición fue justamente que se estaban desperdiciando los recursos petroleros de la nación. Esto significa que habrá elecciones en un plazo de 90 días. Por ley, el mandatario y su Ejecutivo deben abandonar el poder una vez que se haya decidido su sucesión.

El inesperado cambio rompió la mayoría mínima de Granger forzando a convocar elecciones en marzo. Se acorta así su mandato, que debía finalizar en 2020. Es la primera vez que el Parlamento de Guyana llama a un voto de censura.

La acción fue encabezada por el líder del opositor Partido Progresista del Pueblo (People’s Progressive Party, PPP) y expresidente, Bharrat Jagdeo. El PPP obtuvo un resultado de 33 votos a favor y 32 en contra gracias a que un diputado de la gubernamental Coalición para la Unidad Nacional (A Partnership for National Unity, APNU), Charrandass Persaud, a última hora cambió de bando y apoyó la medida opositora. Persaud reveló que su voto obedecía al deterioro que, en su opinión, ha sufrido el actual Ejecutivo. El APNU había ganado las elecciones de 2015 por un margen muy estrecho.

Para entender la complicada política de Guyana hay que aludir a la gran diversidad étnica, idiomática y religiosa. Históricamente, la razón de esta mezcolanza se explica porque a los indígenas se sumaron los colonizadores europeos. Con la abolición de la esclavitud, los esclavos africanos pasaron a ser habitantes libres de la colonia. Muchos rechazaron trabajar las tierras y se refugiaron en la selva formando asentamientos, conocidos como maroons. Ante la nueva situación, se recurrió a trabajadores de India y otros países asiáticos.

El resultado en la actualidad es un grave problema de polarización social que se traduce en la compleja convivencia de dos grandes grupos étnicos: los afroguyaneses (29% de la población) descendientes de esclavos africanos y los indoguyaneses (40%), descendientes de inmigrantes de India llegados durante el Imperio británico. Tradicionalmente, los induguyaneses han tenido una fuerte representación en la burocracia derivada de – o en complementación a – su largo dominio en el mundo de los negocios. Los afroguyaneses, por su parte, han dominado en las Fuerzas Armadas y la policía.

Como ha puesto de relieve en un artículo, el profesor de Estudios Latinoamericanos en el US Army War College Strategic Studies Institute, Evan Ellis, suele ocurrir en la política polarizada por razones raciales – y en el contexto del aludido alto nivel de corrupción – el reparto del poder se asocia al favoritismo étnico. Lo mismo sucede en las decisiones relativas a inversiones, puestos y contratos gubernamentales, programas sociales…

Además en el corto plazo, el voto de censura limita la capacidad del Gobierno para tomar decisiones necesarias de cara a la fase de producción de petróleo que dará comienzo pronto.

La intención de Granger sería volver a presentarse, pero su enfermedad – sufre cáncer y está siendo tratado con quimioterapia – le debilita. Jagdeo no será el candidato del PPP ya que ha cumplido dos mandatos y no puede desempeñar un tercero. Otras opciones sugeridas para sustituirle no cuentan con respaldo suficiente en el partido.

El riesgo para el Gobierno que gane – sea el afroguyanés de Granger, sea el APNU de mayoría indoguyanesa – es que si las elecciones son – de nuevo – muy ajustadas (o peor, fraudulentas) se produzca una escalada en la violencia interétnica acompañada de una parálisis gubernamental y un aumento de la corrupción y la violencia.

Tal y como señala Anthony T. Bryan, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de las Indias Occidentales (Jamaica), las últimas encuestas de opinión muestran que el público guyanés tiene poca fe en la capacidad de liderazgo tanto del Gobierno como de la oposición. La transición de Guyana se presenta por tanto delicada.

Como primer paso es necesario facilitar el que organizaciones como CARICOM y la Organización de Estados Americanos aseguren la celebración de elecciones libres, justas y transparentes.

Pasados los comicios la prioridad nacional será desarrollar el sector petrolero respetando el medio ambiente y –ante todo– repartir equitativamente la riqueza nacional descubierta. El país debe evitar ser víctima de la llamada “maldición de los recursos” que ha afectado a tantos Estados petroleros. La debacle de la colindante Venezuela constituye un ejemplo extremo. Solo asentando una arquitectura institucional eficiente se podrá combatir la corrupción, devolver la confianza a las ciudadanos y garantizar la buena gobernanza con una gestión eficiente.